A unos 90 kilómetros del centro de Madrid, en un pequeño pueblo de Guadalajara (Pastrana), esperan con ansia la llegada de 85 niños ucranianos huérfanos y sus 17 tutores. Llevan varias semanas preparándose para recibirles y ahora solo les falta el visto bueno de las autoridades autonómicas, para que puedan entrar a vivir en el Convento del Carmen, donde se ha organizado todo en tiempo récord. 112 camas, doble juego de toallas y sábanas para cada una, cepillos de dientes, ropa... El convento entero ha pasado de ser un simple albergue con unas pocas camas individuales a convertirse en un hogar para el orfanato entero, antes ubicado en la duramente atacada Lviv, o Leópolis en español.
Son cuatro las organizaciones que han llevado a cabo esta acción. Manuel Alegre, encargado de una de estas ONG, cuenta cómo surgió la idea. "Todo empezó con la llamada de "Milagros del Corazón", una ONG estadounidense que tenía contacto con el orfanato de Lviv. Hablaron con ellos y, viendo la situación en la que estaban, malviviendo en refugios y durmiendo en el suelo sin casi nada que comer, decidieron que iban a hacer todo lo posible por sacarles del país". Fue entonces cuando contactaron con el resto de organizaciones, que cada una cumple un papel clave.
Fundación Madrina es la responsable oficial del cuidado de los menores y tiene además la tutela temporal. Coprodeli, de la que forma parte Alegre, ha sido la encargada de preparar el convento para la llegada de los menores, ya que está especializada en actuaciones en situaciones de emergencia. Y Amica, una ONG de Cantabria, expertos en violencia contra la mujer y los niños, ha liderado la ayuda psicológica para los menores y ha colaborado en la preparación del albergue. "Hemos juntado las fuerzas y los recursos y nos hemos metido en este proyecto".
El viaje de Lviv a Pastrana
El proceso es complicado, porque no es lo mismo traer a una familia que a un orfanato entero, incluyendo a los profesores. Además, "los protocolos para traer a niños huérfanos" son muy complejos, ya que la patria potestad la tienen los gobiernos. "Primero hemos tenido que hacer todo tipo de gestiones para conseguir que el Gobierno ucraniano nos dé el permiso para sacar a los menores y demostrar que tenemos donde acogerlos y que tenemos capacidad de hacernos cargo de ellos". Este primer paso fue "más rápido de lo esperado" y las administraciones ucranianas les dieron muy rápidamente el salvoconducto para salir del país hacia Polonia, donde partieron finalmente a España en un avión fletado del Ministerio de Defensa español.
No están siendo tan sencillas las gestiones con el gobierno español. "Al recibirlos, el gobierno recibe la patria potestad de estos niños. Lo normal es que derive la tutela a las Comunidades Autónomas, aunque a veces puede derivarlo a una organización, como este caso, que la guarda la tiene Fundación Madrina".
Instalaciones del convento
El convento, que antes era parte albergue, parte hotel y parte restaurante, ha tenido que reconvertirse en un orfanato de acogida. El lunes 21 de marzo comenzó la carrera, cuando desde Ucrania les dieron el 'okey' definitivo para sacar a los niños del país. Tuvieron que prepararlo todo en tiempo récord.
La zona del albergue, que llevaba varios años en desuso, fue la elegida para distribuir las habitaciones. "Era un espacio estupendo, pero totalmente vacío. En una locura de la generosidad de mucha gente, hemos conseguido montar un albergue con 112 camas (aunque solo necesitamos 102), con colchas, mantas, sábanas de quita y pon...". Además, han cambiado todas las instalaciones eléctricas y han puesto agua caliente en todos los baños. "Pese a que es un edificio antiguo, hemos intentado ponerlo todo lo más acogedor posible".
