Eran las 19.15 horas del 23 de febrero de 1971. La noche ya había caído sobre el Monasterio de Montserrat y los monjes se afanaban en sus últimas labores del día cuando algo perturbó su jornada. Era un “espectacular abanico de humo blanco” que atravesaba el cielo y se dirigía al suelo, a “unos 100 kilómetros de distancia”. El abad, sobresaltado por la escena, alertó de inmediato a las autoridades. Pero su llamada no fue la única que se registró ese día en el noreste peninsular: pescadores, pilotos de avión y militares aseguraban haber visto el mismo fenómeno. Un “expediente OVNI” -así se describe en el informe- que obligó al Ejército del Aire a iniciar una compleja investigación con decenas de testimonios.
“Confidencial” es, probablemente, la palabra que más se repite en las 71 páginas que integran el informe, que quedó finalmente desclasificado en 1993. Muchos de los testigos lo definen como un “avión en llamas” y el teniente coronel del Ejército del Aire que suscribe el informe asegura, tras la pertinente batería de comprobaciones, que “visto todo lo mencionado anteriormente, se desprende la existencia real del fenómeno, objeto del presente informe”.
“¿Tiene usted algún avión cruzándose con nosotros, perpendicular a nosotros, a unas 20 Nm?”, preguntó a las 18.15 el piloto de un avión comercial de Iberia, con matrícula IB-841, que realizaba el trayecto entre Barcelona y Madrid. “Pues no se observa ningún tráfico”, respondieron desde la torre de control. El piloto debió de quedarse pensativo antes de anunciar: “Es que hemos visto un fenómeno bastante curioso. Parecía la estela de un avión. Ha bajado, al parecer, en picado y lanzando llamaradas intermitentes”.
En la siguiente página del informe se recoge otro avistamiento similar: “Comunica el Jefe del Aeropuerto de Menorca, que llegó a Barcelona a las 19.24 horas locales en el Caravelle de la línea AO-402 [otra aeronave comercial], que observó un objeto luminoso trasladándose en dirección norte, y a una velocidad aparente de más de 2.000 km/h, y a unos 1.000 metros por encima del Caravelle, el cual iba pilotado por el Comandante”.
Un tercer avión, éste también de Iberia y con la matrícula IB-867, atendió el mismo fenómeno en su vuelo de Barcelona a Murcia: “Simplemente vi una estela muy clara y simétrica, siguiendo sensiblemente un rumbo SE/NW, y a nivel superior al nuestro”, relató el piloto de la aeronave, en un documento con el membrete de Iberia Aerolíneas de España.
El episodio fue visible desde el aire, pero también desde el mar. Cuál sería la sorpresa del patrón de un pesquero vasco que se presentó en la Comandancia Militar de la Marina de San Sebastián para informar de que, durante sus horas de faena, se había cruzado con “un avión grande, color plata, reactor, con estilete en su proa, que incendiado cayó al mar a unos doscientos metros del pesquero”.
Cuando el pescador se acercó al lugar del impacto se encontró con un “cerco de fuego” que “desapareció pronto”, sin encontrar ningún objeto en la zona.
Guardias civiles, miembros del Ejército...
Un agente de la Guardia Civil destinado en Monistrol de Montserrat fue especialmente aplicado en la descripción de los hechos. “En un principio sólo se apreció un punto luminoso como una estrella brillante y sin movilidad, en esta posición estuvo breves segundos y sólo aumentaba el humo, posteriormente se movía muy poco a poco, progresando en velocidad hasta su total desaparición detrás de las montañas”.
A renglón seguido añade tres croquis, con una brújula orientativa en la esquina, en el que se puede apreciar el pueblo desde donde vio el episodio y las cumbres montañosas, detallando las tres fases del vuelo del fenómeno OVNI.
El informe recoge también la declaración escrita de más de cuarenta militares del Ejército de Tierra, destinados en el arma de Artillería, que responden a un formulario con preguntas predeterminadas. Unos hablan de “punto rojizo”, otros de “estela de fuego”; algunos apuntan a un “objeto pequeño brillante” que deja una “estela triangular”. También hablan de la “velocidad vertiginosa” del elemento en cuestión y de su “forma de caída parabólica”. Muchos se apoyan en croquis rudimentarios para apoyar sus explicaciones. Todos coinciden en que vieron algo extraño sobre el cielo.
Varias hipótesis, ninguna certeza
La pregunta es evidente. ¿Qué era aquello que surcó el cielo del noreste peninsular? “El objeto que nos ocupa pudo ser un meteorito -concluye el autor del informe-, que se fragmentó e incendió al entrar en la atmósfera. Cada fragmento originó su fenómeno propio, visible en una zona más reducida, incluso llegando a la superficie terrestre como el "avión en llamas" caído junto al pesquero de San Sebastián”.
Pero ni el propio autor pareció especialmente convencido ante esta explicación. “Como posibilidad no descartable, cabe que los hechos anteriores fuesen ocasionados por la reentrada de algunos de los muchos satélites, o fases de cohetes actualmente en órbita”.
Un fenómeno OVNI investigado por el Ejército del Aire, que dio pie a un extenso informe con decenas de testimonios y que no arroja una conclusión definitiva sobre qué pudo suceder aquel 23 de febrero, hace ya más de cuatro décadas, en los cielos del noreste peninsular.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación