Los servicios secretos forman una institución que, si despierta algo, es intriga. Simplemente el adjetivo que los define, 'secretos', es misterioso. ¿Qué hacen? ¿Dónde están? ¿Para quién trabajan? Son preguntas que todos nos podemos hacer cuando oímos hablar del CNI. Pero para Fernando Rueda no presentan ya ningún misterio. Son casi, casi, su día a día. Por algo es el mayor experto en servicios secretos de España.
Después de 16 libros, en los que todos menos en dos ("¿Quién necesita a las mujeres?" y "Fuerza y honor: Juan Antonio Cebrián y los pasajes de su historia") habla sobre espionaje o CNI, ahora presenta "Al servicio de su majestad", dónde desvela la relación (sorprendente, por cierto) entre la Casa Real española y los servicios de inteligencia. Como él mismo ha subtitulado, es una relación de 50 años de conspiraciones, manipulaciones y ocultamientos.
Aparte de periodista, que como él explica en la entrevista para Vozpópuli es su primera profesión, Fernando Rueda es profesor en la Universidad Villanueva. Es uno de esos profesores que, por todo lo que enseña, no se olvida. Y no lo digo por decir. Lo sé en primera en persona porque tuve la oportunidad de aprender de él en la universidad. Su trabajo de investigación sobre los servicios secretos le han influido en su labor de profesor: es riguroso, metódico y concreto. Más o menos como deben trabajar en el CNI. Hoy ha hablado con nosotros y nos ha contado esos pequeños (o grandes) misterios de que despierta el servicio de inteligencia.
Pregunta: CNI y Casa Real. Una relación sorprendente. ¿Nos puede explicar de dónde sale?
Respuesta: La historia no comienza en 1975, con el inicio del reinado del emérito. La relación entre ambas instituciones va mucho más lejos en el tiempo: exactamente en el 1948, año en el que Juan Carlos I llega a España. Durante ese tiempo, que corresponde a la primera parte del libro, es el propio monarca el espiado (por instrucciones de Franco). Y solo a partir de su coronación, él empieza a utilizar los servicios de inteligencia a su favor.
Como yo había investigado mucho sobre servicios secretos, ya tenía indicios de que, durante una época, los servicios secretos se habían volcado en proteger a la monarquía de tal forma que casi era su principal misión. El reto era, entonces, la búsqueda de datos y de hechos que llevara a conclusiones más allá del primer pensamiento.
P: Entonces, ¿el CNI trabaja también para la monarquía?
R: El servicio secreto trabaja para el Estado. O al menos debería trabajar para el Estado. Dentro de ese Estado se incluye directamente la labor de gobierno. Por ello, tienen que hacer todo lo que el gobierno les pida: ya sea temas internacionales, lucha contra terroristas, evitar temas de contrainteligencia o que nos espíen desde otros países... Y luego hay una misión que no está establecida legalmente, (pero que se ha hecho siempre), que es la protección de la monarquía. Esa misión ha sido desarrollada a lo largo de la democracia por todos y cada uno de los diversos directores que ha tenido el servicio secreto y conocida y autorizada por todos los presidentes de gobierno de la época.
En determinados momentos han llevado a cabo misiones que no podemos encuadrar dentro de lo estrictamente legal.Fernando Rueda, autor del libro "Al servicio de su majestad"
P: ¿No se trata, por tanto, de una denuncia por un uso inapropiado de los servicios secretos?
La historia aquí es la siguiente. Yo lo que he hecho ha sido investigar cuál es esa relación. La mayoría de veces, esa relación les ha llevado (al CNI) a cumplir estrictamente la Constitución protegiendo al rey. Pero en determinados momentos han llevado a cabo misiones que no podemos encuadrar dentro de lo estrictamente legal. Por ejemplo, yo narro en el libro como el CNI empezó a realizar una investigación de la Fundación Noos de Iñaki Urdangarin, el yerno del rey emérito. Todos los meses iba un equipo del servicio secreto y revisaba los teléfonos, hacían un repaso general de las paredes para que no hubiera micrófonos y hacían una copia de la información que había en los ordenadores.
Esa misión no se contempla en ninguna parte: una cosa es proteger al rey y cuidar del rey, y otra muy distinta es vigilar a su familia. Por lo tanto, podemos decir que esa misión es ilegal. Hay misiones que nunca deberían haber hecho y este es un ejemplo de ellas.
P: ¿Por qué se decide a escribir este libro e investigar la relación entre monarquía y CNI?
R: Desde que en el '93 escribí "La casa", que fue el primer libro que se escribió en este país sobre el CNI, con todos los problemas legales que ello generó, he tocado muchas facetas del servicio secreto. Pero, sinceramente, este libro no se me había ocurrido. Fue idea de Carmen Fernández de Blas, mi editora, la que me llamó para proponerme investigar esta relación y yo pensé: "Ya se me podría haber ocurrido a mí".
