La Semana Santa está a la vuelta de la esquina y es innegable pensar en estas fechas y no acordarse de las bandejas de torrijas que, por ejemplo, se sirven en la mayoría de bares y restaurantes de España, que abundan en las sobremesas de las comidas familiares o que se ofrecen a los más pequeños de la casa como postres después de terminarse el plato. Estos famosos dulces se hacen su hueco hasta en los escaparates de las pastelerías, una tendencia que se remonta mucho tiempo atrás. Concretamente a la época de los romanos.
La torrija es un dulce de origen europeo pero de larga tradición española. Consistente en una rebanada de pan (habitualmente no del día, sino algo más durito) empapada en leche o vino y frita tras ser rebozada en huevo, las torrijas llevan siglos endulzando los paladares de los más golosos. Además, a estas se les pueden añadir diferentes complementos apetitosos como miel, melaza, azúcar, canela, chocolate, etc. En España, su consumo es típico durante la Cuaresma y de la Semana Santa, pero también lo es en América gracias a la emigración, sobre todo, hacia la parte sur del continente.
El verdadero origen de las torrijas
El hecho de que sea un postre muy extendido hace que su origen sea un tanto difuso. La primera referencia histórica conocida sobre un producto parecido al que hoy en día se considera como torrija está en la obra de Marco Gavio Apicio, gastrónomo romano del siglo I. La obra De re coquinaria yace como libro clave y maestro para conocer cómo era la cocina en épocas del Imperio Romano, considerado por muchos historiadores como el primer tratado sobre la gastronomía, siendo la base de la evolución de la dieta mediterránea, por ejemplo.
Lo único que diferencia a aquella receta con las torrijas actuales es que Aparicio no menciona un rebozado de huevo, sumergiendo la rebanada de pan directamente en leche. Tampoco le da un nombre especial, sino que lo deja articulado como 'aliter dulcia' (plato dulce).
Desde ese momento, las torrijas no han dejado de causar tentación durante los meses de marzo y abril año tras año. Por ejemplo, durante la Europa medieval, a este postre también se le conocía con los nombres de suppe dorate, soupys yn dorye, tostées dorées o incluso pain perdu (en Francia), que derivó en payn purdyey (en Reino Unido). Ya en el siglo XIV, el recetario Le viandier del cocinero francés Guillaume Tirel presentaba la propia receta de las torrijas vigentes: tostadas doradas que se rebañaban en yema de huevo batido antes de pasarlas por la sartén y espolvorearlas con azúcar.
En España, las primeras recetas sobre las torrijas se remontan al Libro de Cozina de Domingo Hernández de Macera (1607) y Arte de cozina, pastelería, vizcochería y conservería de Francisco Martínez Motiño (1611). Ellos dos apuntaron la idea que se apoderó de esta receta durante el siglo XX: se solía servir con vasos de vino. Sin embargo, la torrija (o 'torreja') aparece ya documentada en el siglo XV de la mano de Juan del Encina, un poeta, música y autor teatral del Prerrenacimiento español en la época de los Reyes Católicos. "Miel y muchos huevos para hacer torrejas", comentaba en sus escritos, al parecer en referencia a la recuperación de parturientas.
¿Por qué las torrijas son postres típicos de la Cuaresma y la Semana Santa?
Justamente esa es la razón que se le da a las torrijas para justificar su consumo allá por los años 1600. Pero, ¿cómo llegaron a ser un dulce famoso durante los días Cuaresma y Semana Santa? La explicación a esta pregunta no se conoce a ciencia cierta. Lo que sí se ha evidenciado es que las torrijas son un alimento saciante y calórico que aportaba energía y que comenzó a incluirse en esta temporada para compensar períodos de abstinencia alimentaria.
Por otro lado, este postre también se asocia a tiempos difíciles y de estrecheces económicas en as que disponer de un elemento barato y asequible (como los restos del pan) permitían poder comer algún dulce de vez en cuando sin gastar mucho dinero. De ahí el apodo de pain perdu ('pan perdido') francés, antecedente de la tostada gala.
Sea como fuere, este plato típico tan sencillo de elaborar se ha convertido en uno de los dulces más tradicionales y habituales de Semana Santa. Hoy en día, podemos encontrar torrijas de diferentes sabores o incluso con diferentes añadidos. Por ejemplo, hay quienes echan un trozo de cáscara de limón en el aceite de oliva de la sartén para aromatizarlo o que en vez de canela añade clavo, nata o crema.
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