Los barones del PSOE están "dando la patada" al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ese es el sentir de destacados dirigentes del partido consultados por este diario. Pero lejos de cabrearse, entienden la situación: la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas del próximo 28 de mayo. Cada territorio es un mundo y obedece a leyes electorales diferentes. Por eso, Javier Lambán (Aragón), Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Ximo Puig (Comunidad Valenciana), Juan Lobato (Madrid) y Luis Tudanca (Castilla y León) rompieron esta semana los consensos políticos de Moncloa, conscientes de que le vas el futuro en ello.
Es cierto que cada uno de ellos enmendó la acción del Ejecutivo por un momento distinto. Lobato, por ejemplo, sacó los pies del tiesto con su programa económico, ya que anunció rebajas de impuesto a las rentas de hasta 100.000 euros, algo que él mismo cree de izquierdas. "El modelo del PP es otro. Es bajar al 5% de grandes patrimonios. El nuestro es el contrario", explica a este diario. Mientras, los presidentes de Aragón, Javier Lambán; de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el líder del partido en Castilla y León, Luis Tudanca cargaron contra el gerifalte socialista por el peaje de la malversación pagado a los independentistas de ERC.
El valenciano Puig, que fue el último en elevar el pulso, acusó al Gobierno central de romper parte del acuerdo del Consejo Nacional del Agua respecto al trasvase Tajo-Segura, un tema muy sensible en el Mediterráneo. El presidente valenciano dijo que era "absolutamente inaceptable" e incluso advirtió de que recurriría a la Justicia después de que el Ministerio de Transición Ecológica modificara unilateralmente una disposición, pactada entre Murcia y la Comunidad Valenciana, que permitía poner tope al incremento de caudales ecológicos en 2025.
Sánchez: "Mi realidad es más compleja"
Sánchez, no obstante, se defiende de las críticas de los barones del PSOE. En Ferraz no sentó bien la reforma ad hoc del código penal para rebajar las penas del delito de malversación. Un 'hito' de la Legislatura que, además, el Ejecutivo no incluyó en su informe 'Cumpliendo', el balance de final de año con las medidas impulsadas por el Gobierno con respecto al grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos en el acuerdo de coalición con Unidas Podemos y en el discurso de investidura del jefe del Gobierno. Y es que el presidente considera que su "realidad es más compleja".
El líder del PSOE entiende las posiciones de los presidentes de su partido que más se revolvieron con los coqueteos con ERC y el resto de fuerzas soberanistas que tienen representación en el Congreso y que sustentan al Gobierno. Pero el presidente se escuda en el juego de alianzas que tiene que seguir. En plata: la mayoría en la que los socialistas se apoyan es la que es y su socio morado, encima, trabaja por arrastrarles a ese "bloque de dirección de Estado" que persigue como última parada del viaje una república plurinacional.
En efecto, Sánchez es preso de sus socios. Y es plenamente consciente de que no tiene en la oposición alternativa posible en la que apoyarse para desprenderse de los independentistas. El razonamiento del líder socialista es que los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, y de Aragón, Javier Lambán, (los más beligerantes) no dependen en sus comunidades de partidos secesionistas. Y, por eso, tienen más fácil operar políticamente solo en el eje izquierda-derecha.
Moncloa no se preocupa
Moncloa limita las salidas de tono de sus barones críticos a que "son así" y no les queda más remedio que salirse de la foto para mantenerse en el poder. Y es que hacen la guerra por su cuenta. La reforma de la malversación para beneficiar a los condenados por el procés ataca directamente los intereses electorales de estos presidentes, que ven con preocupación cómo pueden perder sus ejecutivos en la batalla electoral de las autonómicas. Pero ojo, porque el borrado del delito de sedición para rebajar las penas también escuece a varios barones del PSOE.
Sánchez, no obstante, sigue empeñado en defender su juego en Cataluña, tierra que está dispuesta a pacificar para erigirse en el enterrador del procés. Mientras su partido ultima una consulta sobre el acuerdo al que lleguen Moncloa y Generalitat en la mesa de diálogo. El presidente reitera que "no cabe un referéndum" de autodeterminación. Pero el problema es que tiene su credibilidad tocada tras defender con anterioridad que no tocaría la malversación.
Ese es el motivo por el que en estos momentos los barones del partido juegan a alejarse de Sánchez, conscientes de que su imagen quema. Y nadie se quiere achicharrar con las urnas en el horizonte. Se vio en los fastos del 40 aniversario de la primera victoria socialista, en 1982, y en el día de la Constitución. Los presidentes autonómicos del PSOE se distancian del Gobierno. Una parte importante del partido cree que con las últimas medidas para "destensar" Cataluña se ha cruzado una línea roja peligrosa que ha tensionado las instituciones. Todo un órdago a su estabilidad.
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