A 24 horas de que se cierre el plazo de presentación de candidaturas para la presidencia del PP de Andalucía, las aguas bajan muy revueltas. El aspirante oficial del aparato, José Luis Sanz, actual secretario general de la formación y apadrinado tanto por Dolores Cospedal como por el interino Juan Ignacio Zoido, no termina de agradar en Moncloa. Hacerle frente al torbellino Susana Diaz, presidenta de la Junta, exige unas características de las que Sanz carece. Tiene escaso tirón popular, no es diputado autonómico y, qué se le va a hacer, no es mujer.
Todo el mundo sabe que la opción del presidente del partido es Fátima Báñez, la ministra de Empleo, pero ella no está por la labor. De entre las bases malagueñas del partido ha emergido en las últimas horas el nombre de Esperanza Oña, alcaldesa de Fuengirola desde 1995, figura carismática, muy apreciada en su formación y bien vista en Génova. Fue diputada nacional, portavoz en el parlamento andaluz y una de las presencias con más personalidad de su formación.
Oña siempre ha estado en todas las quinielas, ha sido aspirante a casi todo pero se ha topado habitualmente con dos problemas. No goza de las simpatías de la también malagueña Celia Villalobos, esposa del 'gurú' demoscópico de Rajoy, diputada por esta demarcación, y tampoco mantiene unas fluídas relaciones con Javier Arenas, durante lustros el todopoderoso hombre del PP en la región.
El partido anda muy revuelto en Andalucía. No encuentra líder y, cuando lo encuentra, o Arenas mueve sus piezas para tumbarlo o Rajoy le hace mohínes de insatisfacción. Así está ocurriendo desde que un victorioso pero derrotado Arenas regresó a Madrid. Zoido, el alcalde de Sevilla, ha ejercido las funciones de presidente interino. pero la llegada del ciclón Susana Díaz a la Junta ha desatado los nervios entre los dirigentes andaluces, que ven cómo la líder socialista les come día a día el terreno hasta dejarlos convertidos en una fuerza testiimonial.
Desde su municipio de Fuengirola, donde renueva las mayorías absolutas con toda tranquilidad elección tras elección, Esperanza Oña seimpre ha aparecido como uno de los nombres de referencia en el PP andaluz. "La otra Esperanza", le dicen algunos, en relación a su carácter, parecido en cuanto a fuerza y fuste al de Esperanza Aguirre. "Oña pro nobis", dicen en las redes algunos militantes malagueños, cansados de que sea Sevilla quien decida siempre el candidato del partido.
Faltan horas para la elección, y apenas medio mes para el congreso extraordinario que habrá de designar al presidente. Las tensiones del último minuto crecen por momentos y todo es posible. Hasta que sea finalmente una mujer quien encabece al PP en una comunidad en la que la larga sombra de Arenas no ha permitido más protagonismo que el suyo. Los tiempos han cambiado y quizás Oña tenga su oportunidad.
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