Divide y vencerás. Esta vieja máxima siempre funciona. Sin ir más lejos, Pedro Sánchez la ha utilizado para ganar las elecciones generales del 28-A. En Euskadi, la división de las formaciones no nacionalistas, tanto a la derecha como a la izquierda del tablero, hace presagiar que los nacionalistas vascos pueden lograr una amplia victoria en las elecciones municipales y forales del próximo 26 de mayo. En el PNV y en Bildu ya se frotan las manos ante la posibilidad de aglutinar todo el poder. Todo.
Abonan esa posibilidad los números. El espectacular resultado de los dos partidos nacionalistas el 28-A está unido indefectiblemente a la fragmentación del voto entre todos sus rivales. El mejor ejemplo es el más sonado: lo que le ocurrió a Javier Maroto. Porque en Álava la irrupción de Vox (5.587 votos) y el apoyo a Ciudadanos (7.039) provocaron que el PP perdiera un escaño que ganó Bildu por tan solo 384 votos.
No solo Maroto
El caso de Maroto es quizás el más mediático, pero no es el único. En la circunscripción de Vizcaya pasó algo parecido. En las generales de 2016, el PP logró un diputado gracias a que obtuvo 79.000 sufragios (12,7%). En esta ocasión, los populares vascos se quedaron fuera del Congreso porque cosecharon 49.000 votos, con un crecimiento de Ciudadanos (21.200 votos) y una fuerte entrada de Vox (15.790). Los números cantan. Porque la suma de PP, Cs y Vox (85.000 votos, el 12,6%) hubiera servido para que el centroderecha lograse al menos un escaño por la provincia más poblada de Euskadi.
La división en la izquierda también favorece al nacionalismo. En Guipúzcoa, Bildu logró este domingo dos diputados gracias a la igualdad entre Podemos y PSE. Es cierto que el conglomerado que lidera Arnaldo Otegi subió en 25.000 votos. Pero no es menos cierto que solo consiguió un segundo escaño gracias a que el PSE subió en detrimento de Podemos. Así, Bildu tiene dos escaños con 95.000 votos, mientras Podemos y PSE suman uno cada uno con 148.000 apoyos. En 2016, las formaciones de izquierda tuvieron una cifra de votos similar (155.000) pero lograron entre ambas tres diputados, dos para los ‘morados’ y uno para los socialistas.
Dos frente a cinco
Los soberanistas solo son dos, uno a la derecha y otro a la izquierda, PNV y Bildu. Y la pelea de los no nacionalistas, sea en la derecha, entre PP, Vox y Cs, o sea en la izquierda, entre Podemos y PSE, beneficia a los que desean la independencia. No puede olvidarse, a este respecto, que Bildu no es un partido, sino una coalición de tres formaciones: la antigua Batasuna, ahora llamada Sortu, EA y Alternatiba.
En comunidades donde el voto está tan fragmentado como en el País Vasco, las alianzas suelen ser un sinónimo de éxito y el exceso de división suele ser sinónimo de fracaso. Las cifras de este 28-A hablan por sí mismas si se observan con detalle. Más aún si se atiende a los datos de toda la comunidad autónoma. El PNV y Bildu lograron 606.827 votos en total. La suma de PSOE, Podemos, PP, Cs y Vox alcanzó los 638.548 sufragios. Pero los nacionalistas obtuvieron diez escaños y los no nacionalistas ocho. En las generales precedentes, los nacionalistas se quedaron en siete y los no nacionalistas llegaron a 11.
Las elecciones que se avecinan
Los resultados de unas generales en el País Vasco no son extrapolables a los de unas elecciones autonómicas o forales. Porque, como es sabido, los electores no votan igual en cada cita electoral. De hecho, lo habitual es que los partidos de ámbito estatal obtengan mejores guarismos precisamente en las generales. Así, es evidente que lo ocurrido este 28-A sí indica una tendencia ganadora del nacionalismo frente a los no nacionalistas.
Porque el resultado de las generales, con victoria del PNV en las tres provincias y en dos de las tres capitales (solo en Vitoria gana el PSE), refuerza los vaticinios de los sondeos que hasta ahora se han realizado sobre las elecciones municipales y forales del 26-M. Todas las encuestas publicadas, tanto las del Sociómetro del Gobierno vasco como las de los medios, señalan que el PNV será la primera fuerza y Bildu la segunda en las tres provincias y en las tres grandes ciudades. Un panorama casi monocolor que es soñado por el nacionalismo, temido por los no nacionalistas y fomentado por la división de estos últimos, sea en la derecha o en la izquierda.
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