P: Hablemos ahora del proceso de creación. ¿Le han puesto trabas desde el servicio secreto o desde la monarquía?
R: Cuando escribí "La casa", hace ya 28 años, lo hice con la misma directora general de mi editorial con la que he escrito este libro, Imelda Navajo. Tiene una forma de trabajar muy concreta conmigo: que nadie se entere de que vamos a editar este libro y menos aún, que lo estoy escribiendo yo. Esto llega hasta tal punto que incluso 15 días antes de llegar a las librerías, todavía los libreros (y la mayor parte de la gente) no saben que voy a sacar un libro. ¿Y eso por qué? Para evitar que haya presiones que impidan su salida.
Al final, desprestigiar es una forma de actuar mucho más sibilina que la de directamente oponerseFernando Rueda, periodista, escritor y profesor universitario
Lo que hacen desde el CNI desde hace años no es tanto presionarme para evitar la publicación de mis libros, como desprestigiarme a mí y a mi trabajo. Al final es una forma de actuar mucho más sibilina que la de directamente oponerse. Y desde la Casa Real ni siquiera han reaccionado a este libro.
P: ¿Qué tiene en común este libro con todos los anteriores?
R: Mira, yo vengo del periodismo de investigación. Lo primero que soy es periodista de investigación. Y luego posteriormente me especialicé en servicios secretos, cuando publiqué "La Casa". Lo que yo hago con mis libros es controlar o intentar hacer un control social del servicio secreto. Lo he hecho con todas las implicaciones que tienen sus actuaciones con respecto al gobierno. De hecho, me he enfrentado al gobierno de Felipe González, de Aznar, de Zapatero, de Rajoy y al de Pedro Sánchez.
Esa es mi postura a la hora de escribir, yo creo que el periodista tiene que estar siempre en el otro lado: no puede ser de derechas, no puede ser de izquierdas, ni de centro, no puede ser republicano ni monárquico. No lo puede ser mientras hace periodismo. Y este ha sido mi dogma a lo largo de esta profesión y es en lo que coinciden todo mis trabajos.
P: El subtítulo del libro es "50 años de conspiraciones, manipulaciones y ocultamientos". ¿Podría decirme una conspiración?
R: Sí, claro. El rey Juan Carlos, ya siendo rey, quiere nombrar como su primer presidente a Adolfo Suárez. Pero algunos, como José María de Areilza, que por cierto terminó siendo ministro de Asuntos Exteriores, aspiraban también a ser el presidente del Gobierno. Entonces se produce una conspiración: el servicio secreto, sin decírselo a nadie, realiza una investigación para evitar que se presente a las elecciones. Descubrieron que tenía amistades en la izquierda abertzale, algo que en aquel momento era gravísimo, y que supuestamente tenía una relación especial con su secretaria. Utilizaron esta información para presionarle y así evitaron que entrara en la campaña electoral.
P: ¿Y una manipulación?
R: Para avanzar un poco en el tiempo, te cuento una de 1995. En aquel entonces estaba teniendo lugar el escándalo de Javier de la Rosa con el caso Kio. Se le acusaba de haberse apropiado indebidamente de 500 millones de dólares. Durante el juicio, de la Rosa alega que parte de ese dinero lo ha distribuido entre partidos políticos y altas instituciones del Estado para conseguir el apoyo de España a la liberación de Kuwait.
Entre las instituciones que nombra, se encuentra la Casa Real. Es la primera vez que salía el nombre del monarca en un escándalo económico. Es entonces cuando el servicio secreto comienza a presionar y a manipular de forma muy dura a Javier de la Rosa para que no mencione al rey Juan Carlos durante el juicio.
P: Y por último, un ocultamiento.
R: Es algo que sigue ocurriendo. Uno de los ejemplos más destacados es el de Corinna. Según el servicio secreto, Corinna lo que hace es negocios a costa del Rey. Entonces el director del CNI, Alberto Saiz, una vez que se da cuenta de que puede ser un peligro para el Estado, le dice al rey que no le conviene seguir con esa relación. Como el rey no le hace caso, el servicio de inteligencia monta un control integral 24 horas de las relaciones Corinna durante cuatro años. Obviamente, no se lo dicen al rey, cuando normalmente le informan de todo.
Además, se produce un ocultamiento especial: el que llevan a cabo los implicados en esta operación. Cuando lo he contado en el libro, lo niegan a la mayor, porque saben perfectamente que si aceptaran que esto es así, podrían estar cometiendo un delito. Nunca en ningún momento van a aceptar que ellos han tenido a una ciudadana sometida a un control sin autorización.
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