Marruecos enmarca Ceuta y Melilla en una “zona gris” sobre la que ejercer su influencia con la intención de anexionarse ambas ciudades autónomas mediante el uso de una “estrategia híbrida”, con herramientas alejadas del poderío militar convencional pero que sirven para ejercer una mayor presión para alcanzar tal fin. Esa es la conclusión a la que llega el Observatorio de Ceuta y Melilla, del think tank Instituto de Seguridad y Cultura, en un informe presentado este lunes donde analiza los movimientos gestionados desde el reino alauí sobre ambas localidades, así como en los peñones de soberanía española próximos a su costa.
El documento, bautizado con el nombre Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris y que ha sido redactado por los investigadores y académicos Josep Baqués, Javier Jordán, Manuel R. Torres y Guillem Colom, discurre sobre la agenda de Marruecos para ampliar su influencia sobre ambas ciudades autónomas hasta alcanzar su plena anexión, una reivindicación siempre presente en el discurso de Rabat.
Los autores definen esa “zona gris” como el área -no necesariamente geográfica- sobre la que se trata de alcanzar “fines similares a los de una guerra” pero sin alcanzar el conflicto bélico: “La relevancia de la zona gris reside en la ambición de su objetivo, consistente en forzar las relaciones entre dos Estados para de ese modo alterar el statu quo, con pretensiones que son similares a las que históricamente han requerido una ruptura de hostilidades”. En este sentido, consideran que la intención de Marruecos de anexionarse Ceuta y Melilla forma parte de esa definición.
La Marcha Verde de 1975, la crisis de Perejil de 2002 y la reciente entrada de miles de personas en Ceuta por vías irregulares serían algunos de los episodios que se enmarcarían dentro de la estrategia de Marruecos en este ámbito. Pero hay más. Así, citan la llamada a consultas de Rabat a su embajador en Madrid de 2007 tras la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, la detección de pasaportes marroquíes en 2010 de personas nacidas en las ciudades autónomas o la creciente presión migratoria que se vive en el flanco sur de España en los últimos años.
También citan como ejemplo el cierre de la frontera comercial entre Melilla y Marruecos en 2010 decretado de forma unilateral por el reino alauí, la ralentización de los pasos fronterizos de Ceuta con un control extremo y repentino en 2019 contra el contrabando o las constantes reivindicaciones desde el ámbito político en la soberanía sobre las dos ciudades, tales como la declaración del primer ministro Saadeddine El Othmani en diciembre de 2020, cuando aseguró que habría que abordar el futuro de estos territorios españoles una vez resuelvan su conflicto en el Sáhara Occidental.
La reivindicación de Marruecos
“Resulta lógico pensar que, si Marruecos decide vehicular sus reivindicaciones territoriales sobre las ciudades de Ceuta y Melilla bajo la forma de un conflicto en la zona gris, también adopte una metodología que complementa y potencia otras intervenciones agresivas como las que ya ha llevado a cabo en la esfera de la presión económica, migratoria y diplomática”, advierten los investigadores en su informe, que destacan la capacidad de la “desinformación” para provocar cambios en ámbitos estatales.
Todo ello en un contexto en el que Marruecos -incide el informe- potencia su estrategia militar mediante un plan quinquenal valorado en más de 20.000 millones de dólares para renovar y actualizar sus capacidades. A juicio de los investigadores, este plan tendría un doble objetivo: desbancar a Argelia como la principal e impulsar la industria de defensa marroquí para hacerla más competitiva y menos dependiente del exterior.
El informe concluye que “la pretensión de Marruecos de anexionarse Ceuta y Melilla” encaja “a la perfección” en el esquema de la “zona gris”. Y advierten: “Los actores que promueven las zonas grises se amparan en la ambigüedad para, de ese modo, dificultar la atribución de sus acciones”.
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