España

El método 'Pérez-Reverte' para las aulas de premiar al brillante: ¿un éxito o un error?

El debate está servido. Mientras que Reverte asegura que hay que evitar que el mediocre frene al brillante, los expertos aseguran que no es justo tachar como mediocre al que se esfuerza pero no consigue aprobar

Los vídeos virales son el pan nuestro de cada día. Hace solo unos días se movía por todas las redes uno del polémico escritor español Arturo Pérez-Reverte en el que hablaba sobre la educación hoy en día. El resumen de su discurso, a favor de la meritocracia y en contra de un sistema educativo que instala a los alumnos en "un mundo irreal", se puede resumir en que, bajo su punto de vista, hay que tratar a cada uno como se merece y que "el buenismo" ha hecho mediocres a todos".

"Si uno es mal estudiante, pues que suspenda. Yo repetí tres cursos en bachillerato. {...} Me busqué la vida, encontré mi camino y me normalicé. Pero, todos no somos iguales. {...} No puedes tratar igual al niño brillante {...} que al que se niega a estudiar o al que no tiene el talento suficiente. Todos deben tener las mismas oportunidades, pues eso es la igualdad. Pero, una vez dentro del sistema, al brillante prémialo, apóyalo, ayúdalo, empújalo, estimúlalo. Y al que no es brillante ayúdalo, pero no intentes rebajar al brillante a la altura del mediocre, porque entonces te los estás cargando a todos", dijo en esta viral intervención en el programa El Hormiguero.

Como era de esperar, las reacciones no han tardado en llegar. Unos aplauden sus palabras. Otros critican que es una injusticia para aquel que le cuesta, porque irá "ahogado" siempre y con la sensación de que nunca llegará a ser ese valorado estudiante brillante que saca todo 10. ¿Dónde queda el esfuerzo? ¿Vale lo mismo un niño que se esfuerza y solo consigue sacar un 5 que el que no hace nada pero por unas capacidades concretas saca un 'sobre'?

Profesores, psicopedagogos y psicólogos infantiles tienen mucho que decir, y Vozpópuli ha contactado con algunos de ellos para saber si desde el punto de vista de la enseñanza este 'método Pérez-Reverte' de incentivar y premiar al que destaca y no hacer que toda la clase espere al 'torpe' es realmente justo, eficaz y acertado.

"Es matizable. Hay algunas cosas con las que estoy de acuerdo y otras con las que no", explica Santiago García, secretario general de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE). "Comparto la idea de que hay que intentar no pactar con la mediocridad, de no cortar las alas a nadie por exigir que se adapte a los demás y de que existe una tendencia a homogeneizar, normalmente a la baja", agrega. "Pero no estoy de acuerdo con el mensaje que manda de que el talento depende de las notas".

Por su parte, Sonsoles Romero de Cuenca, maestra y psicopedagoga especializada en Educación del Carácter y Educación emocional, coincide con la tesis del escritor de que no se puede tratar a todos por igual y desarrolla los tres problemas principales que está sufriendo la educación actual, muy interrelacionados entre sí: la cultura del buenismo ha llevado a que los alumnos no tengan tolerancia al fracaso; no se fomenta el autoconocimiento; y que vivimos en una sociedad en la que solo se valora el resultado.

"Esta radiografía de la educación lleva precisamente al problema que destaca Reverte: rebajamos al brillante a la altura del mediocre y nuestros jóvenes se están criando híper protegidos y pensando que el mundo se soluciona enchufando un teléfono. Como dice el periodista, "es un error porque les hemos quitado los mecanismos defensivos"", destaca la profesional.

Bajo el punto de vista de los expertos, es importante enseñar a los alumnos desde el autoconocimiento, haciéndoles ver que cada uno tiene unas capacidades, unos puntos fuertes y unos débiles y que no todo el mundo puede hacer lo que quiera.

"No todo el mundo puede llegar a los mismos sitios ni destaca en las mismas cosas. Y saber cómo eres es clave. El conocimiento de uno mismo que se está fomentando en los niños es el de mirarse en el espejo y ver un tigre cuando en realidad eres un gato. Esto no puede ser más catastrófico. Lo que hay que hacer es enseñarles a sacar todas sus virtudes siendo lo que son y con sus propias capacidades, que son distintas pero igual de válidas que las de cualquier otro", señala Romero.

La cultura del esfuerzo

Sin embargo, hay un punto en el que discrepan los expertos: no es justo tachar como mediocre al que se esfuerza pero no consigue aprobar ni es justo tildar de brillante a quien no hace nada y saca un 10 porque tiene esa capadidad.

Es en este punto en el que entra en juego la valoración del esfuerzo y de otras muchas capacidades. Para evitar que los niños caigan en obsesiones, es importante enseñarles a relativizar las notas y fomentar el esfuerzo antes que cualquier otra, recordando, una vez más que cada uno tiene sus capacidades y hay que sacar lo mejor de uno mismo.

Cómo aplicar el método 'Pérez-reverte' en las aulas

Este sistema de tratar a cada uno como tiene que ser tratado, en función de sus cualidades y sin rebajar el nivel alto de los "brillantes", es fácil en la teoría y en el trato personal profesor-alumno. Sin embargo, hacer esto en las aulas, donde tienes a 30 niños totalmente distintos a tu cargo (y lo peor de todo, padres que sobreprotegen a sus hijos y piden para ellos cosas que se corresponden a su realidad) es una tarea muy complicada y puede llevar precisamente a esta comodidad de adecuar el nivel de la clase al de aquellos que más les cuesta, o "peor aún", al de aquellos "mediocres" que no hacen nada.

Para evitar este problema, la psicopedagoga Sonsoles da dos claves: fomentar el autoconocimiento desde bien pequeños, haciéndoles ver que sacar buenas notas no significa que no valgan (simplemente, no valen para sacar buenas notas. Pero a lo mejor son los mejores escuchando a los demás o siendo líderes) y empezar a demostrar al alumno desde los primeros cursos de colegio que las calificaciones académicas son una manera más de valorar. Hay otras muchas maneras de calificar a una persona, mucho más importantes: el esfuerzo, el trabajo en equipo, la capacidad de entregarse a los demás...

En este sentido, el representante de CECE señala que hay que dejar de valorar tanto el resultado y centrarse más en los procesos y tratar de cambiar el sistema de evaluación, para que todos, tanto los brillantes intelectualmente como aquellos que más les cuesta, puedan llegar lo más posible.

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