La muerte se ha convertido en nuestra compañera diaria desde marzo de 2020, aunque en realidad siempre estuvo ahí. No ha llovido poco desde aquella foto de los ataúdes en el Palacio de Hielo, Calle de Silvano 77, Madrid. Ahora los muertos por covid no causan aquella congoja, se han convertido, más bien, en el argumento para defender la vuelta a la normalidad total: "¡Mira qué pocos muertos hay!". ¿Hasta qué punto hay 'pocos' muertos y por qué hay que tomar medidas?
En 2020, cuando las vacunas eran todavía un sueño lejano, murieron por coronavirus 60.358 personas en España, según la estadística de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto es 60 veces más que las muertes provocadas por la gripe, de la que fallecieron 894 españoles. Ese mismo año, se certificó la muerte por neumonía a 8.768 personas. Las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores (excepto el asma) han provocado 11.786 muertes.
Si comparamos la patología con otros elementos, como las muertes por accidente de tráfico, vemos que el coronavirus fue tres veces más letal. Hasta 21.565 personas perdieron la vida en la carretera. El cáncer mató a más 112.000 y las enfermedades del aparato circulatorio a 120.000. El suicidio acabó con 3.941, la sobredosis con 974 y el asesinato con 289.
Esta fue la realidad del país en 2020. Ahora bien, con la llegada de las vacunas el panorama ha cambiado, sobre todo en los últimos meses. Más del 90% de la población está vacunado con pauta completa. Todo el mundo conoce este dato, pero conviene recordarlo. En diciembre, con la llegada de la sexta ola y la variante ómicron -más leve, pero más contagiosa-, la cifra de muertes por covid, atendiendo a los datos del Ministerio de Sanidad, es de 950 a falta de que termine el mes.
Se trata de una cantidad de muertes muy inferior a la que el virus producía hace un año. ¿Significa esto que ya podemos convivir con este virus como lo hemos hecho con otros? Hay quien podría pensar que ya ha llegado el momento si comparamos esta cifra de fallecidos con la de aquellas enfermedades que llevan con nosotros tanto.
En enero de 2018, la neumonía mató a cerca de 1.800 personas, según el INE. Se trata de casi el doble de lo que este año alcanzaremos en diciembre por el coronavirus. Las enfermedades crónicas de las vías respiratorias mataron a 2.000, y la gripe a 980 solo aquel mes. En enero de 2019, la neumonía también mató más que la covid ahora, llevándose por delante a 1.337 personas.
Los expertos hablan
Parece que el coronavirus se empieza a parecer, en cuestión de mortalidad, a otros viejos conocidos de nuestro sistema sanitario. Ante este hecho cabe preguntarse si es necesario imponer restricciones o, siquiera, tomar precauciones como la mascarilla obligatoria. Sin embargo, los especialistas en Salud Pública tienen claro que contener los contagios sigue siendo fundamental a pesar de la menor mortalidad del virus.
José Martínez Olmos, exsecretario general de Sanidad y profesor de la Escuela de Salud Pública de Andalucía, explica que la pandemia "no es solo cuestión de los muertos per se que causa la enfermedad, sino del colapso asistencial que puede producir. El coronavirus te colapsa el sistema sanitario y las patologías como la neumonía o la gripe nunca lo han hecho en tal medida. Hay que mirar, además de las muertes del covid, las que se producen por un mal funcionamiento del sistema sanitario. En enero, si se nos colapsan de nuevo las UCI, no solo morirá gente por covid, también de otras enfermedades mal atendidas".
Precisamente, este diario contaba estos días que ya 10 comunidades autónomas se encuentran en nivel de riesgo alto por ocupación en UCI. La Atención Primaria también se ha visto desbordada estos días. "En Oncología se está notando el impacto. El bloqueo del sistema sanitario afecta al seguimiento de patologías habituales. Esta es la visión de Salud Pública, el argumento de que como la gente se muere más de otra cosa no hay que hacer nada, no tiene sentido".
Por ello, Olmos defiende algo sumamente impopular, las restricciones al contacto social: "Está demostrado que cuando tienes una transmisión comunitaria no controlada, la única manera de conseguir parar la transmisión es añadiendo a la mascarilla restricciones de aforo y horarios". Reivindica que se sigan las medidas del semáforo covid diseñadas por la Ponencia de Alertas que Pedro Sánchez guardó en el cajón.
En la misma línea, la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas) reivindica en un comunicado que "las medidas de reducción de aforos, reducción de personas en los eventos sociales, incluso a un máximo de 2 grupos de convivientes, cierre de interiores en el ocio y hostelería, cierre de ocio nocturno en espacios cerrados a determinadas horas, etc., deberían seguir aplicándose en función de los indicadores de riesgo aprobados por la Ponencia de Alertas".
Eso sí, Sespas aboga por "acompañar dichas medidas de un apoyo eficaz a los grupos con mayores dificultades para cumplirlas, como pueden ser los niños, ancianos, personas sin hogar, etc., garantizando en la medida de lo posible su salud física y mental, así como su bienestar económico, laboral, social y familiar".
Olmos lamenta que los expertos en Salud Pública no sean considerados como el resto de profesionales sanitarios: "Un ministro no le diría un cirujano que no cosiera una vena. El cirujano le mandaría a tomar por culo. Si no tomamos medidas, las próximas 3 o 4 semanas tendremos más casos, más hospitalizaciones y más de todo".
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación