La tregua duró lo que duran dos peces de hielo en un 'whisky on the rocks'. Ferraz impuso hace poco más de un mes un alto al fuego con el fin de parar la guerra por el control del PSOE-M. Pero en las últimas horas todo ha saltado por los aires. Los políticos suelen recurrir a la prensa para filtraciones interesadas. Y la supuesta participación, desvelada este lunes por ABC, del ministro de Transformación Digital, Óscar López, cuando era jefe de gabinete de Pedro Sánchez, en la divulgación de la información confidencial de Alberto González Amador -pareja de Isabel Díaz Ayuso- es el último cañonazo humeante de una guerra crónica en la federación más ingobernable de los socialistas, que presiona para despedir a su líder, Juan Lobato.
En Moncloa, según el relato de las fuentes consultadas, no sentó nada bien la manera en que la dirección del PSOE-M afrontó el pasado 13 de noviembre la declaración de Begoña Gómez, auspiciada por el PP, en la Asamblea de Madrid. Y es que la sucursal madrileña del PSOE aceptó a regañadientes comerse el marrón de arropar a Gómez, conscientes de que la imagen de su líder, Juan Lobato, junto a la mujer del presidente era contraproducente para sus intereses electorales. Y así lo trasladaron en privado algunos miembros de la dirección autonómica. Este diario, el 14 de noviembre, publicó: "El PSM, desolado tras arropar a Begoña Gómez: "Han sido lentejas, así es la política". En menos de 24 horas, eldiario.es publicó otra filtración procedente, supuestamente de Moncloa, que situaba a Óscar López en las quinielas de favoritos de Pedro Sánchez para disputarle a Isabel Díaz Ayuso la arena madrileña. Todo un órdago a Lobato.
Este lunes se supo que López, compinchado con su jefa de gabinete, Pilar Sánchez Acera, -ambos miembros del PSOE-M- presionaron a Lobato. Ambos querían que el líder del PSM, que ha sido llamado a declarar como testigo este viernes ante el juez, utilizara la documentación sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso en el Pleno de la Asamblea de Madrid. Pero se negó. El correo electrónico del abogado de González Amador salió de la Fiscalía en forma de filtración el 13 de marzo y fue a parar a Moncloa, donde se perpetró una estrategia para erosionar políticamente a Ayuso. Lobato debía airear esa comunicación -secreta- un día después. Pero finalmente terminó en los medios de comunicación y eso fue lo que utilizó Lobato durante su comparecencia.
También trascendió que el líder de los socialistas madrileños acudió en septiembre a una notaría para dar fe de la petición que le hizo Sánchez Acera vía Whatsapp y de que él tuvo constancia de ese documento a través de los propios medios. Se entiende que su propósito era desmarcarse de posibles repercusiones legales, con la investigación del Tribunal Supremo contra el fiscal general, Álvaro García Ortiz, y la fiscal jefe de Madrid abierta por revelar, precisamente, ese documento. El lío está servido. El lunes fue un día muy complicado para el PSOE-M. Hacía mucho tiempo que la federación, históricamente un hervidero de conspiraciones, no mandaba tantas señales de guerra. Lobato se niega a dimitir y ha lanzado este martes un aviso: "El PSOE no es una secta ni una agencia de colocación".
Y eso que algunos miembros de la Ejecutiva piden abiertamente la renuncia de Lobato, quien está decidido a acudir al Congreso Federal. A última hora del lunes se especuló incluso con la posibilidad de que Ferraz maniobrara para destituir a Lobato y poner al frente a una gestora. Pero los estatutos lo impiden, según las fuentes consultadas. "Con un congreso esta semana sería, además, una locura", explica un ex alto cargo del PSOE-M a Vozpópuli. Cabe reseñar que este movimiento de Lobato llega después de que la Guardia Civil requisara información sensible del fiscal general del Estado que pudiera arrojar mensajes que afecten a Lobato.
