Son dos figuras clave en la política española, aunque en tiempos -y posturas- claramente diferentes. Uno, José María Aznar, arrebató la presidencia del Gobierno a Felipe González, en una democracia que ya tenía sus cimientos consolidados tras décadas de franquismo. El otro, Francisco Largo Caballero, fue presidente del Consejo de Ministros de la República tras estallar la Guerra Civil, además de ministro de la Guerra. Antes había presidido el PSOE y dirigido el sindicato UGT. Dos trayectorias que, si bien son imposibles de comparar por el salto temporal, están claramente separadas por un abismo. Sin embargo, hay un nexo que une a ambas figuras. Y está relacionado con el Ejército.
Juan José Crespo Esbert, teniente coronel del Ejército de Tierra, revela ese pasado común entre ambas familias en su libro El alma del 21 (editorial Ygriega), en el que investiga algunas de las historias singulares que han dado vida al Regimiento de Transmisiones 21. Y dentro de esta unidad militar- que en octubre de este año cumplió 150 años- han servido cientos, miles de soldados con nombres y apellidos, con memorias únicas que, a la postre, dan forma al 21.
El teniente coronel Juan José Crespo escribe el libro bajo una máxima: contar las historias desconocidas de miembros del regimiento que ya hubieran perdido la vida. Unos lo hicieron en Cuba, otros en África, otros de forma natural. Pero en ese maremágnum de protagonistas asoman, con frecuencia, nombres que resultan conocidos. Esos son los casos de las familias Aznar y Largo Caballero: ninguna de las dos habría tenido la misma existencia de no ser por sus experiencias determinantes al servicio de dicha unidad militar del Ejército.
Los Largo Caballero
La ventana que el libro abre hacia la historia de los Largo Caballero arranca en los convulsos años treinta, con una descripción de la vida política -y sindical- de Francisco Largo Caballero (padre) y Francisco Largo Calvo (hijo). Ambos compartieron revolución, primero, y celda, después. Tras quedar en libertad, el joven Francisco Largo Calvo fue llamado a filas para cumplir en 1936 con el servicio militar. E ingresó como soldado de cuota, lo que se traducía en una reducción del tiempo de servicio y una proximidad con su lugar de origen, previo pago de una cantidad estipulada de dinero.
¿Su destino? El Regimiento de Transmisiones, en El Pardo. Era el 1 de julio de 1936 y el resto es Historia. Estalló la Guerra Civil y fue trasladado hasta Sevilla, donde permaneció recluido bajo fuerzas falangistas que trataron de usarlo -sin éxito- como moneda de cambio para la liberación de José Antonio Primo de Rivera, finalmente fusilado en Alicante.
Francisco Largo Calvo sobrevivió a la guerra y, tras la misma, se marchó a México, donde llegó a liderar la rama del Partido Comunista en el país centroamericano. Finalmente, regresó a Madrid tras la muerte de Franco. Murió en el año 2001.
Los Aznar
El Regimiento de Transmisiones también marcó de arriba abajo la existencia de la familia Aznar. Si antes el protagonista era el hijo de Largo Caballero, ahora lo es Manuel Aznar Acedo, padre de José María Aznar. Es el 14 de septiembre de 1916. El diplomático español Manuel Aznar Zubigaray tiene un hijo, Manuel Aznar Acedo. Seis años después, la familia al completo se traslada a Cuba por trabajo del diplomático. Allí, el pequeño Manuel Aznar se enamoró de la radio. Y en 1932, ya con el trabajo cumplido, regresaron todos a España.
Año 1936. Estalla la Guerra Civil. A los pocos meses, Franco ordena la creación de una compañía de propaganda con personal especializado para el frente. ¿Dónde la encuadró? En el Regimiento de Transmisiones del Ejército. Para incorporar a oficiales competentes en radiodifusión y propaganda se reclutó a personal no militar. Entre los pocos seleccionados -un total de siete- figuraba el periodista Manuel Aznar Acedo, como alférez honorario de ingenieros que, vinculado a Falange, fue destinado como locutor de radio al Ejército de Levante.
El alférez Aznar y sus compañeros tenían como misión tomar las estaciones y emisoras de radio de los pueblos y localidades que iban tomando para difundir los mensajes de propaganda. El 30 de marzo de 1939 trataron de hacer lo propio con Radio Alicante, antes incluso de que la ciudad se rindiera: tres miembros de la tercera Compañía de Radiodifusión y Propaganda resultaron muertos; los últimos fallecidos en combate de la Guerra Civil.
Manuel Aznar colgó el uniforme tras la guerra. Fundó varios periódicos, como Hoja Oficial de Alicante o Avance. Después dirigió la programación de la cadena SER, hasta que Manuel Fraga -ministro de Turismo con Franco- lo nombró director de Radio Nacional de España. “Fue el creador del Carrusel Deportivo. Sí, ese “minuto y resultado” de las rondas por los estadios de los domingos de la radio”, afirma el autor, Juan José Crespo, en su libro.
Los Largo Caballero y los Aznar, unidos en su pasado por el Regimiento de Transmisiones del Ejército. Y así hasta 25 vidas que discurren por la historia de la unidad militar, de 150 años de existencia. Protagonistas ya fallecidos, cuyo historial rescata el teniente coronel Crespo en El alma del 21. Porque 21 no sólo es la referencia numérica del regimiento; también es lo que, según la creencia popular, pesa el alma, puesto que es el peso que perdería un cuerpo humano al morir, según el famoso experimento de Duncan MacDougall.
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