Parece un déjà vu, pero no lo es. Otra vez el País Vasco bate todos sus récords de contagios por coronavirus. Otra vez la comunidad autónoma presenta datos que la sitúan entre las peores de toda España. Otra vez el lehendakari, Íñigo Urkullu, se ve obligado a endurecer las restricciones. Otra vez la impotencia frente al problema. El Gobierno vasco fracasa en su intento de contener la quinta ola como ya fracasó contra las cuatro anteriores oleadas del virus.
El Ejecutivo vasco de PNV y PSE no consigue frenar la enorme virulencia de esta quinta ola de la pandemia. Es justo lo mismo que pasó con la cuarta oleada, el pasado marzo, cuando Euskadi volvía a imponer las restricciones más fuertes de todo el país ante unos contagios disparados. Y es también lo mismo que ocurrió hace once meses, en agosto de 2020, cuando el número de infectados disparaba todas las alarmas antes de la vuelta de vacaciones.
Este jueves el Ejecutivo autonómico endurecía las restricciones horas después de conocerse una cifra de contagios escandalosa para la región: 1.801 nuevos infectados. Lo que supone, amén del récord de toda la pandemia, una incidencia acumulada de 682 por cada 100.000 habitantes. La tasa de positividad está en el 13,2%. Por ahora, eso sí, las UCI no están colapsadas, si bien es cierto que aumentan peligrosamente los ingresados en los diversos hospitales vascos. Al igual que ocurre en el resto de España, ese número de ingresos diarios no alcanza la fuerza de las anteriores olas, en gran medida debido a la campaña de vacunación.
Sin estado de alarma
Más allá de los datos de cada ola, que están ahí para quien quiera comprobarlos, lo cierto es que en el ámbito político todo son o al menos parecen derrotas para el Ejecutivo Urkullu en lo que se refiere a la gestión de la pandemia. Donde mejor se puede comprobar es en cómo nuevamente el lehendakari se ha quedado solo reclamando medidas al Gobierno de Pedro Sánchez. Pidió que se mantuviera el uso obligatorio de la mascarilla. Y el Ejecutivo de PSOE y Podemos hizo caso omiso otra vez.
Pese a todo, parece que Urkullu no sufre desgaste alguno por sus fracasos contra el virus. Las últimas encuestas conocidas siguen situando al PNV en primera posición
¿Por qué Urkullu insiste tanto en reclamar ayuda -sin éxito- al Ejecutivo a Sánchez ahora como ya hizo en plena cuarta ola pidiendo el estado de alarma? Porque el lehendakari teme que si pone en marcha restricciones sin el paraguas jurídico de esa situación excepcional, los tribunales de justicia se las tumben, como ya ha ocurrido en varias ocasiones durante los últimos meses. El último varapalo judicial llegó el pasado mayo, cuando el TSPV frustró sus planes para actuar contra la cuarta ola.
Dos caídos (por ahora)
Pese a todo, parece que Urkullu no sufre desgaste alguno por sus fracasos contra el virus. Las últimas encuestas conocidas siguen situando al PNV en primera posición. De haber elecciones en el País Vasco ahora, los peneuvistas y sus socios del PSE mantendrían su cómoda mayoría absoluta, según el Sociómetro conocido unas semanas atrás.
Sin desgaste pero con varios caídos en la causa. No puede olvidarse que Urkullu entregó la cabeza de la antigua consejera de Sanidad, Nekane Murga, en la última remodelación de su Gabinete. A ello hay que sumar la sorpresiva (y poco explicada) dimisión de Ignacio Garitano, el hasta entonces responsable del control de la pandemia en el País Vasco, hasta el punto de que se le llamaba 'Fernando Simón vasco'.
Ahora la sustituta de Murga, la consejera Gotzone Sagardui, es quien da la cara frente a los grupos de la oposición en el Parlamento vasco, donde se viven duros debates que no pueden llegar a más porque la mayoría de PNV y PSE lo impide. Ese es otro déjà vu político en Euskadi.