Les basta muy poco para causar un gran daño. Sus objetivos van desde los secuestros para asegurar un rescate hasta los atracos a los buques que navegan por la región. Porque la amenaza de los piratas sigue vigente en el mundo, con especial incidencia en un área que es de interés prioritario para España como lo es el golfo de Guinea: no sólo por la presencia habitual de barcos españoles, también por el factor de desestabilización que representa para el Sahel africano, considerado nuestra “frontera avanzada”. Una investigación desmenuza ahora la actividad pirata en la región, que a su vez mantiene lazos estrechos con otras organizaciones criminales.
El profesor e investigador Fernando Ibáñez detalla que el golfo de Guinea dispone de una “geografía propicia” para las actividades delictivas en el ámbito marítimo: “Una amplia línea costera, múltiples puertos con barcos fondeados o atracados en los mismos, presencia de estrechos, bahías, estuarios y archipiélagos…”, desglosa en Seguridad marítima en el Golfo de Guinea, libro editado por Tirant lo Blanch donde analiza las diversas amenazas que se ciernen sobre la región, incluida la piratería.
Criminales que no dudan en usar la violencia para alcanzar sus objetivos. Si pretenden el secuestro de marineros o la descarga de crudo de los petroleros que frecuentan el golfo de Guinea, los piratas recurren a todo su arsenal y se lanzan a por sus víctimas ya sea de día o de noche. “No dudarán en utilizar sus armas automáticas y lanzagranadas RPG contra el puente y los alojamientos de la tripulación”, afirma Ibáñez en su libro.
El botín puede ser menor en caso de que pretendan el robo de las pertenencias de la tripulación asaltada, en cuyo caso los piratas optan de forma más habitual por armas blancas, con ataques proyectados de noche desde lanchas o barcos atracados o fondeados en un puerto. Como denominador común, suelen destruir los equipos de navegación o comunicación para aislar a los asaltados. “El hecho de que sean ataques oportunistas no quiere decir que no se planifiquen cuidadosamente”, añade el investigador.
Piratas a bordo
Estas referencias apuntan al momento en que los piratas se aproximan a los barcos a los que pretenden abordar. Pero, ¿qué hacen cuando llegan hasta su posición? “Con el fin de acceder al barco suelen utilizar escaleras largas y de poco peso y cuerdas anudadas que enganchan al costado del buque”. Una vez a bordo, se dirigen al puente para hacerse con el control de la nave. Y si lo que pretenden es el secuestro, con frecuencia trasladan a sus víctimas a tierra firme, donde son mantenidos “en condiciones penosas” y bajo habituales escenas de violencia.
Escenas que, tradicionalmente, se han asociado a las aguas que bañan las costas de Somalia. Varios barcos españoles –conocidos son los casos de los atuneros Playa de Bakio o el Alakrana- han sido secuestrados en el Índico por piratas. Y los militares españoles de la Fuerza de Guerra Naval Especial de la Armada lideraron una heroica operación para liberar en alta mar a una ciudadana francesa secuestrada junto a su marido, quien fue asesinado en el asalto.
Esta situación [de pobreza] habría conducido a las poblaciones más jóvenes, en particular en el área del Delta del Níger, a convertirse en insurgentes y piratas
Pero el foco de la actividad pirata se ha reducido hasta el mínimo exponente ante Somalia; en buena medida, gracias a la operación Atalanta de la Unión Europea, que cuenta con la participación de buques militares y aeronaves que aseguran la navegación en la región. España ha participado en esta misión desde el año 2008. Los expertos coinciden en que una hipotética retirada de estos medios militares supondría la reactivación de la actividad pirata en el Índico.
Con la amenaza durmiente en el Índico, el golfo de Guinea se ha convertido en el principal foco de piratería en África. Fernando Ibáñez enumera una serie de razones que explican esta actividad criminal en la región: desde la presencia de yacimientos petrolíferos al sur de Nigeria –los piratas se hacen con la carga para venderla en el mercado negro-, hasta la “extrema pobreza” que se padece en tierra: “Esta situación habría conducido a las poblaciones más jóvenes, en particular en el área del Delta del Níger, a convertirse en insurgentes y piratas”, sostiene el autor.
Área de interés para España
Y todo ocurre en un área de especial interés para España. De forma inmediata, por la navegación de buques españoles en la región, pero también por la inseguridad marítima en un espacio cuyas amenazas afectan de forma casi directa a nuestro país. De forma retroactiva, las amenazas náuticas y terrestres se alimentan entre sí. Y el cóctel de inestabilidades que sacude el golfo de Guinea e igualmente el Sahel –organizaciones criminales, la irrupción de los mercenarios de Putin (Wagner) y las sucursales terroristas de Al Qaeda y Daesh- propician un estallido de flujos migratorios irregulares.
Las mafias dedicadas al tráfico de personas necesitan del mar para cumplir con su objetivo de trasladar en condiciones precarias a los inmigrantes hasta suelo europeo. “Traficantes de personas que se lucran gracias al transporte de emigrantes en cayucos hasta las Islas Canarias”, recuerda Ibáñez. A estos focos de inestabilidad habría que sumar los de la pesca ilegal, que a menudo alimenta la actividad de los piratas, tal y como se detalla en el libro.
Los intereses económicos también tienen una relevancia destacada. En 2023 -hasta el mes de mayo, los últimos datos que tenemos disponibles- España importó del golfo de Guinea un 17% del crudo y un 19% del gas natural.
La investigación, eso sí, recoge un dato optimista. El golfo de Guinea era el principal foco de piratería en el mundo en el año 2020, cuando se registraron más de 80 incidentes relacionados con estos grupos criminales. En el año 2022 se ha conseguido reducir hasta los 19, suponiendo estadísticas inferiores a las que se dieron en Asia y el sudeste asiático, con 60 casos, o los 24 que hubo en Sudamérica. Varias razones, incluidas las iniciativas de seguridad regionales, explican este descenso; entre otras, el despliegue de buques militares europeos –también españoles- en misiones de cooperación bilateral con los países de la región.
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