Por su posición geográfica, el Mediterráneo es un escenario de primer orden estratégico para España, que proyecta sus capacidades hacia este escenario de crecientes tensiones. La crisis que se vive en Ucrania hace que las misiones de la OTAN desplegadas en la región adquieran una mayor relevancia -incluso polémica en el ámbito político-, con la participación permanente de buques de la Armada. Pero ahora hay una nueva fragata española, la Juan de Borbón, que se ha integrado en una misión liderada por Francia, bautizada con el nombre de Clemenceau 22 y cuyo objetivo es efectuar una "proyección de poder" y una "evaluación autónoma de la situación" en el Mediterráneo. En la coalición participan también, en mayor o menor medida, Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Canadá e Italia. La operación ya ha comenzado.
El propio Ministerio de Defensa francés da algunas claves de la misión en un dossier informativo, donde detalla que su principal fuerza se constituirá en torno a su portaaviones Charles de Gaulle -con diversos tipos de aviones y helicópteros a bordo-, que a su vez estará escoltado por las fragatas galas Forbin, Normandie y Alsace, y apoyado por el buque de aprovisionamiento Marne. Pero también hay que sumar la integración de los recursos de otros países aliados, tanto de la OTAN como de la Unión Europea.
Así, Grecia aporta una fragata y un submarino, mientras que Estados Unidos pone a disposición el destructor Ross. Un helicóptero belga se integrará en uno de los buques de la agrupación. Y oficiales alemanes, canadienses e italianos formarán parte del Estado Mayor de la misión. ¿Y España? La fragata Juan de Borbón, de la Armada, también deja su sello en la Clemenceau 22.
El objetivo de esta misión es tener una fuerza naval en un "espacio estratégico" que "vuelve a ser un lugar de confrontación", tal y como definieron las autoridades francesas al presentar el despliegue. En concreto, hablan de las "ambiciones de las potencias globales en la región", los "conflictos" entre "países del Magreb" o el "israelí-palestino" , así como el "equilibrio de poder entre los estados vecinos y los poderes regionales, alimentado por disputas relacionadas con descubrimientos de gas en el Mediterráneo oriental". A tenor de la relevancia de la misión, los mandos de la Armada Española y del Ministerio de Defensa dieron luz verde a la participación de la Juan de Borbón en el despliegue.
Según la información facilitada por la Armada Española, la misión de la Juan de Borbón junto al grupo aeronaval francés ya ha comenzado -lo hizo el día 1 de febrero- y se prolongará hasta el próximo día 8: "El despliegue tiene como objetivo mejorar la interoperabilidad entre las marinas amigas y aliadas", pero también se espera "extraer experiencias en el empleo operativo y protección de portaaviones, que pudieran ser de utilidad para el LHD Juan Carlos I", el buque insignia de la Armada.
Las fragatas 'Juan de Borbón' y 'Blas de Lezo'
Su participación en la misión en el Mediterráneo, no obstante, ha pasado más desapercibida que otros despliegues igualmente planificados, como lo es el envío de la fragata Blas de Lezo, el buque de acción marítima Meteoro y el cazaminas Sella a la misma región y al Mar Negro, en el marco de las diversas operaciones de la OTAN para "garantizar la seguridad" en un escenario cada vez más marcado por las tensiones entre la Alianza Atlántica y Rusia a costa de Ucrania.
A pesar de que todos esos despliegues estaban previstos -España participa de forma permanente en misiones navales de la OTAN en la región desde 1995-, su participación ha suscitado polémica en el arco parlamentario, después de que Unidas Podemos, integrada en el gobierno de coalición de Pedro Sánchez, haya arremetido contra el "envío de tropas" al Mar Negro. "No a la guerra" es el lema recuperado por la formación morada para marcar distancias con el PSOE, e incluso ha llegado a presentar su propia estrategia de "desescalada" de la tensión en las inmediaciones de Ucrania. El Partido Popular también ha pedido explicaciones.
La polémica no ha dejado de sorprender en ciertas esferas militares, que entienden que España lleva más de veinte años participando en estas misiones pero que han pasado desapercibidas hasta la actual crisis de Ucrania. Margarita Robles, en una entrevista en Onda Cero, lamentó las críticas: "No todo el mundo puede saber de todo".
Misiones, como la de la Juan de Borbón, que estaban planificadas desde hace meses, pero que adquieren una mayor relevancia atendiendo a la creciente inestabilidad que se vive en un lugar que España considera de máximo interés geoestratégico.
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