El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega a las últimas horas del periodo que él mismo ha impuesto a la nación para comunicar si continúa o no en La Moncloa. Una decisión en la que todos los grupos políticos tratan de influir, comenzando por sus propios compañeros del PSOE, quienes han hecho fuerza durante todo el fin de semana para intentar que siga en el cargo y siguiendo por sus socios, que ven cómo sus planes para la presente legislatura quizá tengan que posponerse.
La tensión es máxima en Ferraz, dado que el futuro próximo del partido se decide en las próximas horas y dependerá de la decisión del propio Sánchez, cuya marcha dejaría un vacío de liderazgo difícil de cubrir tras auparse como jefe máximo e indiscutible de la formación. De ahí que el PSOE haya intentado por todos los medios vestir de triunfo histórico la manifestación en Ferraz pese a que solo acudieran 12.500 personas para respaldar al presidente en sus horas más bajas.
Las principales voces del partido llaman a la calma. Desde Fernando Grande-Marlaska, que ha asegurado que Sánchez decidirá en función del "interés general" hasta Óscar Puente, que ha revelado que el presidente "está muy tocado" y que "no está fácil" que siga en el cargo. Pero en Ferraz se respiró durante el sábado un clima de hacer piña en torno al presidente.
Enfrente se encuentran los partidos independentistas, cuya campaña para las catalanas ha saltado por los aires, opacadas por la agenda de Sánchez. Tanto Aragonès como Puigdemont son conscientes de que la marcha de Sánchez les restaría poder a la hora de presionar en busca de su ansiada independencia, de ahí que el mensaje de ambos haya sido claro: debe continuar. "Si hay un primer ministro que se llama Pedro Sánchez y está dispuesto a llegar a un acuerdo histórico con Cataluña, me interesa que siga", ha dicho el líder de Junts en una entrevista con Europa Press, mientras que el todavía president ha afirmado que "retroceder es dar la razón a la extrema derecha".
Ninguno de los líderes independentistas ha garantizado su apoyo al PSOE en una posible cuestión de confianza, que es otra de las posibilidades que existen. Por tanto, ambos partidos empujan a Sánchez a seguir al frente de La Moncloa lo que queda de legislatura. Andoni Ortuzar, del PNV, ha mostrado su apoyo a Sánchez y aunque cree que se marchará, se mantiene abierto a continuar su colaboración con el PSOE para mantener los "compromisos" y los "acuerdos" ya firmados entre ambas formaciones.
Temor en Sumar, críticas entre PP y Vox
Los socios nacionalistas del Gobierno no son los únicos que temen una salida de Pedro Sánchez: la formación de Yolanda Díaz, Sumar, también tiene sudores fríos desde el pasado miércoles. El movimiento del presidente podría unificar a toda la izquierda en torno a su figura y engullir, aunque no sea de forma completa, a los otros partidos. Un giro inesperado en la formación, que no termina de asentar sus bases a nivel autonómico.
Por su parte, tanto PP y Vox han criticado los cinco días de reflexión que se ha tomado Pedro Sánchez. Alberto Núñez Feijóo cree que Sánchez ya es un político del pasado y considera que ya ha dejado una profunda ruptura en España, independientemente de lo que haga: "No habrá épica en su dimisión, ni heroicidad en la resistencia".
El líder popular cree que Sánchez no puede usar a España "como una plataforma narcisista" y que el país "es mucho más que un presidente del Gobierno". Por ello, le ha pedido dejar de mirarse "al ombligo todos los días". Por su parte, Santiago Abascal ha sido todavía más crítico, ya que ha denunciado que Sánchez "se victimiza" y ha pedido una convocatoria de elecciones.
"Nada de lo que él vaya a hacer va a responder al interés general de los españoles y a los problemas de los ciudadanos, sino exclusivamente a su interés personal, a sus ganas y a su falta de escrúpulos", ha añadido.
Otras voces se han unido a la de Abascal y Feijóo, como la de Isabel Díaz Ayuso, que ha pedido a Sánchez "menos manifestaciones y más explicaciones". Ha criticado que "ha parado España" para no rendir cuentas y considera que el presidente ha iniciado "la batalla por la libertad más importante que España ha lidiado en décadas".
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