Que en el País Vasco se vota distinto que en el resto de España es un dato palmario. En las pasadas elecciones generales y municipales quedó claro. La hegemonía del nacionalismo vasco cambia el mapa electoral en la comunidad. Un ejemplo es que la conocida como 'nueva política' no termina de carburar. Son dos casos diferentes, pero lo cierto es que Ciudadanos ni siquiera tiene representación y que Podemos cada vez puede menos.
Las diferencias con el resto de España son abrumadoras sobre todo en el caso del partido que lidera Albert Rivera. Ciudadanos creció en casi todos los territorios de España en las dos citas electorales, pero no consiguió representantes en las instituciones vascas. Pese a los ímprobos esfuerzos de Luis Gordillo, líder de Cs Euskadi, y sus compañeros de filas, el resultado fue demoledor.
Visitas y fichajes sin rédito
En Ciudadanos son conscientes de que el País Vasco quizás sea la plaza más difícil para ellos. Su posición respecto a los fueros y su feroz oposición al nacionalismo ubican al partido naranja lejos de muchos de la mayoría de los votantes. Pero, además, la falta de visibilidad pública debido a su ausencia de las instituciones dificulta aún más sus posibilidades.
Rivera y la dirección nacional no frecuentan la comunidad. En los últimos meses, eso sí, el líder de Ciudadanos visitó en campaña las localidades de Rentería y Miravalles. Fueron dos actos con mucho eco en los medios a nivel nacional pero con poco rédito electoral, por no decir ninguno, en Euskadi. El sonado fichaje de la eurodiputada Maite Pagazaurtundua, cuyo hermano Joseba fue asesinado por ETA, tampoco se tradujo en respaldo ciudadano.
En Ciudadanos son conscientes de que Euskadi nunca será un caladero de votos pero, en todo caso, dicen ser optimistas de cara a las elecciones autonómicas. Cuatro años atrás se quedaron solo a 300 votos de lograr un escaño por Álava. En sus posibilidades se antoja clave ver qué rumbo toma el PP vasco y cómo lo valoran los ciudadanos.
Podemos resiste, pero poco
El caso de Podemos es mucho menos dramático que el de Ciudadanos. Así lo atestiguan los datos. Pero las perspectivas tampoco son halagüeñas. Su problema no es que no haya llegado, sino que ha retrocedido. Porque el partido morado irrumpió en Euskadi espectacularmente, como primera fuerza, en las generales de 2015. Y consolidó su fuerza en las autonómicas de 2016, cuando quedó en tercer lugar, por detrás de PNV y Bildu, lo que le convirtió en el primero entre los nos nacionalistas, por delante de PSE y PP.
Arreciaron después los graves problemas internos. Primero fueron las peleas entre la dirección nacional y la regional. Y después llegaron las disputas entre diferentes corrientes. El desgaste a nivel nacional también hizo mella. Así, la formación que lidera Lander Martínez se quedó en unos resultados que podrían llamarse agridulces el 28-A y el 26-M.
No se produjo el batacazo esperado, pero el estancamiento fue tan duro como evidente. A nivel nacional, el PSE superó a Podemos, desplazado a la tercera plaza en Euskadi. A nivel local y regional -hubo elecciones forales-, las cifras fueron engañosas: mejores datos que en el pasado -en las locales de 2015 no se presentó- pero sin conseguir poder alguno.
Martínez y los suyos luchan contra sus oponentes y contra los elementos por aumentar su visibilidad y, con ello, mejorar sus resultados. El fantasma de la división interna aún acecha, pero no tanto como en el pasado.
Los partidos de la 'nueva política' viven situaciones diferentes en Euskadi, pero, como ya se ha dicho, comparten cosas. Una de ellas es que para unos y otros las autonómicas de 2020 serán su prueba de fuego. Ciudadanos intentará despegar. Y Podemos buscará empezar a poder más. Por ahora, las encuestas no les sonríen.
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