“Siempre decíamos que era uno de los más peligrosos”. Quien habla es un destacado dirigente del PSOE de Madrid, el partido que durante cuatro años hizo de muleta del gobierno municipal de Manuela Carmena, en cuyo equipo trabajó Pablo Soto como concejal de “participación ciudadana”. Soto manejó un presupuesto millonario para desarrollar las políticas de transparencia del Ayuntamiento de la capital. Era el artífice de una de las banderas de Carmena, pero el pasado martes tuvo que dimitir por una denuncia de acoso sexual. De él mismo, decía: “Me gustan la fondue y los abrazos de Manuela”.
La historia de Soto, que precipitó en la noche del 8 de octubre, comienza mucho antes de la candidatura de Carmena. Remonta a la eclosión del peer to peer, el sistema de intercambio de datos entre ordenadores sin servidores fijos, que a comienzos de este siglo convirtió a jóvenes desconocidos en multimillonarios. El precursor fue Napster, un servicio de distribución de archivos de música, que, ignorando los derechos de autor, difundía música gratis. Sean Parker y Shawn Fanning, sus fundadores, ganaron millones y se convirtieron en ídolos para los deseosos de alcanzar la fama y el dinero a través de un ordenador.
Soto, como otros jóvenes, aspiró a emularles. Se convirtió en uno de los máximos intérpretes de ese sistema en España. Trabajó y ayudó a desarrollar plataformas como Manolito, Blubster, Piolet y Omemo. Tuvo éxito y se forró. Luego tuvo que enfrentarse con las compañías de música que denunciaban la violación del derecho de autor, pero recuperó su prestigio gracias, entre otros, a José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo gobierno subvencionó algunos de sus proyectos. “Llegó al Ayuntamiento como uno de los concejales más ricos”, aseguran fuentes municipales.
Cuando la alcaldesa impulsó Más País, Soto se apuntó enseguida. De sonrisa fácil, aunque para algunos es un “cínico calculador”, alcanzó la cúpula de la formación
Un "intocable" de Carmena
Cuando dio el salto a la política, Soto quiso llevar a cabo una de sus creencias: que la democracia representativa es corrupta, y la directa, redentora. Carmena le dio cancha. “Soto viajaba mucho por el mundo, y cuando recibió un premio de la ONU por su portal de participación se convirtió en un intocable”, explican miembros del anterior ejecutivo municipal a Vozpópuli.
Había desarrollado el portal de transparencia y participación del Ayuntamiento de Madrid. Y en junio de 2018 la ONU había premiado el Consistorio. Carmena consideró que ese premio desmontaba gran parte de las críticas recibidas en esos años, y que ella marcaba el ritmo de la nueva política. Poco importaba que luego el propio Ayuntamiento cediese el software de esa plataforma a una fundación en Ámsterdam a través de una operación sospechosa, según la oposición.
A partir de ese momento, Soto, que había entrado en el Ayuntamiento gracias a Podemos, se desmarcó del partido de Pablo Iglesias. Los círculos de Podemos en la capital ya tenían una pésima valoración del protegido de Carmena. Un juicio que compartían muchos funcionarios que trabajaron cerca de él durante su etapa de concejal de Transparencia y Participación Ciudadana.
Temor a los móviles pinchados
“Desconfiaba de los funcionarios y creó su propio equipo. Llegó y contrató a jóvenes expertos informáticos como asesores. Eran chavales que venían a trabajar en chanclas y se quedaban cerrados con sus ordenadores en pequeños cuartos. No hablaban con nadie. Esa era la orden de Soto”, comentan varios empleados en la sede municipal de Alcalá 45, donde trabajaba el equipo de la “participación ciudadana”.
Al equipo de Soto se le conocía como “los hackers”. La discreción de los jóvenes asesores de Soto, junto a sus habilidades informáticas levantaban muchos temores. Entre otros, el de tener los móviles “pinchados”: una verdadera obsesión durante la época de Carmena.
Gracias a sus colaboradores, creó un portal de transparencia y participación que sirvió para lanzar las primeras consultas de Carmena. También trabajó en los llamados presupuestos participativos, una iniciativa interesante, que se topó con dos problemas: cuando un proyecto no comulgaba con las directrices de Carmena, como la reversión de los carriles bicis, el portal impidió a sus promotores llegar a la fase de votación online; y la ejecución de los proyectos aprobados, que fue siempre deficitaria, con picos de un 80% de incumplimiento.
"Algo pasaba, era serio"
Cuando la alcaldesa impulsó Más País, Soto se apuntó enseguida. De sonrisa fácil, aunque para algunos es un “cínico calculador”, alcanzó la cúpula de la formación. Estuvo en la foto en el bautizo de Más País, al lado de Errejón y Rita Maestre, pocos días antes de caer en picado. “Algo pasaba”, aseguran fuentes de su grupo político, porque “de repente estaba callado, tenía el rostro serio”.
Solo un puñado de concejales sabía que una compañera le había denunciado por supuesto acoso sexual. Explicaba que no podía ni tan siquiera estar a su lado en las reuniones del grupo. Una mediadora (el partido la llamará “experta en machismo”) investigó el asunto. Habló con ambas partes y concluyó que la posición de Soto era indefendible. Rita Maestre le obligó a dejar el escaño para intentar zanjar la crisis cuanto antes.
Máximo silencio y nada de tribunales
La portavoz obligó al resto de su equipo a guardar silencio. Y reprochó a Soto que difundiera un comunicado en el que alegaba no recordar nada por el efecto del alcohol. El sector feminista de Más País, no obstante, asegura que “lo que ha pasado es impresentable”. Mientras, de móvil en móvil circulan los rumores sobre lo que realmente ocurrió y que apuntan a una propuesta indecente a cambio de trabajo, o a un tocamiento no consentido.
En esos chats también circulan imágenes, como la captura de pantalla de un mensaje escrito en las redes sociales en 2011, cuando el informático estaba en la cresta de la ola como desarrollador de sus plataformas: “Los donuts son como las mujeres, con el calor del verano sudan y se ponen deliciosamente pringaos. Uno más y ya”.
“Asco” y “vergüenza” son palabras se repiten en Más País. Aunque, una vez más, la cúpula trabaja para que el asunto no salpique la imagen del partido en campaña electoral. Carmena también calla. La orden es evitar un desfile de dirigentes en los tribunales por un tema de acoso sexual: “Sería contraproducente para Íñigo”, admiten. Por ello, aunque en abril el partido aprobó un protocolo que planteaba elevar a la Fiscalía las denuncias destapadas en el Ayuntamiento, la directriz es desactivar el escándalo. La lucha eterna entre transparencia y electoralismo.
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