El último informe remitido por la Guardia Civil al Tribunal Supremo incluye un minucioso relato sobre los pinchazos de teléfono y seguimientos realizados por los agentes del Instituto Armado a los organizadores del 1-O. De ese modo, los investigadores lograron descifrar el lenguaje en clave que usaban los implicados y establecer las vigilancias que les llevaron el 20 de septiembre hasta unas naves industriales en el polígono de Can Barris de Bigues i Riells (Barcelona). En ese lugar encontraron casi diez millones de papeletas, que pretendían usarse en el referéndum ilegal y 6.000 sobres con documentación electoral.
El punto de partida de esta investigación fue uno de los hombres clave del proceso independentista, Josep María Jové. Número dos de Oriol Junqueras en la Consejería de Economía y Hacienda, Jové guardaba en su casa el documento Enfocats sobre el que la Guardia Civil sustenta buena parte de su investigación. También la agenda Moleskine donde se detalla la hoja de ruta del procés.
No obstante, el informe de la Guardia Civil se encarga de recordar que Jové actuaba recibiendo instrucciones de la cúpula de su partido, ERC, “especialmente de Marta Rovira”. “De esta guisa” -dice el documento- Jové dirigió “de forma directa” la organización de la estructura necesaria para poder llevar a cabo el referéndum. Para ello contó con la estrecha colaboración de otras dos personas de su confianza llamadas Francesc Sutrias y Natalia Garriga. Eran el director de Patrimonio dependiente de la Consejería de Hacienda y la directora de Servicios de la Secretaría General de Vicepresidencia, Economía y Hacienda.
La Guardia Civil interceptó al menos 12 llamadas de teléfono entre ellos comprendidas entre el 8 de agosto y el 2 de septiembre. Es casi un mes escuchando sus conversaciones en las que siempre usaban un lenguaje plagado de eufemismos y palabras en clave ya que Jové había impuesto la prohibición de citar nombres de personas. Esto llamó la atención de los investigadores, que destacan en su informe como “la forma de hablar resultaba complicada hasta para los mismos protagonistas de la conversación”, que optaban por otras formas de comunicarse.
Hablan de “la seguridad”, qué hacer “después del día d” o se referían al “vino” cuando hablaban del material electoral, según sospechaba la Guardia Civil. Así hasta que el 24 de agosto Jové y Sutrias concertaron una cita al día siguiente con “un amigo”. Por la seguridad que mantenían, Jové no quiso decir por teléfono ni siquiera el lugar en el que se iba a producir el encuentro por lo que los investigadores optaron por disponer un “operativo de vigilancia” sobre ambos.
Al filo del mediodía del día siguiente Jové y Sutrias se reunieron con una tercera persona en la cafetería Altair en el 616 de la Gran Vía de las Corts Catalanas de Barcelona, a unos minutos andando de la Secretaría General de Economía. Los agentes no sabían quién era esa tercera persona por lo que le siguieron al acabar la cita, que duró una media hora. Vieron cómo se subió a un autobús de la línea V13 y se bajó en la parada de la Vía Augusta. Tras caminar unos metros, entró en un despacho de abogados.
La Guardia Civil se marcó como objetivo identificar a este individuo por lo que montó una guardia discreta en la puerta del edificio. Tuvieron que esperar a que acabase de comer en un restaurante cercano para verle subir a un coche Lexus Rx 450. Tras comprobar la matrícula, supieron que el vehículo estaba a nombre de Pau Furriol. El tercer hombres era él, abogado y expresidente de la Comisión de Garantías de ERC.
Cinco días después los agentes decidieron seguir a Natalia Garriga ante la sospecha de que iba a mantener otro encuentro relevante para la causa. Efectivamente, a las 10.57 dio el alto en plena Via Laietana de Barcelona a un Mercedes-Benz cuya matrícula remitía a una mujer llamada Mercedes Martínez Martos de la que se supo después que trabajaba en el mismo departamento de la Generalitat que Natalia Garriga.
Ambas estuvieron hablando dentro del coche. Los investigadores vieron cómo Garriga le mostraba algo en la pantalla de su móvil y unos papeles a su compañera. Media hora después, se bajó del vehículo y los agentes decidieron seguir al vehículo, que les llevó al polígono de Can Barril, concretamente a la calle S donde se ubican las naves 15 a 25. La Guardia Civil decidió montar otra guardia en ese lugar. Tuvieron que pasar varias horas hasta que dio resultado.
Eran las 13.30 cuando de una de las naves salió Pau Furriol, el conductor del Lexus que había estado con Jové y Sutrias en la cafetería unos días antes. Tras una consulta en el catastro averiguaron que las naves 17 hasta la 22 eran propiedad de ese abogado vinculado a ERC. Él y Mercedes Martínez se fueron juntos a comer y después regresaron a la nave. Desde ese momento, los investigadores montaron una vigilancia fija en el lugar al que a las 19.55 llegaron dos camiones con operarios.
El sábado 2 de septiembre la Guardia Civil detectó un especial trasiego de llamadas entre los protagonistas. Además pasadas las 10 de la mañana comenzaron a llegar coches al polígono industrial. De pronto, de una de las naves bajo vigilancia policial salieron once personas que empezaron a descargar de los vehículos cajas de cartón. Entre las matrículas de los coches y verificaciones adicionales, la Guardia Civil identificó a los ya conocidos Sutrias, Furriol y Mercedes Martínez.
El resto del grupo lo completaban tres diputados autonómicos de ERC Gerard Gómez, Chakir El Honrani y Ferran Civit, el integrante de la ANC Daniel Carulla, Quim Torra, expresidente de Omnium y actualmente diputado en el Parlament por JxCat y la mujer de Sutrias. Desde ese momento, los agentes tuvieron el convencimiento de que habían encontrado un escondite del material para el referéndum.
Sus sospechas se confirmaron cuando el 20 de septiembre, por orden del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, registraron la nave 18 en la que habían detectado los movimientos y hallaron 12 lotes de cajas apiladas. En su interior había 9.894.350 papeletas y 5.903 sobres con documentación. Pau Furriol y Mercedes Martínez fueron detenidos ese día. También Sutrias, quien se vio sobrepasado por la situación y sufrió una crisis de ansiedad por lo que tuvo que ser atendido por un teniente coronel médico, según informan fuentes de la investigación.
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