Este viernes se cumplen 25 años de la liberación de José Antonio Ortega Lara. Un duro golpe para ETA asestado por la Guardia Civil. Pese a la terrible venganza etarra, que fue el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, algo empezó a cambiar aquel día en que los agentes de la Benemérita entraron en la nave de Mondragón (Guipúzcoa) donde los terroristas habían encerrado en un zulo inhumano al funcionario de prisiones durante 532 días.
Ese 1 de julio de 1997 está en la retina y la memoria de todos los que lucharon contra la banda terrorista. Porque encontrar vivo a Ortega Lara y liberarlo supuso un avance más que simbólico contra los etarras. Las duras imágenes del liberado cuando llegó a su vivienda de Burgos, escuálido y con largas barbas, también están en las memorias de miles de ciudadanos.
La réplica del zulo puede visitarse hoy en el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. Cualquier visitante de este lugar que hace memoria del horror puede comprobar cómo es estar en ese agujero. Como en su día contó este diario, adentrarse en el minúsculo habitáculo produce una cortante sensación de irrealidad. En un espacio tan diminuto que se siente una falta el aire y se piensa en el agobio que debieron sentir quienes estuvieron encerrados allí por ETA, que fueron tanto Ortega Lara como el empresario Julio Iglesias Zamora, que pasó allí 117 días.
Sin revelar el paradero
A Ortega Lara lo custodiaban entre otros el etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga, quien tras ser detenido, con inusitada frialdad, no reveló el paradero del secuestrado a los agentes de la Benemérita y al juez Baltasar Garzón que dirigía la operación. Tras un arduo registro durante horas, en las que el terrorista seguía con su mutismo, un agente encontró el escondite debajo de una máquina en la citada nave industrial.
La nave de Mondragón donde estaba encerrado el funcionario de prisiones está hoy en un estado de casi abandono. Eso sí, el pasado septiembre, cuando el PP vasco decidió concentrarse allí en protesta por los actos previstos en la localidad por otro etarra, Henri Parot, el lugar amaneció con una pintada que decía "fascistas fuera" y "marchaos de Mondragón".
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