El diestro Luis Alfonso Garcés, novillero icónico y repetido triunfador en la plaza de Las Ventas a finales de los 50 del pasado siglo, ha fallecido este viernes en un hospital madrileño a los 83 años, confirmaron a EFE fuentes familiares.
Aunque nacido en la localidad conquense de Pozorrubio de Santiago el 11 de febrero de 1939, Luis Alfonso Garcés se crio desde muy niño en el barrio madrileño de Ventas, muy cerca de esa plaza donde sus frecuentes visitas, para presenciar tanto los festejos como los entrenamientos de las grandes diestros, le llevaron a tomar la decisión de ser torero.
Alentado por Paco Parejo, mayoral del coso monumental y cuñado del matador Antonio Chenel 'Antoñete', Garcés vistió su primer traje de luces a los 16 años para llegar a debutar con picadores, y con frecuente éxito, en la también madrileña plaza de Vista Alegre. Pero su gran despegue llegaría el 10 de agosto de 1958, cuando debutó en la plaza donde jugó de niño y cortó su primera oreja, dejando una honda impresión en los aficionados por la distinguida clase y la honda pureza de su toreo. Siete días después, y ya con el cartel de "no hay billetes" en las taquillas, repitió en Las Ventas para abrir por primera vez la Puerta Grande de la primera plaza del mundo, y ser así llevado a hombros, callé Alcalá adelante, hasta la plaza de Manuel Becerra, como se hacía con los toreros que más impacto provocaban en los tendidos.
Después de siete novilladas más en Madrid, en las que Garcés siempre tenía la costumbre de estrenar traje de luces, y tras más orejas y salidas triunfales, tomó la alternativa en ese mismo ruedo en la Corrida de la Prensa de 1960, celebrada el 10 de julio, de manos de Manolo Vázquez y con toros de Alipio Pérez Tabernero, rodeado de un especial aura de diestro muy del gusto de los aficionados más exigentes de la capital.
Pero tras la alternativa, por distintas circunstancias de política taurina que mermaron su ánimo, y en especial por sus desavenencias con la empresa de Las Ventas, la en principio esperanzadora carrera del diestro madrileño fue decayendo hasta su retirada en 1966, después de escuchar los tres avisos ante un ilidiable toro de Charco Blanco en Las Ventas. Desde entonces, la figura de Garcés era habitual en los tendidos y en los ambientes taurinos de la ciudad, donde llamaba la atención por su sabia discreción y su natural elegancia y donde era enormemente respetado por quienes nunca perdieron su referencia como significado e icónico torero de Madrid.
Paco Aguado. EFE.
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