El cese fulminante de Sergio Pascual como secretario de Organización de Podemos el pasado 15 de marzo ha generado desde entonces ríos de tinta y profusión de interpretaciones teledirigidas, interesadas. Sin embargo, hay una historia, la relatada por fuentes de la propia formación morada, que ha permanecido oculta durante estas semanas. Vozpópuli, en base al testimonio de dichas fuentes, está en condiciones de revelar en exclusiva el trasfondo, hasta ahora desconocido, de la sorprendente y traumática destitución de Pascual -muy próximo al número dos de Podemos, Íñigo Errejón- ordenada por el líder del partido, Pablo Iglesias.
Una vez Pascual resultó cazado, Echenique, no podía ser otro, el único que ha plantado cara al líder, se puso al frente de la 'sublevación'
Un plan encubierto, un encargo de especial envergadura para los tiempos venideros de un Podemos sin grietas, una estratagema soterrada para restar poder a los barones territoriales de Podemos, entre ellos Pablo Echenique (Aragón) y Teresa Rodríguez (Andalucía), rivales de Iglesias en la Asamblea fundacional de Vistalegre (octubre 2014), está detrás de lo acontecido en los idus de marzo de la séptima planta de calle Princesa, 2. Las fuentes consultadas revelan que Iglesias había encargado a su entonces secretario de Organización ir pergeñando un movimiento táctico para "restar poder a los barones territoriales" en la cúpula del partido. Sin embargo, prosiguen las mismas, Pascual fue descubierto con el operativo, lo que precipitó un ajuste de cuentas interno que aupó a Echenique a su puesto, al de máximo responsable de la implantación territorial de la organización emergente.
Una vez Pascual resultó cazado in fraganti, Echenique, no podía ser otro, el único que ha plantado cara al jefe supremo, se puso rápido al frente de la sublevación, discreta al máximo, sigilosa. Como contrapartida por la afrenta en ciernes, el secretario general de Podemos Aragón pidió la cabeza de Pascual, inhabilitado ya de por sí por su patinazo, e incluso llegó a plantear, precisan las fuentes citadas, que Íñigo Errejón fuera también "apartado de sus funciones" como número dos de la formación, es decir, como secretario de Política y Área de Estrategia y Campaña. Errejón, valedor del diputado por Sevilla, era conocedor de las intenciones de Iglesias para limitar el margen de maniobra de los barones.
En el tira y afloja que desencadenó el desafío de Echenique y otros cuadros del partido, Iglesias accedió a fulminar a Pascual, si bien Errejón conservó sus funciones. Una pieza demasiado cara. A cambio, Echenique fue nombrado por el propio líder de Podemos nuevo secretario de Organización en lugar de Pascual. ¿Por qué ha sido elegido quien retó en Vistalegre al alma máter del partido? ¿Por qué no recayó dicha secretaría en un afín a Iglesias, como Rafael Mayoral, actual responsable de Relaciones con la Sociedad Civil y Movimientos Sociales? Estos interrogantes, que se han escuchado en la formación, tienen respuesta: el exeurodiputado, lamentan las fuentes, compró de esta manera el silencio de Echenique. Así quedó la cúpula morada tras el intercambio de golpes.
La prolongada reflexión de Errejón
Además de Pascual, exnúmero tres del partido, el otro gran damnificado, pese a mantener los galones, fue su amigo Errejón, indignado con "los métodos" de Iglesias por haberle hecho un encargo al diputado por Sevilla y después haberse cobrado su cabeza. "¿Dónde termina la responsabilidad de Pascual y empieza la de Iglesias en el fracaso del plan contra los barones?" Ésa es la pregunta que las fuentes de Podemos atribuyen al hecho de Errejón que estuviera desaparecido de los micrófonos en plena refriega, sobre todo en el tiempo que fue desde la destitución de su hombre de confianza hasta la designación de Echenique por el secretario general el 18 de marzo. El portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados tardó once días más en reaparecer ante la prensa, el tiempo suficiente para reflexionar y digerir la imagen de Pascual en el patíbulo.
¿Por qué no recayó la secretaría de Organización en un afín a Iglesias, como Rafael Mayoral, actual responsable de Relación con la Sociedad Civil?
A todo esto, que es el meollo de la cuestión, se le pueden ya sumar otro ingredientes, como las previas dimisiones en cadena en Podemos Madrid (contra Luis Alegre, valido de Iglesias) y en otras delegaciones; los tejemanejes de los parlamentarios Tania Sánchez y Miguel Vila; la supuesta pugna entre pablistas y errejonistas sobre la estrategia ideológica en las conversaciones con el PSOE para la formación de Gobierno; la eterna contienda –porque existe desde el nacimiento del partido y porque Podemos presume de ella como ejemplo de democracia interna– que mantienen el ala anticapitalista del partido y la facción más moderada sobre la forma de implicar a "las clases populares en el proceso constituyente". Y a todo esto, también se le pueden entreverar los desaires de unos hacia otros en estas semanas. La carta de despido de Pascual, en efecto, llegó con nocturnidad, alevosía y premeditación.
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