"Como poder, claro que Pedro Sánchez puede destituir a Irene Montero. Pero abriría una crisis de Gobierno que no quiere". "En estos momentos, el presidente no puede permitirse una guerra abierta en su gabinete que le desgaste". "La economía, gracias a las medidas del Gobierno, no está dando los números rojos con los que contaba el PP. No hay que darles munición en forma de descomposición del gabinete".
El núcleo duro de Moncloa no titubea a la hora de explicar porqué permanence en el consejo de ministros la cuestionada ministra de Igualdad y número dos de Podemos, Irene Montero. Sánchez no quiere líos, pero las cosas andan tensas. Por eso, evita respaldar públicamente a Montero aunque aplauda el espíritu de la ley del 'solo sí es sí' que ha provocado un goteo de rebajas de penas a los condenados por abuso sexual.
No obstante, hay una cosa clara: el líder socialista está dispuesto a imponer (aún más) la línea del PSOE en la acción de su Ejecutivo ahora que tiene los Presupuestos aprobados. Nadie ni dentro del Gobierno ni de los partidos que lo conforman comenta abiertamente la opción de una pronta ruptura de la coalición. Pero algunas fuentes en Podemos comienzan a ver movimientos que pueden conducir a ese fin. También los morados están tensando la cuerda, cabreando a los socialistas por su pinza con Vox. En Francisco Villaespesa saben que la gran perjudicada de la ruptura de la coalición sería su lideresa en Moncloa, Yolanda Díaz.
Viaje al centro
Y todo por una razón sencilla: estrategia política. El aparato electoral de Moncloa busca gravitar hacia el centro del tablero y arrinconar al PP en la derecha más derechista. Por eso, el lado socialista del Gobierno pretende apagar la maquinaria de novedades sociales. Ya está bien, porque ya están los presupuestos más sociales de la historia, según el Ejecutivo. No por casualidad el PSOE ha dado la patada hasta cuatro leyes (Trans, Familias, Vivienda y Protección Animal).
Hasta ahora, en el búnker monclovita, solo el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se ha mantenido como gran partidario de la alianza con Unidas Podemos. Bolaños es consciente de que abrazando a la izquierda el PSOE puede movilizar a los votantes progresistas que les llevaron al poder y que el radar demoscópico de Moncloa, capitaneado por la ex del colectivo 'Politikon' María Ramos, detecta desesperanzados y dispuestos a quedarse en casa en una nueva cita electoral. Pero el contexto político ha cambiado. Y el director de gabinete, Óscar López, es quien más anhela soltar el 'lastre' de Podemos. En momentos de zozobra económica, nada como la seguridad. Ahí es donde se quiere poner el foco.
El Gobierno se muestra satisfecho tras sacar adelante las cuentas. Ahora, Moncloa está empeñada en señalar al PP como muleta de Vox justo cuando los de Santiago Abascal propician un debate de extremos en el que también participa Podemos y que, creen en Génova, solo da oxígeno a Sánchez. Mientras, el Gobierno aprovecha el ruido para seguir negociando con ERC la reforma del delito malversación.
La malversación de marras
El presidente volvió a dejar la puerta abierta a retocar también ese otro delito por el que fueron castigados los líderes del procés. Pero Moncloa, una vez más, achaca al Parlamento cualquier acuerdo en ese sentido. Aunque, por ahora, los republicanos aún no han presentado propuesta alguna, según confirman tanto el Gobierno como los propios miembros de ERC. No obstante, es probable que la reforma del delito se cuele en alguna enmienda a la proposición de ley de reforma de la sedición que este jueves dio un paso más en el Congreso.
Sánchez, obcecado en agotar su mandato y confiado en que las medidas sociales que su gabinete está aprobando aliviarán la tensión que está sufriendo el bolsillo de los ciudadanos por culpa de una inflación desbocada hasta el 7,3%. Ese es el escenario que anhela el presidente: una mejoría económica que no le tumbe en el envite electoral de finales del año que viene. Y, encima, con el escaparate de la presidencia española de la Unión Europea, en el segundo semestre de 2023.
Hasta entonces, Sánchez aguantará, según reconocen fuentes gubernamentales a este diario. Y, mientras, intentará que la guerra abierta entre su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y sus 'aliados' de Podemos no tumbe la coalición antes de tiempo. El presidente sabe que cualquier cambio que afecte a la otra parte debe negociarlo con sus socios. Esa es la llave de paso del primer Ejecutivo bicolor en ocho décadas en España.
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