Disolver. Fagocitar. Diluir. Estos verbos se han convertido en habituales para hablar de Eusko Alkartasuna (EA), partido creado en 1986 como escisión del PNV por el lehendakari Carlos Garaikoetxea. Porque esta formación política lleva varios años peleándose en los tribunales, con dos sectores enfrentados sin remisión, mientras va diluyéndose en el seno de la coalición Bildu, de la que forma parte desde 2011, cuando se creó para las elecciones municipales de entonces.
Los dos sectores de EA en liza son el oficial, dirigido por la secretaria general, Eba Blanco, y el crítico, encabezado por el parlamentario navarro Maiorga Ramírez y respaldado por el citado Garaikoetxea. Los primeros defienden firmemente la situación actual, con la formación en su papel minoritario dentro de Bildu, mientras los segundos reclaman más autonomía y más presencia para no acabar desapareciendo. La pelea venía de lejos pero se recrudeció sobremanera en 2019, cuando dimitió el hasta entonces líder, Peio Urizar, principal hacedor de la integración del partido en Bildu junto a Sortu (la antigua Batasuna), Aralar (ya desaparecido) y Alternatiba.
El peor momento del partido llegó durante ese proceso de sucesión de Urizar. En las primarias de 2019 se anuló la candidatura presentada por el citado Ramírez. Ambas corrientes intercambiaron denuncias en los tribunales que hacían presagiar un final complicado. El pasado julio la Audiencia Provincial de Álava sentenció que esas primarias quedaban anuladas y ordenó su repetición. El penúltimo terremoto interno que encona aún más las posiciones.
Cada parte se aferra ahora a argumentos jurídicos opuestos mientras apelan al diálogo para encontrar una solución. El sector crítico que respalda Garaikoetxea reclama la convocatoria de primarias en dos meses. En una entrevista concedida a El Correo tras conocerse la sentencia, Blanco defendía que seguiría en el cargo porque su nombramiento como secretaria general nada tenía que ver con las primarias anuladas (porque fue una decisión de la Asamblea Nacional del partido), atacaba otra vez a los críticos (los ataques han sido múltiples en ambas direcciones) y recordaba que la actual dirección que ella encabeza ha convocado un congreso de EA para decidir su futuro.
La posición dentro de Bildu
Más allá del embrollo jurídico, en esta pelea interna del partido subyace también la lucha por la posición estratégica que debe tenerse. O sea, por la futura posición dentro de Bildu. A priori, ninguno de los sectores quiere salir de la coalición abertzale que lidera Arnaldo Otegi. Pero sus posturas chocan a la hora de decidir qué papel tiene que ejercer EA en esa casa común de varios partidos.
Los críticos acusan a la dirección actual de querer "diluirse en Bildu" y abogan por mantener la forma de coalición, que se base en "acuerdos programáticos" con el resto de socios y, lo que es más relevante, en "una mayor libertad de voto y de acción", en palabras también a El Correo de Begotxu Olaizola, portavoz de este sector descontento con el actual rumbo de EA. Para ellos, el problema de la alianza nacionalista es que, como en su día publicó este diario, Sortu ha ganado demasiado peso en detrimento de sus socios. Han llegado a hablar de "marginación" dentro de los órganos de control de la coalición.
Sea en el congreso convocado por la dirección o en las primarias que exigen los críticos, tarde o temprano ambas corrientes volverán a enfrentarse por el control de EA. Y quedará claro adónde va el partido que fundó Garaikoetxea en 1986
La actual dirección, por el contrario, apuesta por el reforzamiento y crecimiento de la marca Bildu. En la citada entrevista, Blanco defendía que "EA es Bildu" y, por ende, "no puede coaligarse con ella misma". Afirmaba además que los críticos "quieren volver al 2011; y hay que recordar que entonces EA tenía un parlamentario y muchos nos daban por muertos". Para este grupo, Bildu es la fórmula ganadora y lo mejor es seguir dentro para dejar la impronta de EA en las decisiones de la formación comandada por Otegi.
La no condena como ejemplo
A modo de ejemplo, uno de los últimos choques internos, fuera de los tribunales, ocurrió este mismo verano en Vitoria. Allí, en la capital vasca, fue agredido el exconcejal del PP Carlos García Calvo. En el Ayuntamiento de la ciudad y en las Juntas de Álava Bildu no quiso suscribir un comunicado de condena a la agresión. La propia Blanco, concejal en la ciudad, defendió esa postura como portavoz bildutarra en una comparecencia. Sin embargo, esta actitud no gustó nada en los cuadros de EA, que en el Ayuntamiento de San Sebastián sí se sumaron a la condena.
Lo ocurrido no es baladí, sino bastante significativo de esa profunda división. Porque, al decir de diversos medios vascos, en principio el grupo crítico controla el aparato de EA en Navarra y también en dos provincias vascas, Guipúzcoa y Álava. En cambio, Blanco y los suyos dominan con mayoría en Vizcaya, la provincia más poblada. O, dicho de otra manera, las fuerzas están bastante equilibradas entre estos dos sectores enfrentados de manera que parece crónica.
Sea en el congreso convocado por la dirección o en las primarias que exigen los críticos, tarde o temprano ambas corrientes volverán a enfrentarse por el control de EA. Y quedará claro adónde va el partido que fundó Garaikoetxea en 1986.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación