Pedro Sánchez ofrece a los españoles una dicotomía frentista. El candidato socialista a la presidencia ha agitado este miércoles en su discurso de investidura, que se está celebrando en el Congreso de los Diputados, un 'frente popular' contra medio país, el que no piensa como él. Para Sánchez, España se encuentra en una tesitura en la que debe elegir entre "progreso" -el que según él encarna- y una "derecha retrógrada" -la de PP y Vox- a la que él y su gobierno de coalición quieren "frenar" y "levantar un muro". Su alocución, de una hora y cuarenta y cinco minutos, ha sido de descalificaciones y censura contra PP y Vox durante una hora y diecisiete minutos hasta que ha citado la amnistía.
El candidato socialista ha basado buena parte de su disertación en las amenazas que se cernirían sobre el país si alguna vez el PP y Vox gobiernan. Aunque, curiosamente, ha obviado que una de las fuerzas políticas que le mantendrán en Moncloa con su voto, la derecha identitaria y supremacista de Junts, comparte algunas de las trazas de ADN que tanto aborrece el secretario general del PSOE. Pese a todo, Sánchez, que se erige en defensor de los valores de la España constitucional, ha arrancado alabando las manifestaciones pacíficas que se están sucediendo por todo el país contra la amnistía.
"Manifestarse en las calles es una de las formas de expresión que aguarda nuestra Constitución.
Y a todos los que han ejercido este derecho y lo han hecho hecho de forma pacífica quiero trasladarles mi respeto y reconocimiento. Solo hay una mayor forma de participación en democracia: votar", ha espetado Sánchez. El presidente ha querido legitimarse ante las marchas masivas contra sus pactos con el independentismo recordando que las urnas arrojaron el 23 de julio una mayoría que él sí ha sido capaz de poner de acuerdo para darle un `sí a diferencia de Alberto Núñez Feijóo'. Y que, por tanto, será un presidente legítimo.
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Sánchez se erige en defensor de la Constitución
En pleno debate público sobre la constitucionalidad de la ley de amnistía que el PSOE registró este lunes en solitario -en contra de sus planes-, el candidato a la presidencia se ha envuelto en la Carta Magna. "Solo hay democracia dentro de Constitución. Fuera no hay democracia, sino imposición y capricho", ha espetado. Lo cierto es que el presidente ha hecho un relato hiperventilado sobre la situación política y ha vinculado a la derecha, que logró casi los mismos votos que el bloque que él ha armado, a un movimiento reaccionario alimentado por la inseguridad.
Según Sánchez, los ciudadanos, ante los retos del siglo XXI, sienten inseguridad. El presidente en funciones ha concretado algunos de ellos: escasez de agua, incendios, deslocalización empresarial que conlleva paro, alto coste de la vida por la inflación, imposibilidad de acceso a una vivienda digna... Todo ello, según el presidente, si no se resuelve dispara el malestar que alimenta, ha criticado, "las ideas reaccionarias". "Me refiero a las manifestaciones reaccionarias que cristalizan en partidos de extremas derecha. Estas ideas acaban contaminando a la derecha moderada. Le pasa al Partido Republicano en EEUU, al Partido Popular Europeo, a la derecha argentina con Milei y a usted, señor Feijóo", ha reseñado Sánchez.
El presidente ha insistido en la idea de elección, del blanco o negro. No solo no tiene intención alguna de pactar con el PP, el otro gran partido de Estado, es que le va a mantener arrinconado en el ring. Lo considera un enemigo, porque lo identifica como adalid de una "forma distinta de entender la sociedad y afrontar el presente". Según Sánchez, se está librando un "intenso debate" entre una opción reaccionaria que amenaza la democracia y otra progresista. "O la democracia proporciona seguridad o la inseguridad acabará con la democracia", ha espetado. Esa ha sido la pista de despegue a una retahíla de anuncios destinados, según él, a "fortalecer el Estado del bienestar", porque aún "queda mucho por hacer".
Una apuesta por un futuro de "reconciliación" en Cataluña
El presidente en funciones ha entrado de lleno en la amnistía ya al final de su discurso, aunque no la ha dedicado más de diez minutos. Y ha vuelto a reconocer, sin ímpetu alguno, que toca hacer "de la necesidad, virtud". "Respeto enormemente las opiniones y sentimientos de quienes están en contra de la amnistía. Pero las circunstancias son las que son y hay que hacer de la necesidad virtud para consolidar los avances logrados estos cuatro años", ha zanjado el candidato socialista.
Sánchez, no obstante, ha mandado un mensaje a los diputados independentistas catalanes sentados en la Cámara Baja: "Hay ciudadanos en Cataluña que consideran que estarían mejor siendo independientes. El Gobierno de coalición no comparte esa idea. Una España unida es mejor. La cuestión es cómo garantizamos esa unidad. Grosso modo existen dos alternativas: crispación o dialogo y perdón. El PP ya probó la primera de esas recetas. Nosotros hemos apostado por la vía del diálogo".
El presidente se ha arrogado la sentencia que aún debe dictar el Tribunal Constitucional al defender una vez más, siguiendo el argumentario escrito por Moncloa, que la ley de amnistía cumple a rajatabla con el texto constitucional. Y ha vuelto a pintar los beneficios de la ley en el lienzo de la nueva Legislatura. "Esta medida de gracia nos puede ayudar a acercar posturas y a cerrar la herida que se abrió el 1 de octubre [de 2017]. Y podremos decir que nuestro país es un buen país para ellos [los independentistas]. Nosotros tenemos el valor de dar un paso adelante. La amnistía que planteamos es legal, acorde con la Constitución. Y quiero pedirle al PP una mínima responsabilidad. Le pido que no continúe por la senda marcada por Vox". Sánchez ha pedido a Alberto Núñez Feijóo y a Santiago Abascal que no echen leña al fuego de la calle.
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