España

El miedo a quedar aislado en el Sáhara lleva a Sánchez a buscar ya la paz con Marruecos

Pedro Sánchez quiere que el Rey Felipe VI se ponga manos a la obra con Mohamed VI a buscar una solución rápida al conflicto con Marruecos -las relaciones diplomáticas siguen

Pedro Sánchez quiere que el Rey Felipe VI se ponga manos a la obra con Mohamed VI a buscar una solución rápida al conflicto con Marruecos -las relaciones diplomáticas siguen oficialmente rotas tras la invasión de Ceuta en mayo- porque observa con “preocupación” la posibilidad de quedar fuera de juego en la resolución a casi medio siglo de guerra en el Sáhara, aseguran a Vozpópuli fuentes conocedoras de la partida de ajedrez diplomático que se juega en la excolonia española.

Tras el viraje de Alemania para salvar a sus empresas -Berlín ha pasado a considerar “una buena base” que sea autonomía dentro del Reino Alauita- y con Francia apoyando esa misma tesis anexionista a la cual Donald Trump dio luz verde en 2020, la España que fuera potencia colonial hasta 1976 tiene todas las papeletas para aparecer como la gran derrotada; porque el gobierno sigue defendiendo -más aún en el caso de Podemos- un referéndum pactado entre las autoridades marroquíes y el Frente Polisario que cada vez se aleja más en el horizonte.

Según diversas fuentes consultadas, de nada han servido estos meses de “conversaciones telefónicas discretas” entre el titular de Exteriores marroquí, Nasser Burita, y su homólogo, José Manuel Albares, nombrado en julio precisamente para deshacer el entuerto que había creado su antecesora, Arancha González Laya, al admitir la entrada de incógnito del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para ser tratado de COVID en un hospital de Zaragoza. Mohamed VI, quien al principio apareció como el gran perdedor de la invasión por él provocada, “está sabiendo mover sus fichas” en el tablero internacional, admiten fuentes oficiales españolas.

Sánchez maniobró convirtiendo la crisis bilateral por la invasión de Ceuta en otra de Marruecos con la UE; de ahí que no haya querido en estos meses intervención alguna de Felipe VI, pero hoy Mohamed VI ya tiene el apoyo hasta de Alemania

Fue suya la decisión de dar un escarmiento a España, luz verde a que saltaran la valla de Ceuta miles de nacionales del país vecino desde la localidad fronteriza de Castillejos y otras limítrofes, pero, curiosamente, apenas unos pocos de los cientos de sin papeles subsaharianos que se agolpan todo el año al otro lado de la frontera en espera de una patera con no la que cruzar el Estrecho rumbo a Europa; un detalle que no pasó desapercibido. Madrid captó claro el mensaje: Con el apoyo de Francia y ahora Estados Unidos e Israel, o España acepta la anexión del Sáhara o sus problemas migratorios irán a más.

Pedro Sánchez maniobró entonces para convertir lo que empezó como crisis bilateral en otra de Marruecos con toda la UE -de ahí que no haya querido en estos seis meses intervención alguna de Felipe VI-, pero la evolución del conflicto, en concreto la traición alemana a la, hasta ahora, posición oficial de la UE a favor de la tesis de la ONU (referéndum pactado), ha obligado a Pedro Sánchez a mover ficha con el valor seguro que históricamente ha sido el diálogo entre las dos Casas Reales.

Es en el marco de esa nueva estrategia que, este lunes, durante la tradicional recepción al Cuerpo Diplomático, a la cual no asistió la embajadora marroquí, Karima Benyaich -todavía en Rabat y sin orden de vuelta a Madrid-, Felipe VI salía oficialmente del silencio impuesto por el presidente del Gobierno para señalar que ambos países deben “abrir ya una nueva relación”.

Y al día siguiente, martes, el ministro de Exteriores viajó a Washington para entrevistarse con el secretario de Estado, Anthony J. Blinken, y sondear si tiene visos de producirse lo que esperaba este Gobierno: que Joe Biden dé marcha atrás en el reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara por parte de Trump. La respuesta de Blinken a José Manuel Albares no pudo ser más fría, se limitó a admitir que, a la salida, Albares dijera a los periodistas -él no compareció- que España y EE.UU. “unirán sus fuerzas” para encontrar una solución al problema del Sáhara.

Tras el jarro de agua fría de EE.UU., negándose a revocar su reconocimiento de la soberanía marroquí sobre El Sáhara, Rabat ha elevado el listón y pide a España no solo palabras como las del Rey sino “mucha claridad” en el apoyo a su causa

Un jarro de agua helada en las aspiraciones españolas que, inmediatamente era aprovechado, por boca del portavoz del Ejecutivo marroquí, Mustafá Baytas, para elevar un poco más el listón de exigencias antes de volver a la normalidad en las relaciones bilaterales, como el lunes pidió Felipe VI. España debe mostrar “mucha claridad” en su reconocimiento de la marroquinidad de El Sáhara antes de volver a la normalidad en las relaciones bilaterales, que pasa por la vuelta de la embajadora Benyaich -o un sucesor- y recuperar las Reuniones de Alto Nivel (RAN), la última de las cuales se canceló después de que el Gobierno de Sánchez se negara a secundar el anuncio de Trump en diciembre de 2020.

Inmerso como está en la crisis de Ucrania con el presidente ruso, Vladimir Putin, a un paso de invadirla, para Biden el eterno conflicto de El Sáhara ahora es “asunto de segundo orden”, señala una de las fuentes consultadas, así que Sánchez ha decidido otra estrategia al respecto: presentarse como aliado preferente de EE.UU. en la cumbre que la OTAN celebrará su cumbre anual en Madrid 29 y 30 de junio.

Para el mandatario español, esa cita se ha convertido no solo en la plataforma de relanzamiento de las relaciones hispano-estadounidenses tras sucesivos fiascos de imagen en sus encuentros con Biden el enrarecimiento al que han llevado los distintos enfoques de ambos gobiernos sobre Venezuela, también en una oportunidad de recuperar la iniciativa en el conflicto de El Sáhara, que ahora lleva Marruecos. Y eso es lo que está detrás de su oferta militar en relación a la crisis de Ucrania: el despliegue de barcos españoles en el Mar Negro e incluso la posibilidad de enviar tropas sobre el terreno, como dejó caer Albares esta semana; algo a lo cual se opone rotundamente Podemos:

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