Pedro Sánchez está deshojando una margarita. El recién elegido presidente del Gobierno está aprovechando los navajazos entre Yolanda Díaz y Podemos para ultimar su gabinete -la líder de Sumar les ofreció incluir a Nacho Álvarez y los morados no se apean de que repita Irene Montero-. Estas últimas 24 horas desde que el secretario general del PSOE juró su cargo han sido desesperantes. Los ministros consultados por Vozpópuli admiten que tienen el teléfono más operativo que nunca "por lo que pueda pasar". Pero Sánchez aún está madurando el equipo que le acompañará en el Consejo de Ministros.
Todo son sensaciones. Pero hay algunas que tienen visos de realidad. El presidente no tiene previsto mover de su asiento en Moncloa a tres de sus más fieles colaboradores. Ni María Jesús Montero ni Pilar Alegría ni Félix Bolaños saldrán del Ejecutivo. En estas últimas horas, además, ha cogido fuerza la posibilidad de que Bolaños, jurista de formación y autor intelectual de varias leyes del Gobierno, sea el próximo ministro de Justicia. Su entorno, consultado por este diario, ni confirma ni desmiente, aunque desliza que puede ser una opción.
El presidente puede tomarse tomarse un par de días más para atar los nombres de sus nuevos ministros y ministras, tal y como adelantó este viernes eldiario.es mientras la líder de Sumar, en connivencia con el propio Sánchez, envió una oferta a Podemos para que Nacho Álvarez sea ministro como cuota morada. Según confirman fuentes de Sumar, el partido remitió un documento a la dirección morada al respecto con la condición de que cesen las hostilidades de Podemos a Yolanda Díaz. Pero en Podemos no se bajan de la burra: la única cuota morada que aceptan es la aún ministra de Igualdad al frente de esa misma cartera. Pero ni Yolanda Díaz ni el PSOE van a aceptarla de nuevo.
Las quinielas
No obstante, hay favoritos con muchas papeletas para ser ungido o ungida por el presidente: la eurodiputada de Podemos María Eugenia Rodríguez Palop apunta a Cultura, como ya contó este diario; el expresidente valenciano Ximo Puig suena para Política Territorial; el expresidente extremeño Guillermo Fernández Vara también tiene muchas papeletas para entrar en Moncloa; el director del gabinete de Presidencia, Antonio Hernando, apunta a Interior. Aunque también suena para ese cargo la titular de Defensa, Margarita Robles.
En efecto, Yolanda Díaz repetiría como vicepresidenta -incluso puede que como vicepresidenta primera con competencias de Industria-. La líder de Más Madrid, Mónica García, apunta para ministra de Sanidad. El ex morado Pablo Bustinduy suena para sustituir a Ione Belarra al frente de Derechos Sociales y Palop, como se ha referido al inicio de este artículo, como titular de Cultura que iba a ser en un principio para el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun. Lo que está claro es que ninguna de las hoy ministras de Podemos seguirá en el Consejo de Ministras. Ni Irene Montero ni Ione Belarra repetirán asiento en Moncloa.
Los planes del presidente pasan por reducir la composición del Ejecutivo. La última Legislatura Sánchez contó con 22 ministerios, el mayor número desde la Transición. Y, por eso, ha tenido algún que otro rifirrafe con Sumar, que según se ha publicado iba a ostentar otros cinco ministerios, aunque en las últimas horas algunos socialistas han rebajado ese número a cuatro. Todo apunta a que el próximo gabinete de Pedro Sánchez será político. La última remodelación que acometió, en verano de 2021, se llevó por delante a dos de sus pararrayos: Carmen Calvo y José Luis Ábalos. Desde entonces, el presidente ha estado muy expuesto y ninguno de sus compañeros en Moncloa ha volado tanto como para tener un peso político tan evidente.
Una gabinete para combatir el chantaje independentista
El próximo gabinete de coalición de Sánchez con Sumar estará sometido al chantaje permanente de Oriol Junqueras (ERC), Arnaldo Otegi (Bildu) y Carles Puigdemont (Junts). El expresidente catalán se reserva, de hecho, un papel protagonista puesto que él es el nuevo aliado socialista de la XV Legislatura. Y quien tendrá la llave de la gobernabilidad del país durante los próximos cuatro años. Por eso, el presidente del Gobierno armará un equipo con capacidad de neutralizar el relato político del independentismo. Y es que Moncloa no solo espera cañonazos desde Barcelona o Waterloo, también de Madrid.
Sánchez anticipa una oposición infernal, que sacará a la calle cada fin de semana a todos los que pueda movilizar poara horadar al Ejecutivo. Por delante, Moncloa aún debe afrontar varios acontecimientos que pueden desestabilizar: desde la sentencia del Constitucional sobre la amnistía, hasta la vuelta de Puigdemont, así como la pelea entre ERC y Junts. Las elecciones catalanas lo macarán todo. Y el PSOE sabe que tendrá que hacer un difícil juego de equilibrios para contentar a unos y a otros para que el tsunami de la política catalana no le arrase. Junts ya dio pistas esta semana.
Lo cierto es que la legislatura que se le abre a Sánchez va a ser imposible. La reacción de Junts al discurso de investidura del presidente lo evidenció este miércoles. La derecha independentista catalana amenazó al presidente con no votarle si no se toma en serio el acuerdo que firmaron en Bélgica y si no replica el relato del procés que el PSOE firmó con Junts. Nogueras amenazó a los socialistas con que no tienten a la suerte. Pero esa no será la única tensión que soporte Sánchez, porque Podemos también está dispuesto a hacer ruido.
Aunque por los pasillos de la presidencia del Gobierno circula otra cosa clara: con los últimos años de gestión de crisis tan importantes (pandemia), la mayoría de los cargos intermedios del gabinete han cogido experiencia suficiente. La máquina burocrática está tan engrasada que Sánchez puede prescindir ahora de perfiles tecnócratas, como el de Luis Planas o José Luis Escrivá. Además, el PSOE asegura que los acuerdos de investidura conllevan también el compromiso de apoyar los próximos presupuestos generales; la ley más importante de todo Ejecutivo y expresión en papel de la política de un gobierno. Fuentes gubernamentales explican a este diario que "están avanzados". Pero antes de todo ello, debe haber un nuevo gobierno con caras nuevas.
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