Hace dos semanas, Aucosta iniciaba una carrera contrarreloj para tratar de evitar la quiebra, con la presentación de un preconcurso de acreedores. Cuatro meses por delante para tratar de llegar a un convenio que se han visto sacudidos por otra quiebra, pero en este caso literal: la de algunos tramos de la autopista Cartagena-Vera asolados por las riadas que han afectado en los últimos días a las provincias de Murcia y Almería.
El desastre natural ha terminado probablemente de rematar una situación que, de por sí, era ya muy complicada. Desde el inicio de la crisis de las autopistas de peaje, la AP-7 Cartagena-Vera era una clara candidata a acabar en concurso de acreedores. Las optimistas previsiones de tráfico que se barajaban en la apertura de la vía, allá por 2007, no sólo no se han cumplido sino que ni siquiera han llegado al 50%. Desde su apertura, el número medio diario de vehículos que han transitado por la carretera de peaje se ha situado en el entorno de los 3.200, frente a los más de 7.000 que marcaban los pronósticos para los primeros años de entrada en explotación de la infraestructura.
La quiebra literal del firme de la autopista simboliza el fracaso de un modelo bajo el que han nacido varias compañías constructoras y de infraestructuras en buena parte de las comunidades autónomas y que han crecido de forma vertiginosa, precisamente al calor de los contratos adjudicados por los gobiernos autonómicos.
Al frente de Aucosta se encuentra como socio mayoritario Ploder. Creada a comienzos de la década de los 90, la compañía convirtió a sus accionistas, la familia Gálvez, en una de las cien primeras fortunas de España. La Región de Murcia fue el trampolín para crecer y dar el salto a otras comunidades autónomas, en especial a Madrid, donde también se convirtió en un destacado contratista.
Sueños frustrados
Con el boom de la construcción, Ploder adquirió Uicesa para tratar de hacer realidad el sueño de muchas constructoras de tamaño mediano: ser la primera de ellas por tamaño, desafiar a las grandes e incluso unirse a este selecto club. Sin embargo, los diversos intentos acabaron en fracaso. Ocurrió con DHO (formada por Dico, Harinsa y Obrum) y también con Ploder Uicesa.
El sueño de los Gálvez acabó en concurso de acreedores, del que salió el pasado año en tiempo récord, menos de un año. Sin embargo, la apuesta por las autopistas de peaje en el peor momento amenaza con condenarles a un nuevo proceso concursal.
En el sector de las autopistas, Ploder ha contado con el apoyo del Grupo Fuertes, basado en el sector agroalimentario pero que ha llevado a cabo una profunda diversificación que le ha llevado a sectores tan diversos como el ocio, la biotecnología, el inmobiliario y también el de infraestructuras.
La apuesta más célebre de Fuertes fue su entrada en el capital de Sacyr a través de una ampliación de capital promovida en 2010 por Luis del Rivero, por entonces presidente de la compañía constructora y que comparte paisanaje con la empresa productora de El Pozo. Pero aún más ligadas a la tierra se encuentran las inversiones en proyectos como el parque Terra Natura y en el aeropuerto de Murcia, a través de su brazo inversor de capital riesgo Infu Capital. Una infraestructura esta última que tampoco termina de arrancar.
El fracaso se pronosticó prácticamente desde el principio, cuando diversos estudios advertían de que la infraestructura era innecesaria, dada la afluencia de tráfico de la zona, que en ningún momento daba síntomas de precisar una alternativa. Los efectos de la riada, que sugieren que el trazado de la autopista tampoco era el más adecuado, colocan a Ploder en una más que complicada situación que deberá resolver junto con el resto de socios de Aucosta: Globalvía, Cajamar y Unicaja.
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