Una ráfaga de disparos, una huida precipitada y una historia llamada a cambiar el curso de una guerra. El crimen de La Villajoyosa, en Alicante, no sólo ha desvelado que uno de los enemigos declarados de Rusia, Maxim Kuzminov, buscó refugio en España tras huir a Ucrania a bordo de un helicóptero militar del ejército de Putin; también que en nuestro país operan grupos organizados dispuestos a derramar sangre de los principales opositores del Kremlin. Fuentes de seguridad consultadas por Vozpópuli afirman que la principal hipótesis de los investigadores del caso se centran en una posible conexión entre una organización criminal con el entorno de Moscú.
El hecho es que Kuzminov era un enemigo declarado del régimen ruso. El pasado mes de agosto, tras seis meses de planeamiento, protagonizó una de las operaciones militares más mediáticas de la guerra de Ucrania, al despegar desde Kursk con un helicóptero Mi-8, salvar los 20 kilómetros que lo separaban de la frontera y aterrizar en la región de Jarkov. El Gobierno de Zelenski lo vendió como un acto heroico, pero desde Rusia se le tildó inmediatamente de traidor. Y eso, desde el Kremlin, equivale a una condena absoluta: fuentes oficiales del Kremlin señalaban que Maxim Kuzminov era un “cadáver moral”.
El piloto ruso desertor desapareció del mapa, previo cobro de una cuantiosa prima -cercana a 500.000 euros- facilitada por el Gobierno ucraniano. Hasta que la semana apareció un cadáver en La Villajoyosa. Estaba tiroteado y los autores del crimen se dieron a la fuga a bordo de un vehículo que poco después apareció en El Campello. Actuaron de forma precisa, conocían la zona y se sospecha que pudieron hacer seguimientos sobre su objetivo desde varios días atrás.
El asesinato de Maxim Kuzminov
Aunque en un primer momento se apuntó a un ajuste de cuentas, lo cierto es que había varios indicios que hacían sospechar de una trama compleja. Principalmente, que el individuo asesinado tenía documentación falsa en la que se indicaba que tenía 33 años. Esta misma semana, medios ucranianos y grupos afines a Moscú difundieron la información de que la víctima era realmente Maxim Kuzminov, de 28 años; el piloto ruso desertor.
La inteligencia ucraniana lo confirmó con una breve declaración de un portavoz oficial -“Puedo confirmar el hecho de su muerte”-, aunque Rusia se desentiende de los hechos y asegura que no tiene constancia oficial del deceso.
Fuentes de seguridad consultadas por este diario indican que la localización de Kuzminov no habría sido particularmente compleja, a pesar de que tenía una vida discreta y atendía a una identidad falsa: la zona en la que se asentó es frecuentada por grupos organizados de origen ruso o de Europa del este, que no habrían tenido dificultades en reconocer el rostro de un individuo al que la propaganda de guerra expuso en círculos mediáticos.
Las pesquisas
La principal hipótesis es que alguno de estos grupos perpetrara el crimen. Conocían la zona, tenían los contactos suficientes para darse posteriormente a la fuga y no tenían escrúpulos para empuñar una pistola y descerrajar varios disparos contra el piloto ruso a las puertas de un garaje de la zona residencial en la que vivía.
El primer frente de las pesquisas pasa por identificar y localizar a los autores del asesinato, si bien fuentes cercanas a la investigación apuntan la discreción con la que actuaron y la dificultad para seguir su rastro, toda vez que emplearon el coche de la víctima para darse a la fuga. El vehículo apareció después quemado en El Campello.
La siguiente línea de las pesquisas sería determinar quién dio la orden de ejecutar al piloto desertor, si bien los servicios de información españoles son de sobra conocedores de otros episodios singulares que se han dado en diferentes escenarios y que han derivado en la muerte de opositores rusos en extrañas circunstancias.
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