Cataluña

La patronal catalana se mimetiza con el PSC para intentar convertirlo en una “nueva Convergencia” sin Junts

Los primeros pasos del nuevo Ejecutivo en relación a la financiación y al catalán son vistos como un regreso a las políticas de la extinta CiU

Salvador Illa durante la sesión de investidura.
Salvador Illa durante la sesión de investidura. EP

Distintas voces, ya antes de las elecciones, compararon las maneras del PSC comandado por Salvador Illa con la antigua Convergència. Esto es, un partido nacionalista pero pragmático, alejado del extremismo de Junts. Ayer, el optimismo con el que la patronal catalana saludó la “financiación singular” pactada entre socialistas y republicanos —en contraste con la frialdad que caracterizó sus tratos con ERC y Junts— pareció dirigido a potenciar los rasgos convergentes del nuevo Ejecutivo de Illa. Así, la entidad —presidida por un ex dirigente de Convergència i Unió, Josep Sánchez Llibre— destacó en una nota que el pacto fiscal “responde a una realidad innegable: la sistemática infrafinanciación de la Generalitat”, tesis históricamente defendida por el nacionalismo catalán pero cuestionada desde el constitucionalismo.

Aunque, si bien la patronal definió como “oportunidad” para Cataluña el acuerdo alcanzado, recordó que para llegar a buen puerto debía efectuarse aparcando el “ruido” y la “deslealtad” —en una alusión a los años del procés—. Y vindicó el espíritu de los pactos del Majestic —alcanzados entre el PP de Aznar y la CiU de Pujol—, que incluyeron “unas propuestas que, aunque sorprendieron inicialmente, terminaron siendo aceptadas por el conjunto de las comunidades”. 

El cortejo entre el Ejecutivo catalán y Foment ya comenzó el día previo al comunicado de la patronal. Tras el conclave socialista del fin de semana, Illa se reunió el lunes a puerta cerrada con Sánchez Llibre en Via Laietana. Y, aunque las conversaciones no se hicieron públicas, trascendió que en ellas el líder del PSC prometió que, por encima de todo, su mandato aportaría “estabilidad institucional”.

De otra parte, algunos de los primeros pasos del nuevo Govern también han sido vistos como una resurrección de las políticas de la extinta CiU. En relación al catalán, la nueva consejera de Educación, Esther Niubó, aseveró esta semana que la lengua «propia» y «vehicular» de la Educación era exclusivamente la catalana, por lo que mantendría la exclusión del castellano en la escuela —iniciada en la era Pujol—. Asimismo, el consejero de Política Lingüística, Francesc Xavier Vila, envió ayer al Govern un informe el que defendía el catalán como herramienta para la "integración plena en la sociedad catalana". E instaba a los castellanohablantes a superar la "comodidad del monolingüismo" y a que fueran conscientes de que hablaban una “lengua de Estado hegemónica”.

Otros gestos iniciales que han les han valido comparaciones con CiU han sido los de carácter religioso. Y es que, después de que Illa apelase a los valores del “humanismo cristiano” durante su toma de posesión, los socialistas prepararon el pasado fin de semana la puesta a punto de su gobierno en en el Monestir del Poblet, lugar emblemático para el catalanismo católico. Sin olvidar, finamente, el nombramiento como consejeros de dos históricos dirigentes de CiU: Miquel Sàmper y Ramon Espadaler.

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