Los organizadores cuentan que los profesores de los menores, que ya han visitado las instalaciones del convento, no pueden ocultar su emoción y su agradecimiento. "Nos decían todo el rato: "Gracias, gracias por todo. Queremos dormir esta misma noche aquí". Está siendo muy emocionante, pero todavía faltan los últimos detalles burocráticos para que puedan venir al convento a dormir", apunta Alegre.
Todo Pastrana se ha volcado en la preparación del pueblo, para que todo estuviera a punto para su llegada. Mientras esperan la aprobación final de Castilla - La Mancha, los niños (de entre 10 y 18 años) y sus profesores se encuentran es hostales de la zona y los organizadores rematan las instalaciones. "Esperamos que agilicen los trámites y aprueben ya el convento para que puedan vivir aquí, ya que es donde mejor van a estar", explican los organizadores.
Por su parte, el hotel y el restaurante han cedido, "de manera totalmente voluntaria", sus cocinas y sus salones-comedores, que se han preparado pensando en las necesidades concretas de los niños. Uno de ellos va en silla de ruedas, así que han tenido que organizarlo todo para que él no tenga dificultades. Además, como en el pueblo había dos mujeres ucranianas, han puesto todos los carteles en su idioma, "para hacerles más fácil su llegada a España".
Precisamente el tema de la comida ha sido uno de los más emocionantes, porque "la ayuda ha sido abrumadora. Me pierdo entre tanta ayuda que hemos recibido, especialmente de la gente de Pastrana, que se han volcado como yo no he visto nunca". El Banco de Alimentos ha cedido más de 4.000 kilos de alimentos y han recogido menaje y comida de diversos restaurantes.
Sanidad y educación
El otro punto que están abordando en estos momentos, aparte de esperar a la aprobación definitiva de las autoridades, es el tema del acceso a la educación y a la sanidad. Este último no está resultando demasiado complejo. Para la asistencia primaria podrán acudir al propio pueblo de Pastrana. Y para la secundaria, irán a Guadalajara, en cuanto finalicen los 'papeleos', que, en principio, no tiene mayor dificultad.
Sí está resultado complejo el tema de la escolarización. "Todavía estamos buscando cuál es la fórmula adecuada para ellos". Por un lado, estos 85 niños no saben español y muchos de ellos tienen necesidades especiales, por lo que los pueblos de la zona tienen dificultades para acoger a tantos niños en estas circunstancias. Alegre explica que lo primero es entender que no hay prisa por aprobar su escolarización y apunta que una solución puede ser que se organicen ellos mismos aquí, "aunque todavía no lo tenemos muy claro".
Colaboración ciudadana
Un miércoles por la mañana, en el convento había mucha gente ayudando en las labores de puesta a punto, todos ellos trabajando gratuitamente, aportando lo que saben hacer. Pintores, electricistas, mozos... por todos lados había voluntarios. El propio teléfono de Alegre no dejaba de sonar con gente que le llamaba para ver qué más se podía hacer. "Estamos viendo una generosidad asombrosa", explica.
Y en todo el proceso, la tensión emocional ha estado a flor de piel. "Hubo un momento de la semana pasada que los profesores nos mandaron varios audios emocionados cuando consiguieron cruzar la frontera. En ese momento, yo estaba aquí [en el convento] organizando todo. Lo puse en alto para demostrarles a todos el agradecimiento de los niños, de los profesores e incluso el nuestro como organizadores. Y muchos de los presentes soltaron alguna lagrimilla", porque el esfuerzo de todos ha sido titánico. "Otro de los grandes momentos fue cuando recibimos el vídeo de todos los niños en el autobús, yendo hacia España". Por fin lo habían conseguido.
En caso de que alguien quiera colaborar, puede hacerlo enviando dinero a la cuenta que se señala abajo o enviando un Bizum a cualquiera de los teléfonos. Nos cuentan que comida no hace falta por ahora, porque tienen mucha. Otra forma de ayudar es acercarse al convento, ya que nunca hay suficientes manos.
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