El lehendakari, Íñigo Urkullu, reactiva el debate sobre el nuevo Estatuto de autonomía del País Vasco. Era cuestión de tiempo. El momento es ahora. El jefe del Gobierno vasco desempolvaba este miércoles este asunto de enorme complejidad y fuerte relevancia política. Y él mismo confesaba que es hora de ponerse en marcha para aprobarlo mientras Pedro Sánchez presida el Gobierno central porque "no sé qué situación habrá en el futuro" en el Congreso de los Diputados.
Dicho de otro modo: Urkullu sabe que con Sánchez en Moncloa hay opciones de cumplir su sueño antes de dejarlo. Esto es, alumbrar un nuevo Estatuto que sustituya al Estatuto de Gernika. O sea, el Plan Urkullu. Ese era y es el legado que pretende dejar tras doce años al frente del Ejecutivo autonómico. Asimismo, el lehendakari sabe que si hay un cambio en la política nacional, con un gobierno hipotético del PP que contase con un probable respaldo de Vox, esa opción sería imposible.
El año 2021 estaba marcado en rojo en el calendario de Urkullu. Su idea era que, tras la victoria en las autonómicas de 2020, llegaría el momento de ponerse en serio con la apuesta por el nuevo Estatuto. Pero entonces llegó inopinadamente una pandemia que lo cambió todo y trastocó sobremanera dicha hoja de ruta. Los socios del Gobierno vasco se vieron obligados a posponer este debate.
La propuesta peneuvista incluye que se reconozca jurídicamente el derecho a decidir pero sin ponerlo en práctica
Así las cosas, el pasado verano, cuando parecía atisbarse el final de la pandemia, ya estaba claro que, como contó Vozpópuli, el debate sobre el Estatuto volvería a la palestra y sería clave durante la segunda mitad de la legislatura en el País Vasco.
¿Qué propone Urkullu?
Es obvio que Urkullu no quiere un procés a la vasca, es decir rupturista. Como viene informando este diario, el Plan Urkullu no es el Plan Ibarretxe. La estrategia de los jeltzales consiste en alcanzar un acuerdo transversal con su socio de gobierno, el PSE, y con Podemos-IU. El PNV quiere que el nuevo Estatuto reconozca a Euskadi como "nación" y aumente sus dosis de autogobierno, con más cesiones de competencias, con una apuesta por la "bilateralidad" y el "concierto político", sí, pero sin romper con el resto de España.
La propuesta peneuvista incluye que se reconozca jurídicamente el derecho a decidir pero sin ponerlo en práctica. En concreto, el PNV pretende incluir en el texto estatutario una disposición adicional segunda que diría así: "La plena realización de los Derechos Históricos del Pueblo Vasco, como manifestación institucional de su autogobierno, se exterioriza a través del derecho a decidir de su ciudadanía libre y democráticamente expresado, siendo su ejercicio pactado con el Estado". Esto supone dejar abierta la opción de la "autodeterminación" pero siempre y cuando haya un pacto con el Estado para llevarla a cabo.
¿Qué dice el resto?
Los debates en el Parlamento vasco durante la anterior legislatura dejan claras las posiciones de unos y otros sobre esta cuestión. El PNV logró un acuerdo amplio con PSOE y Podemos, sí, pero con importantes diferencias precisamente en las cuestiones fundamentales, como el reconocimiento de Euskadi como "nación" y la citada mención al "derecho a decidir". Básicamente los morados sí respaldan las tesis peneuvistas mientras que los socialistas no.
Es evidente que a Bildu esta opción le parece poca cosa. La coalición liderada por Arnaldo Otegi quiere un texto rupturista con el resto de España, con derecho de autodeterminación reconocido y ejercido. También es obvio que tanto la coalición PP+Cs como Vox están radicalmente en contra de estas propuestas de reforma del Estatuto de autonomía.
Así las cosas, como ya contó este diario, el PSE desnivelará la balanza. La clave está en hasta dónde están dispuestos a llegar los socialistas vascos. O, mejor dicho, en qué puedan pactar el PNV y Sánchez. Ahí está el ser o no ser del nuevo Estatuto vasco.
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