Quince años han pasado ya de uno de los actos más extraños en la historia de ETA. En septiembre de 2006, durante la celebración de un acto por el Gudari Eguna (día del soldado vasco), tres miembros de la organización terrorista aparecieron encapuchados en el monte Aritxulegi de Oiartzun (Guipúzcoa). Leyeron un comunicado y terminaron disparando siete veces al aire entre los aplausos de los allí presentes.
Aquella imagen se propagó por todo el mundo entre otras cosas porque en aquel momento ETA decía estar en "tregua" y mantenía negociaciones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Solo tres meses después del acto de Oiartzun, la banda terrorista atentaba contra la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas y causaba la muerte de dos personas: Carlos Alonso Palate y Diego Estacio. El atentado provocó también que se interrumpiera la negociación, si bien en mayo de 2007 las conversaciones se reanudaron y pronto naufragaron.
Volviendo al icónico acto de Oiartzun, los tres pistoleros leyeron un mensaje en nombre de ETA. Tal y como recogieron entonces los diarios Gara y Berria, el texto decía que "la lucha no es el pasado, sino el presente y el futuro" y mostraba su compromiso por "seguir luchando firmemente con las armas en la mano hasta conseguir la independencia y el socialismo en Euskal Herria".
Los etarras dijeron que "continuar, sin desistir, en la lucha por el camino ejemplar de los gudaris, nos llevará a ser un pueblo libre"
Los etarras afirmaron también que el Gudari Eguna no es "una fecha para mirar atrás", sino que, por el contrario, "con el ejemplo de los compañeros de lucha en la memoria y aprendiendo sobre el camino recorrido, este día tiene que servir para afianzar la lucha de hoy y mañana, tiene que servir para fortalecer el compromiso personal por la libertad de Euskal Herria". Además, aseguraban que "continuar, sin desistir, en la lucha por el camino ejemplar de los gudaris, nos llevará a ser un pueblo libre" y añadían que "hacer frente firmemente a la opresión que vive Euskal Herria es un trabajo imprescindible para garantizar la supervivencia de nuestro pueblo".
Como colofón, dos de los tres encapuchados, los que flanqueaban al lector del texto, disparaban siete veces al aire con sus fusiles G-3. Además de la presencia de estos tres encapuchados, ese día en Aritxulegi se creaba un "bosque de los gudaris", con un roble plantado por cada uno de los 218 etarras fallecidos. El lema de la convocatoria era "Izan direlako gara, garelako izango dira" (Porque han sido somos, porque somos serán). Años después, en junio de 2014, la Guardia Civil desmanteló ese lugar y detuvo a los responsables de crearlo.
¿Por qué?
Lo sucedido aquel día no era habitual en la historia reciente de la banda criminal. Es difícil saber por qué ETA protagonizó aquel extraño acto del que ahora se cumplen quince años. En su momento se interpretó como un mensaje de una parte de la banda, la que apostaba por volver a los atentados, a la otra parte, la que quería agotar las vías de negociación con el Gobierno.
Uno de los expertos que ha estudiado las liturgias de ETA es Jesús Casquete, profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la UPV. En conversación con Vozpópuli, destaca que "la celebración del Gudari Eguna, como otros actos conmemorativos suyos sujetos a calendario (20-N, asesinatos de Brouard y Muguruza, por poner un ejemplo) cumple la función de preservar las fronteras de la comunidad nacionalista radical".
"Es una fecha emblemática en su calendario, marcada en rojo, donde se glorifica a los gudaris caídos por Euskal Herria". "Además de la intervención de miembros de ETA encapuchados y armados, uno de los aspectos privativos del acto de Aritxulegi en el marco del Gudari Eguna, que acostumbraban a celebrar en entornos urbanos -explica- es que lo hacen en el monte, que también tiene su significado como mitificación de lo rural como parte de las esencias vascas, además de que al hacerlo en ese entorno es más difícil de vigilar por las fuerzas de orden público".
Respecto a la vigencia del Gudari Eguna, Casquete afirma que "en la medida en que estas fechas suponen una vindicación y glorificación de la violencia y de los perpetradores, Sortu y por extensión Bildu las han desactivado en gran medida, entre otras razones porque la Ley de Partidos contempla la prohibición de partidos que glorifiquen la violencia", de manera que ahora se trata de "una celebración de escala considerablemente menor en comparación con lo que era antes".
Estos días el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) denunciaba que "las juventudes abertzales" del grupo Jarki han convocado un acto para este sábado en Leiza (Navarra) por el Gudari Eguna. En el texto donde llaman a participar en el acto afirman que "la lucha de los gudaris, además de ser parte del pueblo con dolor y compromiso, ha escrito la historia". Asimismo este colectivo denunciaba que Sortu ha convocado actos en una treintena de localidades del País Vasco y Navarra para el lunes, 27 de septiembre, que es la fecha exacta del Gudari Eguna en conmemoración por los fusilamientos de los etarras Txiki y Otaegi en 1975 por la dictadura franquista.
El acto de Oiartzun de 2006 fue también uno de los últimos estertores propagandísticos de ETA. En 2007, fracasadas las conversaciones con el Gobierno, la banda terrorista anunciaba el final de su "alto el fuego" y volvía a la senda del asesinato. En sus últimos años los etarras cometieron numerosos atentados y mataron a otras diez personas: los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero, el concejal socialista Isaías Carrasco, el guardia civil Juan Manuel Piñuel, el brigada del Ejército Luis Conde, el empresario Ignacio Uría, el policía nacional Eduardo Puelles, los guardias civiles Carlos Enrique Sáenz de Tejada y Diego Salva y el gendarme Jean-Serge Nérin.
En octubre de 2011, la banda terrorista anunciaba el ya célebre "cese definitivo de la actividad armada" del que pronto se cumplirán diez años.
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