Metro de Madrid hace cada año más de mil controles de alcohol y estupefacientes para evitar que se produzcan accidentes como el sucedido el pasado miércoles en Fuenlabrada.
Ese día un autobús escolar volcó en una rotonda provocando heridas a un total de 21 niños de una ruta escolar.
El conductor fue detenido por la guardia civil tras haber dado positivo por cocaína. La madre reconoció en Antena 3 que su hijo había tomado esa sustancia.
En diciembre del año 1983 un conductor de Metro llamado Miguel Ángel Tutor Chamorro, provocó un accidente cuando entró en la estación de Menéndez Pelayo.
Cien personas resultaron heridas. Tutor reconoció que dos días antes había consumido heroína. El fiscal dijo que se había inyectado poco antes de entrar a trabajar.
Desde entonces Metro de Madrid hace al personal que está en relación con la circulación controles aleatorios para saber si han consumido alcohol o algún tipo de estupefaciente.
Este tipo de controles están incluidos en el convenio colectivo que se negocia periódicamente con los sindicatos como una medida más de seguridad en el trabajo.
Fuentes de la empresa indicaron que los positivos son “mínimos” y si se descubre algún tipo de adicción estas personas son retirados de los puestos que están directamente con la seguridad y la circulación ferroviaria.
Los controles se hacen a maquinistas, jefe y técnico de línea, jefe de depósito, jefe de sector y personal del puesto central. Igualmente se realizan a oficiales, maestros y contramaestres de talleres.
El año pasado se realizaron un total de 1.178 controles de los que 565 tuvieron como protagonistas a los conductores.
Los sindicatos defienden a ultranza los controles aleatorios “porque nos dan seguridad a todos, tanto a los trabajadores como a los viajeros”, según dijo Teo Piñuela de UGT.
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