Ni revuelta, ni enfrentamiento, ni división. Las críticas al acuerdo presupuestario con EH Bildu no pasarán de las declaraciones de algunos barones territoriales. Pedro Sánchez controla el PSOE con mano de hierro. Y lo mismo ocurre en el seno del Consejo de Ministros. Las carteras socialistas más proclives a pactar con Ciudadanos tampoco alzarán la voz en público. Sus recelos rara vez trascienden de comentarios amparados en el anonimato. Y Bildu no será una excepción porque Sánchez ultima una remodelación de su Ejecutivo tras la aprobación de los Presupuestos. Nadie quiere dar un paso en falso que le empuje fuera de la foto del Palacio de La Moncloa.
¿Hay ministros enfrentados a Podemos? Sí. ¿Hay ministros que prefieren el pacto con Ciudadanos que con Bildu y ERC? Los hay. ¿Se harán oír? No. El pacto con Bildu seguirá su curso, porque los Presupuestos son para Sánchez un fin que justifica cualquier medio. Así lo ha trasladado el presidente del Gobierno en una frase que asesores y equipos de trabajo de cualquier ministerio socialista repiten desde hace meses: "Necesitamos Presupuestos como sea".
El "molesto" viejo PSOE
La defensa de la "normalización" de Bildu que hizo el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, es el termómetro del PSOE. Si el secretario de Organización del partido no levanta la voz, es muy difícil que nadie lo haga. La indignación en las palabras de barones como Javier Lambán, Emiliano García Page y Guillermo Fernández Vara se quedará en eso. Bildu, según explican fuentes del partido, no es un asunto prioritario en las agrupaciones. Y la estructura orgánica está totalmente controlada por Sánchez.
El desgarro público del viejo PSOE apenas tiene eco en el partido actual. Y algunos comparan esta situación con la ruptura que se produjo en el PP entre José María Aznar y Mariano Rajoy cuando éste último llegó a La Moncloa. Las opiniones de Felipe González y su entorno, así como de Paco Vázquez, Nicolás Redondo Terreros o José Luis Corcuera ni siquiera rozan a los cuadros medios e intermedios del partido, que ven a sus "padres", como dicen ellos, como una piedra en el zapato más que como referentes.
"Los partidos y su estructura son importantes cuando estás en la oposición, pero son un incordio cuando gobiernas", explica un veterano socialista. "Por supuesto hay mucha gente que no le gusta la deriva que está tomando el Gobierno, pero ahora nadie se va a mover. No es solo por la gente que está colocada, que también. Existe además un principio de lealtad. Y no queremos que nuestros rivales políticos usen el descontento en nuestra contra".
Silencio en el Gobierno
Algo parecido ocurre en el seno del Consejo de Ministros. Son reales los choques de los ministerios económicos con Podemos y en especial Nadia Calviño, José Luis Escrivá y, en menor medida, María Jesús Montero. Pero la estrategia política del Ejecutivo la marcan Sánchez y su Gabinete, con Iván Redondo al frente, aunque la condiciona el líder de Podemos y vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Por Iglesias y, sobre todo, por la necesidad de ERC de ocupar el espacio convergente abandonado por Carles Puigdemont, Sánchez no aprobó los Presupuestos con Inés Arrimadas en agosto. Ya estaba hecho.
Fuentes de Ciudadanos insisten en que hay ministros que han trasladado recurrentemente a los negociadores naranjas su deseo de pacto. No lo ocultan en público, pero tampoco se espera que hagan un casus belli por muy en contra que estén del acuerdo innecesario con la izquierda abertzale.
El presidente barajó la crisis de Gobierno para después del verano, pero decidió esperar a los Presupuestos. Los nervios se han instalado en algunas carteras donde sus ministros no se ven seguros
Uno de los motivos de esta cautela es la proximidad de la remodelación de Gobierno que prepara Sánchez tras la aprobación de los Presupuestos. El presidente barajó la crisis para después del verano, pero decidió esperar a los Presupuestos. Los nervios se han instalado en algunas carteras donde sus ministros no se ven seguros. Es el caso de Industria, con Reyes Maroto; Universidades, Manuel Castells; o Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.
Sánchez planea un gesto hacia Bruselas reduciendo su poblado gabinete de 22 ministros, lo que exigirá una negociación con Podemos. Y es posible, como ha sugerido García Page, que busque un giro más centrado tanto en nombres como en políticas tras la catarata de cesiones al separatismo vasco y catalán en la negociación presupuestaria.
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