"Manos a la obra". Esa fue la expresión que más repitió el lehendakari, Íñigo Urkullu, durante su triunfante comparecencia de la noche electoral. Quería decir con ello que no hay tiempo que perder porque la crisis económica apremia. La realidad, siguiendo la estela de esa máxima, es que tanto el PNV como el PSE quieren sellar cuanto antes, mediante una negociación rápida, la reedición de su gobierno de coalición.
No se sabrá hasta el viernes, cuando se recuente el voto extranjero, si finalmente Bildu, PSE y Podemos sumarán los 38 escaños de la mayoría absoluta que ahora sí suman. Pero, en realidad, ese recuento no cambia nada. Porque unos y otros tienen claro lo que quieren que ocurra. Ni los bildutarras alentaron demasiado esa posibilidad en campaña, porque su objetivo era consolidarse como alternativa, ni los socialistas vascos lo contemplan.
PNV y PSE han subido en estas elecciones, de manera que sienten que los votantes han respaldado al Gobierno, y ahora suman la friolera de 41 escaños, una holgada mayoría absoluta que les permitirá gobernar cómodamente y sacar adelante los Presupuestos de la venidera época de crisis sin tener que meter a otros en la ecuación.
Presupuestos garantizados en plena crisis
En la pasada legislatura, cuando entre los dos tenían 37 escaños, a uno de la mayoría, peneuvistas y socialistas sudaron tinta china para sacar adelante las cuentas públicas: en 2016 y 2017 el PP fue el socio, en 2018 no lograron apoyos y tuvieron que prorrogarlas y, por último, en 2019 convencieron a Podemos in extremis. Nada de eso será necesario en la legislatura que ahora echa a andar. Urkullu habla de grandes acuerdos con todas las fuerzas políticas, pero le bastará con acordar con sus socios.
El entendimiento de PNV y PSE ha sido la tónica durante los dos mandatos de Urkullu como 'lehendakari'. En 2012 las dos formaciones firmaron un acuerdo de estabilidad y en 2016 dieron un paso más adelante al conformar un Ejecutivo de coalición
El entendimiento de PNV y PSE ha sido la tónica durante los dos mandatos de Urkullu como lehendakari. En 2012 las dos formaciones firmaron un acuerdo de estabilidad y en 2016 dieron un paso más adelante al conformar un Ejecutivo de coalición. Ahora, en 2020, esa alianza será otra vez la fórmula elegida. Lo principal de la negociación será, precisamente, el reparto de consejerías, aunque no se esperan grandes cambios.
En la pasada legislatura el Ejecutivo autonómico constaba de 11 consejerías, de las que el PSE ocupaba tres (Vivienda, Medio Ambiente y Planificación Territorial; Trabajo y Justicia; Turismo, Comercio y Consumo). Además, los socios firmaron un acuerdo programático como es menester en estas ocasiones. Sin duda, los Presupuestos de reconstrucción y la lucha contra la covid-19 marcarán las políticas que pactarán.
Este lunes, día de la resaca electoral, la presidenta del todopoderoso PNV vizcaíno, Itxaso Atutxa, ya decía que el PSE es su "primera opción" para gobernar. El líder del PSE guipuzcoano, Eneko Andueza, afirmaba que los peneuvistas, como ganadores, tienen que tomar la iniciativa y se abría a reeditar el pacto. Son, en el fondo, declaraciones para cortejarse en público cuando ya sólo falta fecha para la boda.
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