El sentir de la federación madrileña y de buena parte del PSOE es que la dirección autonómica, por intentar tumbar a Óscar López, "se ha dado un tiro en el pie". Casi todos ven a ambos, López y Lobato, tocados y muertos políticamente. A partir de ahora se abre todo un abanico. Como ya contó este diario, altos cargos del partido a nivel regional han estado presionando a Moncloa, al ministro Félix Bolaños en concreto, para que "controlara" a Lobato, quien apenas lleva tres años a los mandos del partido. Aunque, en este tiempo, ya está comprobando cómo se las gastan sus compañeros. Para entender lo que pasa en el PSM hay que tener en cuenta que Lobato, un político de 40 años y con proyección, no está dispuesto a ser un mero lacayo de Ferraz.
El pasado mes de junio, tras los comicios europeos, y con el fracaso del PSOE todavía caliente, Pedro Sánchez abrió la veda y señaló a los barones que, considera, no están cumpliendo con los objetivos impuestos por el partido. Y apuntó especialmente a Madrid y a Andalucía. Pero Lobato encabeza la lista negra. El exalcalde de Soto del Real llegó a la secretaría general del PSM en octubre de 2021 tras vencer en las primarias al alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala. Supuestamente desembarcó con las manos libres para hacer y deshacer a su antojo y con la bendición de Sánchez, pero el paso del tiempo ha enfriado su relación con él líder. Madrid es una comunidad eminentemente conservadora y debe diferenciarse de alguna manera si quiere derribar al PP.
Aunque hay que destacar que no le ayudó nada la mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso. Tampoco sus críticas a la política de Moncloa de alianzas con el independentismo. Lobato quiere tener "estilo propio", según cuentan fuentes de su más estricta confianza. Su plan, dice él mismo, es un plan para Madrid; de consensos y de izquierdas, pero con "sentido común", lejos del insulto. Este estilo propio no gusta en Ferraz. Por eso, le buscan sustituto. El momento idóneo para derribaerle era el congreso de los socialistas madrileños, que el propio Lobato había pensado celebrar, como su colega de Castilla y León, Luis Tudanca, antes que el Federal, que se celebra este fin de semana en Sevilla, precisamente para evitar tentativas de asalto a su silla.
Sánchez vetó a los barones organizar cualquier cónclave autonómico antes que el de la capital andaluza. A Lobato le sentó muy mal y no le quedó más remedio que negociar con Santos Cerdán, con quien pactó celebrar el congreso a partir del próximo 5 diciembre, días después de la gran cita de Sevilla donde Pedro Sánchez será reelegido por aclamación. Y eso que el propio Cerdán mantuvo un encuentro en septimebre con los secretarios de organización territoriales, a quienes pidió que evitaran celebrar los congresos regionales en diciembre debido a las fiestas navideñas. Es más, pidió que escalonen los congresos regionales entre enero y febrero para poder celebrar dos por semana. De manera que Sánchez pueda repartirse.
Hasta hace unas semanas, la idea que manejaban en el equipo de Lobato era que Moncloa presentaría a un candidato crítico que pelearía con el actual secretario general. Y Ayala y Fran Martín eran los mejor posicionados para presentar batalla hasta que apareció el nombre de Óscar López. La crisis del PSOE de Madrid se ha convertido algo perenne. El partido va camino de los 30 años fuera del Gobierno de la Comunidad y de la Alcaldía de la capital. Y no hay visos de que se pueda revertir la tendencia a corto plazo. La militancia está desmovilizada y desmotivada con la nueva llamada a filas para la guerra. Lobato, que ha trabajado estos años en ganarse el control de las agrupaciones del partido, ha visto en las últimas horas algunos cambios de lealtad: Alcalá de Henares se ha pasado al bando de Ferraz y la agrupación de Chamartín, en Madrid capital, también. Mientras, Alcorcón duda.
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