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Coronel Pedro Baños: "Afganistán amenaza con ser el gran campo de entrenamiento terrorista"

Afganistán se derrumba a marchas forzadas. Las principales ciudades sucumben ante el avance talibán justo después de la precipitada retirada de Estados Unidos y sus aliados, incluida España. Da la

  • El coronel Pedro Baños.

Afganistán se derrumba a marchas forzadas. Las principales ciudades sucumben ante el avance talibán justo después de la precipitada retirada de Estados Unidos y sus aliados, incluida España. Da la sensación de que la tensa calma que se vivía en el país tras dos décadas de intervención fuese una ficción y que estos días aflora la realidad afgana: un país sin estructuras de Estado, sin ninguna garantía hacia los derechos humanos y que estalla en mil pedazos. Occidente corre en su retirada y apenas mira atrás.

"Afganistán, o no aprender en cabeza ajena". Bajo ese encabezado, el coronel del Ejército de Tierra Pedro Baños, diplomado de Estado Mayor y durante años al frente de labores de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo, analizaba el porvenir del país en su libro Así se domina el mundo [editorial Ariel]. Editado en 2017, Baños esbozaba el muro infranqueable con el que se han encontrado una tras otra todas las potencias que a lo largo de la Historia han tratado de intervenir en Afganistán. Un muro que, en lugar de piedras o argamasa, está compuesto de músculo y hueso: son los propios afganos los que luchan con uñas, dientes y toda su voluntad frente a cualquier injerencia extranjera.

¿Y ahora? Esa es la pregunta que todo el mundo se plantea. Los últimos informes apuntan que Kabul puede caer en las próximas semanas y que el régimen talibán cubrirá todo el vacío de poder. De puertas para para adentro, la gran amenaza se ceba con los más débiles, con unos derechos fundamentales que brillan por su ausencia. Además impera el riesgo de que la región se convierta en campo de entrenamiento de terroristas yihadistas. Y en el panorama geopolítico bailan los intereses de Estados Unidos, Pakistán... y la omnipresente China.

Pregunta. En uno de sus libros, Así se domina el mundo, tiene un apartado en que comenta las pocas lecciones aprendidas en Afganistán a lo largo de la Historia y lo poco que ha cambiado todo tras todas las intervenciones: imperio británico, Unión Soviética, Estados Unidos...

Respuesta. Nos han intentado vender una historia o un discurso de Afganistán que no corresponde para nada con la realidad. No es cierta esa falsa democracia que, según decían, se había conseguido implantar. Cuando hay elecciones nadie se lee el programa y nadie vota a un candidato que no pertenezca a su clan: allí se vota por clanes, no por partidos. El concepto que podemos tener aquí de democracia allí no existe. Por no hablar de que los sectores en los que estaban las tropas extranjeras se ha pagado muchísimo dinero a los señores de la guerra locales para establecer una paz, pero que era artificial.

P. Usted habla de los clanes, y una de las grandes situaciones que se vive en Afganistán es la división de los pastún, que quedaron separados entre el propio Afganistán y Pakistán cuando se trazaron las fronteras.

R. Y dentro de los pastún también hay una gran fragmentación en subtribus. Es como cuando hablamos del yihadismo en el Sahel, que se mezcla todo y se piensa que todo es terrorismo yihadista. Lo primero que hay que tener muy claro es que en Afganistán, por tradición, un extranjero es un invasor y hay que expulsarlo. En Afganistán nunca se quisieron tratados de vía férrea porque se consideraba que facilitaba la invasión del país. Todos los que han entrado han sufrido un gran desgaste: desde Alejandro Magno con los antepasados de los actuales afganos hasta el todopoderoso imperio británico que dominaba el mundo.

Los talibán toman su décima capital y ya controlan un tercio del total
Talibanes en Afganistán.

Fue precisamente el imperio británico quien dividió a los pastunes al trazar la Línea Durand que definía el extremo occidental de la India. Y esa división del pueblo pastún se mantiene hoy, aunque ahora están en Pakistán, que por entonces ya sabemos que no existía. Hay que entender un poco todo el significado de los pastunes, que fíjese si son rigoristas que oran más veces de las que corresponde al resto del mundo musulmán. Se rigen por el código pastunwali, que tiene en la venganza uno de sus pilares fundamentales. Todas las actuaciones que se han llevado a cabo allí durante veinte años -ataques con drones, bombardeos, etcétera- lo que han hecho ha sido enraizar el problema.

P. Una forma de pensar y actuar complicada de explicar. Parece mentira que una buena referencia para hacerlo sea una cita de Rambo III, que cita en su libro: “Esa gente jamás se ha rendido ante nadie”.

R. [Ríe] Así es. Lo dice el coronel Trauman, el coronel de Rambo, cuando le capturan los soviéticos y él les responde que hace falta ser muy tonto para estar ahí, como entonces hacían los soviéticos. Y que Afganistán se iba a convertir en su particular Vietnam. La gente afgana jamás se ha querido someter a ningún invasor. Esa guerra ya estaba perdida para Estados Unidos cuando entró por ese concepto que hemos hablado de venganza. Para extirpar ese concepto de venganza sólo cabe acabar con todos y cada uno de los afganos. Y eso, por supuesto, no es una posibilidad.

EEUU en Afganistán

P. Vayamos a Estados Unidos. Fue Donald Trump quien ordenó la retirada total, pero parece que Joe Biden se siente cómodo con esa decisión y no da marcha atrás.

