Isabel Díaz Ayuso “brilla en la fricción”, coinciden sus críticos; necesita un enemigo de envergadura, cuanto más potente mejor, para resaltar en todo su fulgor. Lo consiguió extramuros del PP el 4 de mayo porque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convirtió sorprendentemente las elecciones madrileñas en un “o ella o yo”, para desgracia del socialismo, y a punto ha estado Pablo Casado de 'rematar la faena' sacando a la luz su pulso por la presidencia del PP local, 'carne' de informativos y tertulias durante las últimas semanas.
Tan es así, que los sondeos ya detectan un frenazo en la tendencia sostenida de crecimiento de voto popular y eso ha obligado a tornar la convención que el PP clausura este fin de semana en Valencia, cuidadosamente planificada a mayor gloria del líder y su alternativa al Gobierno de izquierdas, en una suerte de operación apuntalamiento interno de Pablo Casado.
No hay más que ver el júbilo con el que han sido recibidas esta semana en la sede de Génova las palabras del expresidente francés Nicolás Sarkozy -“Tú un día serás presidente de España”-, del expresidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, incluso el tibio “apoyo” a Casado de la misma Esperanza Aguirre que hace menos de dos semanas llamaba “chiquilicuatres” a los jóvenes dirigentes del PP nacional por atreverse contra Ayuso, para darse cuenta de que la nueva lideresa en Madrid se les ha convertido en un problema.
“En política, cuando dejas una silla vacía alguien la ocupa”, dice el equipo de Casado para evidenciar el fracaso de Ayuso en su estrategia de opacar la convención nacional del PP con el viaje a Estados Unidos
Ayuso ha estado ausente de esa ruta itinerante con el lema #Creemos que ha diseñado Génova -Santiago de Compostela, Valladolid, Madrid y Sevilla- pero no le ha quedado más remedio que acortar su viaje a Estados Unidos para estar este sábado en Valencia, junto con el resto de barones autonómicos del PP -Alberto Núñez Feijóo, Juan Manuel Moreno Bonilla, Alfonso Fernández Mañueco o Juan José López Miras-; no hace falta que nadie le explique que una ausencia del cónclave acabaría volviéndose en su contra una vez mostrada su carta de presentación al liderazgo nacional si Casado falla en las urnas de nuevo.
“En política, cuando uno deja una silla vacía alguien la ocupa”, señalan ufanas fuentes de la dirección del PP dando a entender que toda sobreactuación, pasado lo peor de la tormenta sobre la fecha del congreso del partido en Madrid -finalmente se celebrará en 2022, como quería Génova-, acabaría imputándosela a la presidenta madrileña.
Pablo Casado hace como que no va con él la cosa -“Ayuso tenía un viaje agendado”, dijo el martes-, porque cree que su objetivo, transmitir unidad en líneas generales, está conseguido. Unidad hasta con los expresidentes Mariano Rajoy y José María Aznar, el primero este lunes en Santiago de Compostela, el segundo este jueves en Sevilla. “Vas a ser presidente y lo vas a hacer bien”, insistió Aznar, sin salirse del guión y cargando contra Pedro Sánchez más que enzarzarse en el fuego amigo de Ayuso: “España es una nación; ni plurinacional ni multinivel ni la madre que los parió”, llegó a decir.
Por el cierre de filas de Aznar y Rajoy, y porque los ‘barones’ no parecen muy dispuestos a hacerle la guerra más allá de recordar que se aleje de Vox, Casado puede salirse con la suya y verse reforzado internamente frente a Ayuso
Por eso, y porque barones como Feijóo, Moreno Bonilla o Mañueco, sin dejar de avisarle de que debe alejarse de Vox y “centrar” el PP si quiere llegar a La Moncloa, tampoco parecen dispuestos a seguir a Ayuso en su guerra cultural contra la izquierda, ni oír hablar de la 'orgánica' contra la actual dirección del PP, da la impresión de que Casado puede salir medianamente satisfecho del cónclave; un cónclave en que tendrá su día de gloria el domingo, en el mitin-colofón que le han preparado en Plaza de Toros de la capital del Turia, escenario de los grandes triunfos populares antaño.
La advertencia que semanas atrás dirigían todos ellos, y alguna parte de los cuadros del PP madrileño, de que “está guerra no nos beneficia”, es una crítica velada a los dos, a Casado y a Ayuso. Pero, en términos de poder, “todo lo que no sea una señal evidente de hundimiento de Pablo Casado, y no parece que el partido vaya a cambiar de candidato a La Moncloa antes de las elecciones de 2023, será desgaste innecesario del que se acabará culpando a Isabel”, sostiene un alcalde de provincias consultado por Vozpopuli, “atónito” por los acontecimientos en el PP madrileño.
En este sentido, el presidente del PP dio este viernes en Sevilla señales de que se siente fuerte incluso para desafiar a Sánchez en el terreno a priori más incómodo para los populares: la obligada renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Casado aprovechó la petición del grupo GRECO del Consejo de Europa para que España dé “voz” a los jueces en el sistema de elección de los integrantes del CGPJ.
Más “presión” a Sánchez
”Si Sánchez sigue bloqueando la renovación, en cuanto lleguemos al Gobierno modificaremos la ley para que la independencia judicial y la separación de poderes se refuerce en España”, ha advertido el dirigente popular en una nueva vuelta de tuerca de su negativa a negociar la renovación en los términos que pretende el Gobierno: con el actual sistema de elección parlamentaria.
La idea, a partir de ahora, es someter al gobierno de coalición PSOE/Podemos a una mayor presión opositora, no aflojar, en la creencia de que por más que Pedro Sánchez augure que no habrá elecciones hasta 2023, sus planes se pueden truncar por varios frentes: por el frente económico si Podemos decide no llegar a las elecciones junto a un partido que no ha cambiado la Ley de Vivienda y que mantiene los precios de electricidad y carburantes por las nubes, o por el frente territorial si Carles Puigdemont logra que ERC y el president de la Generalitat, Pere Aragonès, sucumban a las presiones contra la mesa de diálogo.