España

El floreciente (y alegal) negocio de hacer trabajos fin de grado: "Gano 300 euros con cada uno"

Basta con poner “trabajo fin de grado” en uno de los buscadores de Internet. Al instante aparecen cientos de anuncios y páginas en las que poder encargar la realización de

Basta con poner “trabajo fin de grado” en uno de los buscadores de Internet. Al instante aparecen cientos de anuncios y páginas en las que poder encargar la realización de estos proyectos necesarios para la finalización de los estudios. Cada vez es más la gente que recurre a estos servicios y cada vez también son más los que se ofrecen a hacerlos.   

Raquel (nombre ficticio), ha visto en esto una oportunidad para aumentar sus ingresos todos los meses. Encontró una oferta de trabajo para profesora particular y resultó ser el de una empresa que se dedica a realizar los conocidos como TFG (trabajo fin de grado) o TFM (trabajo fin de máster) que necesitaba reforzar su plantilla ante la cercanía de los meses de final de curso y el aumento de la demanda.

El precio varía en función del número de páginas, el tiempo invertido y la metodología a seguir. "Depende del trabajo en cuestión, pero puedo llegar a ganar 300 euros por cada uno que hago", explica a Vozpópuli esta joven de 31 años graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

Hay estudiantes que recurren a estas empresas para que les hagan el trabajo completo y otros que simplemente lo hacen como refuerzo. “La semana pasada nos llegó uno con diez páginas cuando debía tener 60 y solo faltaban dos días para entregarlo”, cuenta Raquel. En su caso, los proyectos que le encargan son de diferentes materias, desde Filosofía hasta Comunicación Audiovisual.

Limbo legal

Aunque sí podría cuestionarse si la actividad que desarrollan estas empresas y particulares es ética, lo cierto es que es alegal al no estar reglado ni prohibido. Sí que podría ser objeto de una infracción disciplinaria en caso de que se descubriese que el alumno ha encargado su proyecto final, pero esto no es sencillo. "Aunque hagamos tutorías y tengamos herramientas de detección de plagio, es muy difícil detectar cuando un estudiante no es realmente el autor de su trabajo", explica a este diario un profesor y tutor de una universidad privada de Madrid.

Entre las prácticas y otros asuntos no tenía tiempo de dedicarme a investigar y redactar"

Juan, estudiante de Publicidad, tenía claro desde el comienzo de su último curso que iba a encargar su TFG. "Entre las prácticas y otros asuntos no tenía tiempo de dedicarme a investigar y redactar más de 100 páginas para acabar la carrera, así que contacté con un par de personas que se ofrecían. Finalmente escogí el que más encajaba con mi perfil", afirma.

Él no fue el único de su clase que recurrió a esto: "Que yo sepa, de mi curso dos compañeros más también lo hicieron. En mi caso hicieron el trabajo casi entero y en el de los otros dos, parcialmente", señala. "La verdad es que es un alivio cuando no te dedicas únicamente a los estudios y si te puedes permitir pagar para que hagan el trabajo por ti", añade.

Juan obtuvo un ocho como nota por el trabajo que después de ser revisado por sus tutores tuvo que presentar ante un tribunal. "Acudía a las tutorías preparándome el día antes lo que habían hecho por mí y después yo comunicaba los cambios. El profesor no sospechó en ningún momento", señala.

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