R. Y yo incluso miraría a la época Obama. Cuando nombran al general Stanley A. McChrystal jefe supremo de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán, Obama le pide en la Casa Blanca que le cuente toda la verdad sobre lo que allí ocurre. McChrystal dice que sólo hay dos fórmulas: o se entra verdaderamente ‘a saco’ o lo de Afganistán no tiene solución. Al principio se le dan más fuerzas, pero con el tiempo y tras unas declaraciones en una entrevista publicada por la revista Rolling Stone se le termina por echar del cargo. Obama reflexiona y dice que es mejor que poco a poco se marchen, puesto que ese conflicto está consumiendo muchísimos recursos. Trump lo tiene muy claro cuando llega. Con todo lo bruto que es, su planteamiento general era bueno: “Nos dejamos de historias, tenemos que modernizar el ejército, digitalizarnos y redoblar esfuerzos en el ambiente ciberespacial, en el espacio…”. Y Biden tiene claro que donde hay que concentrar esfuerzos es en China.

P. Echando la vista atrás da la sensación de que el mayor peso militar en Afganistán, tanto en efectivos como en envergadura de las operaciones, lo ha asumido Estados Unidos. ¿Ha estado Estados Unidos demasiado solo?

R. No, en absoluto. Estados Unidos va muy por libre. Dentro de la OTAN hay círculos concéntricos, no toda la información de inteligencia llega por igual a todos los países de la OTAN, pero Estados Unidos hace su propia vida, también en Afganistán. Y hay operaciones que no cuenta a nadie y que quizá no sepamos nunca, probablemente para evitar escándalos tipo Blackwater en Irak [en referencia a las polémicas actuaciones de los contratistas militares]. Los países de la OTAN han sido tremendamente generosos. Hemos ido todos porque lo pidió Estados Unidos, incluida España.

Tengo claro que lo de Afganistán fue una operación de venganza, porque Estados Unidos tenía que actuar contra alguien tras el 11-S

P. Lo hizo tras sufrir el ataque terrorista del 11-S.

R. Tengo claro que lo de Afganistán fue una operación de venganza, porque Estados Unidos tenía que actuar contra alguien tras el 11-S. Fue allí por eso ¿Por qué no actuó contra Arabia Saudí cuando 15 de los 19 terroristas que perpetraron los atentados eran saudíes? No podía, Arabia Saudí es un aliado clave, principal comprador de armas en el mundo. Era más fácil atacar a un país proscrito gobernado por un régimen talibán al que casi nadie apoyaba, así que Estados Unidos atacó pese a que el régimen talibán, en último momento, ofreció la entrega de Al Qaeda, con quien no tenía ninguna relación. O si la tenían no era buena; aunque ambos sean muy rigoristas no persiguen los mismos fines, sobre todo en cuestión de liderazgo.

El futuro afgano

P. Se marcha Estados Unidos, pero parece que quien está siempre presente de un modo u otro es China. Una delegación talibán se reunió recientemente con el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, para abordar el futuro inmediato del país.

R. Efectivamente, China siempre juega un papel. Aunque sea sólo porque Afganistán tiene una gran cantidad de minerales estratégicos. Y China, aunque muy pequeña, tiene una frontera física con Afganistán. China llevaba tiempo aprovechándose de los recursos naturales de Afganistán, incluso llevando fuerzas propias camufladas para proteger las fuentes. Si había muertes no se contaba. También compraban a los líderes locales, como hemos hecho los occidentales, para que no se levantasen en armas. China, además, tiene unas relaciones magníficas con Pakistán, con influencia directa sobre Afganistán.

Fuerzas de seguridad afganas EFE/EPA/JALIL REZAYEE

P. La reflexión que cabe es que hablamos de grandes nombres con intereses geopolíticos, pero los que sufren los de siempre.

R. Claro. A Estados Unidos le preocupa que China se haga con el control del país y que, al hacerlo, tenga capacidad de bloquear el estrecho de Ormuz con misiles, donde hay grandes intereses comerciales y estratégicos. Pero quien sufre es el pueblo. Es un pueblo belicoso, que lleva mucho tiempo en guerra, que venera al combatiente.

P. La pregunta del millón. ¿Qué solución hay para Afganistán?

R. Hay que pensar que económicamente es un país inviable, un desastre absoluto, que está sostenido por las ayudas internacionales. Eso puede ser una herramienta para hacer cierta presión, aunque sea con el régimen talibán, para que se garanticen aunque sea de forma parcial ciertos derechos de la población, especialmente de la mujer. Y no va a ser fácil, porque esta gente [en referencia a los talibán] prefiere seguir viviendo en la Edad Media antes que recibir ayudas. También tiene que haber un control para evitar que aquello no se convierta en una gran base de entrenamiento de grupos yihadistas, esa es una amenaza real.

P. Ya hay ciertos informes que apuntan a que Estado Islámico está enviando estos días a sus miembros a Afganistán.

R. Estado Islámico lleva tiempo intentando penetrar en esa parte del mundo. Lo intentó sin gran éxito en la India, con 180 millones de musulmanes. Y también en Afganistán, pero tampoco les funcionó porque los primeros que les expulsaron fueron los talibanes. Como hemos dicho antes, en el mundo rigorista islamista se comparten muchos objetivos, como alcanzar un califato universal con una sharia muy estricta, pero el problema es quién sería el califa. Los talibanes, por ejemplo, no quieren que nadie les imponga una autoridad. Y eso es lo que ha pasado también tras esta última intervención que ahora toca a su fin.

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