Moncloa no quiso arriesgarse este lunes a una foto comprometedora para el presidente del Gobierno en la entrega del Premio Cervantes, que recayó en el poeta venezolano Rafael Cadenas -reconocido antichavista-. Pedro Sánchez delegó su representación en la ceremonia en el ministro de Cultura, Miquel Iceta. Oficialmente, su núcleo duro excusó su ausencia por supuestas "reuniones de alto nivel" preparatorias de la presidencia española de la Unión Europea. Aunque Sánchez participó a primera hora en la reunión de maitines en Moncloa con sus primeros espadas. Eso es lo único que ha trascendido de la agenda del presidente. El resto del lunes careció de agenda oficial.
En el PP creen que Sánchez decidió huir de la calle al no poder controlar ni la escenografía del acto ni quienes se acercaron a él por temor a ser abucheado. Además, el equipo de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se queja de que el jefe del Ejecutivo firmara un decreto de representación para que la autoridad que siguió al Rey no fuera la propia Díaz Ayuso, sino un ministro, aunque los actos del Rey deben ser refrentados por algún miembro del Gobierno. Eso sí, la imagen del presidente junto a Felipe VI en la semana en la que Juan Carlos I ha decidido alargar su estancia en España no era la mejor. Y así lo reconocen en privado algunos dirigentes socialistas consultados por este diario.
El premiado Cadenas, crítico con la deriva antidemocrática del chavismo, basó su discurso en la defensa de la democracia, de la pluralidad y de la libertad, con la que, de hecho, cerró su intervención citando al Quijote. Todo un arma arrojadiza que aprovechó el PP para hostigar a Sánchez. La Casa Real elude comentar la ausencia del presidente. "El ministro de Cultura ostentaba oficialmente la representación del presidente del Gobierno", zanjan fuentes oficiales de Zarzuela.
Moncloa no quiere "ruido"
Los socialistas, que "en general" tienen una relación cordial con la Casa Real, no quieren líos. Por eso, evitan pedir explicaciones a Juan Carlos I y circunscriben su viaje a una "decisión privada" sobre la que no tienen nada que comentar en público. Y eso que hace un año, tras la última visita del Rey emérito, tanto Ferraz como el Gobierno aprovecharon para reprochar al anterior jefe del Estado que perdió "una oportunidad de pedir perdón" a los españoles tras sus escándalos económicos.
El PSOE no está dispuesto a echar gasolina para quemar al Rey. "No nos interesa el ruido", conceden fuentes gubernamentales socialistas ante la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M. Ya hace un año se usaron las fotos del emérito en Galicia como arma política. La guerra por los votos es despiadada y cualquier recurso es bueno. También la Monarquía.
El anhelo de Ferraz y del núcleo duro de Moncloa era que Juan Carlos I se comportara de manera correcta durante su estancia temporal en España y no soltara ningún comentario que se colara en la agenda y monopolizara la conversación pública, porque la Monarquía no deja de ser un punto de fricción con sus socios de Unidas Podemos. Y un asunto incómodo en según qué momentos. Pero lo cierto es que están satisfechos con el comportamiento del Rey emérito.
Las guerras culturales
Ahora, ni Moncloa ni Ferraz quieren contribuir al ruido mediático justo cuando están concentrados en plantar batalla al PP con los que, creen, son los grandes temas de campaña para el 28-M -y los que más preocupan a los jóvenes-: vivienda y medio ambiente. Es más, este martes, Sánchez se blandirá con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el Senado, a quien tiene preparada una buena dosis de batalla cultural. También se presupone que el presidente pasó buena parte del lunes preparando la cita con el líder de la oposición en la Cámara Alta.
En Génova dan por descontado que el presidente se sacará algún anuncio de la manga. Y fuentes gubernamentales socialistas deslizan que Sánchez pondrá ahora el foco en el medioambiente para intentar rentabilizar la pelea por Doñana tras el tirón de orejas de la Comisión Europea al gobierno andaluz, así como el episodio de altas temperaturas que abrasará media España en plena primavera.
El presidente también intentará rentabilizar la exhumación de Cuelgamuros del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, que se consumó este lunes sin grandes incidentes, salvo algunos nostálgicos de la dictadura que acudieron a protestar contra el traslado de los restos de Primo de Rivera. Esa imagen, en cualquier caso, es gasolina para el Gobierno, según Moncloa. El presidente está eufórico y se le notará en el Senado, donde intentará confrontar con Feijóo, al que recordará que empieza la campaña de las elecciones municipales y autonómicos en el despacho oval de la Casa Blanca, mientras el líder del PP la empezará, previsiblemente, en Madrid.
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