De repente, Mariano Rajoy ha recordado que es católico, como el 70 por ciento de los españoles, según el CIS. Un segmento de la población al que PP había olvidado desde el drástico volantazo que aplicó en la tramitación tempestuosa de la ley del aborto. Dos actos de marcado cariz confesional ha cumplimentado fuera de programa en esta semana: la reunión con las escuelas concertadas en Valencia y la asistencia, a título personal, a la procesión del Corpus Christi en Toledo. Esta era la cuarta visita a Castilla-La Mancha en tres meses. Hay al menos tres escaños danzando en la tierra de Dolores Cospedal.
Hay al menos tres escaños danzando en la tierra de Dolores Cospedal, y Rajoy ha visitado Castilla-La Mancha cuatro veces en tres meses
Ciudadanos se derechiza, Albert Rivera ha completado un viaje redondo a Venezuela, embiste sin cesar contra Podemos y se distancia de Pedro Sánchez, su viejo compañero de pactos. Llamativos movimientos que se siguen con enorme atención desde la atalaya de Génova.
El equipo de campaña del PP ha improvisado esta semana dos actos relacionados con un sector de la población que tenía olvidado: el católico. El presidente de los populares fulminó en forma estrepitosa el proyecto de reforma de la ley del aborto que impulsaba el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, posteriormente autodefenestrado. Fue un cerrojazo estruendoso a una ley considerada clave para buena parte de su elector, sustituida luego por una iniciativa tibia y pacata, al decir de los sectores más sensibles en este asunto. “Una traición”, se escuchó en estos medios.
Otra ley embalsamada
La evolución de la nueva Ley de Educación, que promovió el entonces ministro José Ignacio Wert, ahora plácidamente instalado en París en la embajada española ante la Unesco, también molestó en este ámbito del electorado. Arrancó amputada y demediada, arrasó ilusiones y alimentó decepciones. El actual titular de la cartera, Íñigo Méndez Vigo, se han encargado de embalsamarla, sin ruido ni polémica.
“Hemos abandonado al votante católico, hemos dejado un vacío que ahora nadie ocupa”, deslizaba hace unas semanas un asesor externo de Moncloa
“Hemos abandonado al votante católico, hemos dejado un vacío que ahora nadie ocupa”, deslizaba hace unas semanas un asesor externo de Moncloa. "Y ese hueco sigue ahí", añadía. Rajoy no es particularmente sensible hacia ese sector de la población. “Ni siquiera le caen bien los democristianos”, comenta en forma jocosa la mencionada fuente. La jubilación de monseñor Rouco como presidente de los obispos ha diluido el protagonismo social de la Iglesia católica, ahora muy prudente y silente. No emite pronunciamientos antes de unos comicios, ni organiza manifestaciones multitudinarias, sus líderes apenas aparecen en los medios. ‘Ni siquiera la Cope recuerda ya a la Cope’, comenta esta fuente.
Este lunes telefoneó a Moncloa un alto responsable de la Mesa por la Educación de la Comunidad Valenciana, que agrupa a gran parte de las escuelas concertadas que se sienten hostigadas y perseguidas por el gobierno social-independentista que dirige Chimo Puig. Pedían árnica. La respuesta fue inmediata. El presidente del Gobierno en funciones se reunía con ellos este mismo miércoles en su visita a Valencia: “La libertad educativa no es algo que se le haya ocurrido a formación política alguna, o a algún padre en defensa de sus hijos. Es algo consustancial al ser humano”, explicó el presidente ante un auditorio necesitado de respaldo. Decenas de miles de personas se habían manifestado el domingo en defensa de la libertad de enseñanza y en contra de la campaña desatada por el gobierno de Puig contra las escuelas concertadas, mayoritariamente católicas. La visita de Rajoy se ha visto como una tímida muestra de rearme moral, de defensa de valores éticos, un leve intento por recoger el estandarte que el PP prácticamente había sustituido por el de la recuperación económica y la creación de empleo. Vista a la derecha, que vienen los de Ciudadanos, parece escucharse en los maitines de Génova.
Rivera gira a la derecha
La iniciativa del equipo de campaña del PP parce ideada para movilizar a este segmento de la población ahora olvidado y, en consecuencia, abonado a la abstención. Albert Rivera se orienta a la derecha, se aleja de sus acuerdos con el PSOE, radicaliza su denuncia de Podemos y el chavismo y se afana por encontrar un hueco ideológico que parecía haber perdido. Los líderes del PP repiten con insistencia las palabras ‘moderación’, “sensatez” y “confianza”, y deslizan en cuanto pueden algunas pullas contra Ciudadanos, recordando que ha pactado con la izquierda, es decir, PSOE y Podemos para arrebatarle alcaldías como las de Granada, Santa Pola, Gandía, Torrevieja o la diputación de Toledo, entre otras plazas. Nada dicen del cuerdo que le presta el partido naranja en Castilla y León, Murcia o Rioja, donde ocupan la presidencia merced a su abstención.
El voto moderado es del PP, viene a ser le línea argumental de Génova, que necesita recuperar un millón de las papeletas perdidas en diciembre. Ciudadanos es un partido laico, que no defiende ni la asignatura de religión ni los colegios religiosos y que es muy beligerante en favor de la ley del aborto, recuerdan con insistencia los populares. “Es el momento de machacar con este asunto, que nunca lo hemos hecho”, apuntan. Es el católico un amplio segmento social que nadie cuida, que apenas velan por él los políticos, que no pintan nada ni en los medios de comunicación, ni en los ámbitos culturales. Son hostigados, menospreciados, ridiculizados y perseguidos en comunidades y municipios de la izquierda radical. “Ni siquiera los obispos se acuerdan casi de ellos", concluye esta fuente en tono irónico.
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