Un cúmulo de decisiones erróneas en la cadena de mando desencadenó el asesinato de los dos guardias civiles en Barbate que fueron embestidos por una narcolancha. "Que se metan al agua y que hagan lo que puedan", fue la orden que emitió un jefe a sus subordinados con el objetivo de frenar a los narcos que estaban cobijados en el Puerto, según informan fuentes del Instituto Armado a Vozpópuli. El capitán que finalmente dio las instrucciones se encuentra "destrozado" ya que no cuestionó el mandamiento de sus superiores.
Viernes a última hora de la tarde. El alcalde de Barbate, Miguel Molina, comunica a la Guardia Civil que varias narcolanchas están refugiadas por el temporal en el Puerto de la localidad. Son los propios vecinos los que alertaron al regidor de que había "seis gomas" esperando.
La información llega hasta el coronel que dirige la Comandancia de Cádiz. Este mando de la Guardia Civil se encuentra en uno de los palcos del teatro Manuel de Falla, donde se celebra uno de los actos centrales del famoso carnaval gaditano.
Este hombre se pone en contacto después con el capitán encargado, que estaba de permiso, y comprueba que los datos son veraces. No tienen embarcaciones operativas y por ello se decide trasladar una pequeña auxiliar del GEAS de Algeciras a la zona. La orden de los superiores es que los agentes entraran al mar e "hicieran lo que pudieran" contra los narcos.
El objetivo: asustar a los narcos
El objetivo de los guardias civiles era intentar "asustar" a los narcos y que huyeran del lugar. En un primer momento, los delincuentes jugaron "al gato y al ratón" con la pequeña embarcación de la Guardia Civil. Nadie esperaba que el conductor, Kiko El Cabra, girara el "yate" que conducía para embestir con violencia a los seis agentes.
El capitán que dio la orden se encuentra "destrozado" por la muerte de dos de sus hombres. "Fue una serie de decisiones erróneas", según explican fuentes de la investigación a Vozpópuli. Este mando aceptó el encargo de sus superiores sin valorar el peligro que contemplaba.
Las víctimas de la violencia de los narcos en Barbate fueron David y Miguel Ángel. David, agente del GAR, de 43 años, nacido en Barcelona, deja mujer y dos hijos. El segundo es Miguel Ángel, agente del GEAS, de 39 años, natural de San Fernando (Cádiz), con pareja y una hija a su cargo.
La droga de Barbate
De los dos agentes restantes que completan la cuadrilla, uno se encuentra herido leve. El otro, natural de Terrassa, fue intervenido y se temió por su vida pero ahora se encuentra fuera de peligro, a tenor de la información oficial compartida por la Guardia Civil.
Fueron ocho los detenidos por estos hechos. Dos de ellos, los que iban a recogerlos en un vehículo en Sotogrande quedaron ayer en libertad mientras que el resto ingresaron en prisión provisional acusados de asesinato.
El conductor de la narcolancha de Barbate era Kiko El Cabra. Un conocido delincuente de la zona que tenía multitud de antecedentes. Un año antes fue arrestado cuando conducía una moto de agua con 40 kilos de hachís. Los agentes prosiguen la investigación y no se descartan nuevas detenciones. El objetivo de las pesquisas es saber a quién pertenecía la droga que fue descargada y no ha sido hallada.
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