Calma tensa en Moncloa. Fuentes gubernamentales señalan que Pedro Sánchez está dispuesto a llevar su investidura a noviembre pese a que su entorno ha repetido hasta la saciedad que la quiere "cuanto antes", a ser posible en la segunda mitad de octubre. Pero la exigencia del independentismo al PSOE -iniciar el proceso que siente las bases de un futuro referéndum en Cataluña- a cambio de apoyar al presidente del Gobierno en funciones para que siga en Moncloa ha cambiado los planes. Ese es el motivo por el que ahora se alarga aún más la fecha, como una amenaza que persigue presionar a Junts con una repetición electoral.
Cabe recordar que el 27 de noviembre termina el plazo legal para que se presente un candidato antes de que se disuelvan las Cortes automáticamente y se convoquen nuevos comicios que se celebrarían el domingo 14 de enero. Por el momento, el próximo lunes arranca la segunda ronda de consultas del Rey con los portavoces de los grupos parlamentarios. La previsión es que acudan los mismos que en la anterior. De manera que el martes por la tarde, Sánchez puede ser designado candidato si le dice al Rey que tiene o puede tener los apoyos necesarios. "Le va a trasladar que tiene una negociación abierta y que tiene posibilidad", explican fuentes gubernamentales.
Moncloa ya advierte de que, a diferencia de lo que ocurrió con Alberto Núñez Feijóo, lo más probable es que se tarde en conocer la fecha en la que se celebrará el debate de investidura de Pedro Sánchez, entre otras cosas porque la decide el propio Sánchez: "No sabemos si salimos con fecha o no ese día [por el martes que viene]. Es una cosa un poco innecesaria ponerte un tope". Y es que, como afirma el núcleo duro del jefe del Ejecutivo en funcioes, el PSOE tiene dos meses por delante. "No es una negociación fácil. Tenemos una negociación en marcha", zanjan personas de la confianza del líder socialista.
Misiles a las conversaciones
Los socialistas sufrieron este jueves un revés en la negociación que les devuelve, de cierta manera, a la casilla de salida. El referéndum lo embarra todo, aunque Moncloa desliza que son los duros de los partidos secesionistas los que presionan, no sus líderes. Es decir, el equipo de Sánchez considera que el acuerdo entre ERC y Junts del jueves no estuvo consensuado con los dirigentes de ambos partidos. Al menos en un primer momento.
Por eso, en Ferraz no le dan más importancia de la que tiene y asumen que se trata de una táctica para tantearles y obligarles a retratarse públicamente. En estos momentos casi nadie se fía de nadie. Para el PSOE, el comunicado que emitió en respuesta al anhelo de referéndum supone "fijar negro sobre blanco el perímetro de la negociación". Es decir, la Constitución. Aunque no deja de ser intencionadamente ambiguo para evitar que las conversaciones descarrilen.
Algunas fuentes aseguran a este diario que el acuerdo sobre los asuntos más complicados (amnistía y referéndum) "está aún muy verde". Y para madurarlo, el presidente ha designado al secretario de organización socialista, Santos Cerdán; al ministro de Presidencia en funciones, Félix Bolaños y a la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero. Los tres están muy curtidos en las negociaciones con los independentistas. Y están pilotando las conversaciones con Junts y con el resto de fuerzas. Eso sí, Moncloa aclara que lo importante se trata en un bis a bis entre Ferraz y Waterloo: "Aquí quien está en el meollo somos nosotros y Junts. El resto no tiene nada que decir", precisa un alto cargo socialista en referencia a la irrelevancia de Sumar y, en cierta medida, de ERC.
La semana 'horribilis'
El PSOE recuerda a los independentistas que el resultado de las elecciones del 23 de julio no fue bueno para ellos, ya que redujeron su fuerza en detrimento de un auge espectacular del PSC: "En las últimas elecciones generales, la sociedad catalana en particular, y la española en su conjunto, han apostado de manera amplia por un gobierno progresista que continúe la senda de diálogo, acuerdos y concordia iniciada hace cuatro años, y no por mirar al peor pasado sino por seguir construyendo juntos un futuro mejor".
El presidente del Gobierno en funciones afronta dentro de poco una semana 'horribilis' que también le hace alejar su investidura en el tiempo. El presidente se prepara para una marcha contra la amnistía "potente", como prevén sus colaboradores, el próximo domingo 8 en Barcelona. Y tan solo cuatro días después, el día 12, se celebra en Madrid el desfile del Día de la Fiesta Nacional. El líder del Ejecutivo está mentalizado para recibir una pitada monumental con todo tipo de insultos de coro y con la presión de los independentistas ahogándole.
Fuentes del núcleo duro de Sánchez, en efecto, no niegan que llevan tiempo trabajando en un proyecto legal que ponga fin a la mal llamada "judicialización" del conflicto político entre una parte de Cataluña y el resto de España. En plata: hacer borrón y cuenta nueva sobre los antecedentes de todos aquellos que delinquieron durante la afrenta del procés y que siguen pendientes de juicio. Esa es una de las condiciones que pone Junts -y el resto de secesionistas catalanes- para que sus siete diputados en la Carrera de San Jerónimo no torpedeen la previsible investidura de Sánchez. Esa concesión se sumaría a los indultos, al borrado del delito de sedición y a la rebaja de penas en el delito de malversación. Solo Sánchez sabe qué más sumará. Amnistía y... ¿consulta?
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