Dos episodios a plena luz del día: un piloto ruso que desertó de las filas de Putin y el hermano de Begoña Villacís. Dos sucesos en los que los criminales han sacado sus armas de fuego en medio de la vía pública y han disparado contra sus objetivos. Dos casos con autores y motivaciones muy diversos, pero que coinciden en la relevancia de la víctima y en la falta de escrúpulos de los autores. Y que, según apuntan fuentes policiales a Vozpópuli, son la punta del iceberg de una forma de proceder que tratan de imponer ciertas organizaciones criminales, con especial incidencia en la Costa del Sol o el Levante.
13 de febrero de 2024. Es de día en el municipio alicantino de Villajoyosa. Nos ubicamos en una urbanización en la que hay una fuerte presencia de ciudadanos rusos y de Europa del este. Maxim Kuzminov es uno de ellos. Se supone que su identidad se mantiene en secreto, ya que Rusia lo acusa de alta traición después de haber desertado de sus filas con un helicóptero para aterrizar en territorio ucraniano, en el transcurso de la actual guerra.
Cuando enfila la rampa de su garaje se le aproximan varios individuos y le descerrajan varios disparos. Apenas han trascendido más detalles de la investigación, aunque algunos testigos aseguran que los criminales, en su huida a bordo de un vehículo, arrollan a Kuzminov, que permanecía en España bajo una falsa identidad. Cuatro meses después no hay noticias de los autores, aunque las motivaciones parecen claras y las sospechas sobrevuelan el Kremlin.
Borja Villacís
4 de junio de 2024. Un episodio sorprende a plena luz del día a los vecinos de Montecarmelo, zona residencial marcada por su habitual tranquilidad, y a las personas que caminan por los caminos rurales junto a la carretera de Fuencarral-El Pardo. Disparos, maniobras violentas de varios vehículos y una víctima mortal.
A los pocos minutos se conoce la identidad del asesinado: Borja Villacís, hermano de la exdirigente de Ciudadanos y exvicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís. Tres personas han sido detenidas por su implicación directa en el asesinato.
Dos asesinatos perpetrados a plena luz del calle. Disparos en plena vía pública para acabar con la vida de una persona y que sorprenden a los viandantes por su extrema violencia, sin importar la presencia de ciudadanos o las dificultades que eso implica en su huida; de hecho, sólo se ha detenido a los autores materiales en el caso de Borja Villacís, mientras que en el del piloto ruso no ha trascendido ninguna detención.
Dos casos con ciertos paralelismos en las formas, pero con trasfondos muy diferentes. La principal hipótesis que manejan los investigadores en el caso de Maxim Kuzminov es que alguna organización criminal perpetrase el asesinato, aunque no se descartan conexiones internacionales debido a la notoriedad de la víctima y a la persecución directa de Moscú.
En el Levante es fácil encontrar zonas en las que organizaciones procedentes de Europa del Este asientan sus raíces. De hecho, España investiga las conexiones del Kremlin con el crimen organizado tras el asesinato del piloto desertor. Por el momento, no obstante, no hay constancia de detenciones en el caso, si bien las autoridades exprimen todas las vías de investigación en busca de pistas solventes.
En el caso de Borja Villacís ya se ha capturado al principal sospechoso del asesinato, un individuo que llevaba años con una orden de busca y captura por delitos relacionados con el narcotráfico, con pasado en prisión por un vuelco de drogas. Forma parte de un clan originario de Bargas (Toledo) y este miércoles ha sido detenido en la localidad de Yuncos, de la misma provincia.
La primera en ser detenida por este asesinato fue la madre de este individuo, quien inicialmente fingió haber sido secuestrada. Unos operarios, no obstante, captaron el momento en que cambiaba las placas de matrícula del vehículo empleado para el suceso. El grupo de Homicidios, de la Policía Nacional, sospecha que el crimen pudo deberse a un ajuste de cuentas.
La seguridad en España
Fuentes policiales consultadas por este diario inciden en que los dos episodios, particularmente mediáticos, son la punta del iceberg de un modus operandi que se extiende entre las organizaciones criminales, especialmente las asentadas en la Costa del Sol o el Levante.
Con todo, estas fuentes inciden en que esta forma de actuar no es única y exclusiva de España, sino que se extiende por diferentes países de Europa. Y que nuestro país, pese a su posición geográfica -representando el punto de unión entre el Viejo Continente, África e Iberoamérica- presenta unas estructuras de seguridad que impide el descontrol de este tipo de actividades y combatir de forma eficaz a las mafias; entre otras razones, por la fortaleza de unos servicios de Información curtidos durante más de medio siglo de lucha antiterrorista.
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