“Claro que hay más, la tarjeta está destruida en el periodo de seis meses”, “¿no le parece extraño?”, “me parece suficientemente grave"... El juez del caso Villarejo, Manuel García Castellón, se dirigió así a Dina Bousselham, la exasistente del líder de Podemos, Pablo Iglesias. Fue el pasado 18 de mayo, durante su declaración en la Audiencia Nacional a la que ha tenido acceso íntegro Vozpópuli. El magistrado hizo una batería de preguntas en torno al papel que jugó el actual vicepresidente del Gobierno y en concreto sobre el tiempo que tardó en devolver a su exasesora la tarjeta de memoria del móvil con información privada del partido y fotos personales íntimas de ella.
Este interrogatorio forma parte de las pesquisas en torno a una pieza separada del caso que investiga por qué el polémico comisario tenía en su casa el contenido del móvil de Bousselham. A esta mujer le habían robado años antes su teléfono en un centro comercial. En esa causa Iglesias empezó siendo considerado una víctima porque parte de ese material fue publicado en la prensa causándole un perjuicio.
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Fue el caso de pantallazos de conversaciones de Telegram mantenidas por miembros del partido con expresiones personales como en las que Iglesias hablaba de azotar “hasta sangrar” a la periodista Mariló Montero. No obstante, a medida que ha avanzado la causa, el juez ha pasado de considerar víctima al número dos del Ejecutivo a situarle como posible autor de un delito informático y de revelación de secretos. Al estar aforado, solo podría ser investigado en el Tribunal Supremo.
La investigación por el robo del móvil seguía viva en un Juzgado de Alcorcón donde en su día denunció los hechos y al que la afectada no le comunicó estas novedades. Según dice, fue porque nunca pudo acceder al contenido de la tarjeta al estar el soporte dañado. De ese modo nunca pudo confirmar si había recuperado el contenido de su móvil.
"A mi me sorprende"
A lo largo del interrogatorio, el juez hizo uso de su derecho a preguntar directamente para ahondar en esta cuestión. “Viendo todo lo que hemos visto, ¿a usted no le parece extraño? ¿Encuentra la tarjeta y tarda seis meses en devolvérsela?, a mi me sorprende”, le dijo el magistrado. La tarjeta, además, estaba dañada hasta el punto de que su dueña la remitió a una empresa de Gales para tratar de acceder a su interior. No fue posible.
Bousselham no puede precisar el momento en el que Iglesias le devolvió la tarjeta. Dice no tener ningún problema con él. En un testimonio por momentos errático y contradictorio, narra que se la dio cuando comenzaron a ver el contenido de su teléfono publicado en la prensa. Sin embargo, Iglesias recibió la tarjeta antes. Se la dio el presidente del Grupo Zeta después de que le llegase a la revista Interviú. En una reunión confidencial, le enseñaron al político el contenido de esa tarjeta.
En sus respuestas, la exasesora de Podemos -que ahora dirige un medio de comunicación afín al partido morado- esbozó una versión que explicaría por qué Iglesias no le entregó la tarjeta inmediatamente después de recibirla. Especuló con que Iglesias pudiese haber sentido pudor por el hecho de que ella supiese que había visto las fotos íntimas que había en la tarjeta.
El fiscal, en cambio, introdujo otra posibilidad: que Iglesias no quisiera devolverle la tarjeta para que no pudiese difundir su contenido en el que había conversaciones suyas y de otros miembros del partido. Este fue otro punto en el que se basaron buena parte de las preguntas durante la casi hora y media que Bousselham estuvo declarando.
En algunas respuestas, ella admitió haber hecho capturas con su móvil, en otro momento admitió la posibilidad de habérselas mandado a otros miembros del partido -lo que abre la posibilidad a que luego estas personas las filtrasen a la prensa-. Lo que sí negó de forma tajante es que fuera ella la persona que envió la información a los medios de comunicación antes de que le robase en teléfono.
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