España

Los incendios se multiplican en el PP en vísperas de su Convención de Valladolid

Mariano Rajoy ha elegido finalmente Valladolidad para celebrar la Convención Nacinonal de su partido, la plataforma de lanzamiento del PP cara a las europeas. Antes deberá sofocar una serie de incendios internos que agitan a la formación en el Gobierno.

La reforma de ley del aborto ha sido el detonante. Varios barones, algunos tan significados como los presidentes de Galicia, Extremadura y Castilla y León, han mostrado su escasa aquiescencia con el texto enviado a las Cortes por el Ministerio de Justicia. Moncloa ha reaccionado, Rajoy ha dado instrucciones de negociar y consensuar. El pulso está echado. Gallardón ha asegurado que nada sustancial del proyecto será modificado.

También hay malestar interno con los últimos episodios de la lucha antiterrorista, en especial desde que Estrasburgo tumbara la doctrina Parot. No son pocos los dirigentes del PP que han mostrado sus reproches hacia la pasividad del Gobierno en todo este episodio, uno de los más sangrantes que ha conocido nuestro país desde la instauración democrática. Primero fue Bolinaga, luego el desfile de etarras abandonando la prisión y finalmente la 'foto de la vergüenza' en Durango, con los expresos celebrando su libertad. Esperanza Aguirre, en voz alta, ejerció de elemento concatenador de este malestar.

Y hay más coas, pequeñas disidencias, como la financiación autonómica, el copago hospitalario (hasta la secretara general del partido afirmaba ayer que en Castilla la Mancha, donde Dolores Cospedal es presidenta, será el Gobierno regional quien asuma el coste de este gasto, inalcanzable para tantos pacientes) y otras discrepancias. En el PP se pensaba que superado el escándalo Bárcenas y orientada la crisis económica todo iba a resultar más fácil. Pero no todo es tan sencillo.

Superación de la crisis

La clave es llegar a la Convención de Valaldolid con los deberes hechos y los problemas enveredados. Sáenz de Santamaría y Cospedal se afanan en ello. Mariano Rajoy optó por la capital de la vieja Castilla para reunir a sus fuerzas en un cónclave fundamental para abordar las elecciones europeas. La superación de la crisis económica, con datos positivos tanto en el frenazo a la destrucción de puestos de trabajo, la creación de empleo neto y otros indicadores macro ofrecen un panorama alentador.

La recuperación de la economía será uno de los ejes del cónclave del PP. La filosofía fundamental del encuentro de Valladolid, según fuentes de Génova, girará en torno al reconocimiento del gran esfuerzo realizado, el agradecimiento a militantes, simpatizantes y votantes por los sacrificios a los que han debido de someterse, como toda la sociedad española, y la confirmación de que los tiempos que llegan serán mejores. Una oleada de optimismo, un mensaje de esperanza, un pasar página al pasado tenebroso fundamentarán las exposiciones y los mensajes que emanen del encuentro de dirigentes nacionales y regionales de la organización conservadora.

Bienio desolador

Y por supuesto, mucha política. Política con mayúsculas, como dicen los dirigentes populares. Se trata ahora, fundamentalmente, de recuperar el voto perdido o desanimado después de un bienio desolador. Volver a entusiasmar a la parroquia escéptica y recuperar a los descontentos, que, a tenor de las encuestas, no cesan de crecer.

El "caso Bárcenas", que también se erigió como molesto protagonista a lo largo del pasado año, prácticamente se ha diluído. El ex tesorero del PP, que amenazaba con lanzar bombas nucleares tanto sobre Génova como sobre Moncloa, sigue penando en Soto del Real, a la espera de juicio, cada vez más olvidado por los medios y por el propio partido. Salvo sorpresas de última hora que emanen del despacho del juez Ruz, se da por hecho que este escándalo de la financiación irregular y los sobres en 'b' es una cuestión amortizada.

El frente catalán

Lo que sigue vivo y bien vivo es el tema de Cataluña, de enorme preocupación para el equipo de Gobierno y para el propio Rajoy. Los estrategas de la Moncloa consideran que la fiebre independentista empieza a aflojar, que Artur Mas no logra despertar el mismo entusiasmo que antaño y que de aquí a la fecha del 9 de noviembre, para cuando se ha convocado el plebiscito soberanista, el escenario puede ser bien distinto. Mientras tanto la estrategia es mano dura con las bravatas de CiU y ERC y, al tiempo, mano tendida en lo económico y financiero "porque no se puede abandonar a los catalanes". El propio presidente del Gobierno ha subido el tono de sus declaraciones en las últimas semanas. Se siente además muy respaldado por los gobiernos europeos, que no han efectuado más que gestos despectivos o de ignorancia ante los requerimientos del gobierno catalán.

El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo se ha erigido en uno de los principales ideólogos de la Moncloa en estre asunto, movilizando resortes en el exterior para bloquear cualquier intento de Mas de recibir comprensión desde el entorno de la UE. De momento va ganando la batalla, y los nervios empiezan a ser ostensibles en el Palau de la Generalitat y en sus entornos políticos y empresariales. Fuera de la UE, hablar de independencia es una quimera.

Asuntos como la reforma de la ley del aborto, la de la ley de Educación, la de seguridad ciudadada, la reforma de la Adminsitración, en lo económico, la laboral y financiera son algunos de los puntos positivos con los que desembarca el equipo de Génova en la Convención. Pero antes habrá que solventar los incendios internos que trasladan a la opinión pública la imagen de un partido con turbulencias y tiranteces en lugar de la cohesión y tranquilidad que se le supone a una formación que gobierna con mayoría absoluta. Antes del desembarco en Valladolid, aún quedan muchos fuegos por apagar.

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