A la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, deben haberle sentado a cuerno quemado las acusaciones que han vertido algunos diputados del PP después de conocer la decisión de la Cámara Baja de borrar el registro de visitas del 'tito Berni'. Los parlamentarios populares cuestionaron la precipitación con la que se adoptó esa medida y así -con dureza- lo transmitieron en Twitter. Poco después, han sido reprendidos por carta.
Las misivas afirman: “La divulgación a través de su perfil de Twitter de afirmaciones que suponen la imputación a la presidenta de esta Cámara de la comisión de una actuación premeditadamente delictiva constituye una grave quiebra del respeto que merece esta institución”. Justo debajo, la carta subraya la legalidad y diligencia de la actuación amparada por Batet, que cumple con “la normativa aplicable”, pero que impedirá acceder a la agenda que mantuvo el díscolo exdiputado canario en el ejercicio de su cargo. Como si no resultara interesante o como si a alguien no le interesara que se supiera quién le visitó o no pudiera justificar el por qué. Vaya usted a saber.
Justo debajo, la carta subraya la legalidad y diligencia de la actuación amparada por Batet, que cumple con “la normativa aplicable”, pero que impedirá acceder a la agenda que mantuvo el díscolo exdiputado canario en el ejercicio de su cargo.
Hay quien ha lamentado en reiteradas ocasiones la falta de mentes preclaras e ideas brillantes entre los diputados españoles contemporáneos. Pese a todo, a quienes han recibido la carta les ha sorprendido el marcaje en corto que realiza Batet a sus redes sociales, al estilo de las novias controladoras, los jefes desconfiados y los enemigos que buscan bronca. Esta petición de buenos modales y decoro contrasta con la actitud que han demostrado unos cuantos socialistas a lo largo de la historia reciente. El fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba se refirió a Antonio Hernando como “caradura” mientras se llevaba una mano al carrillo.
Este mismo verano, varios de los ministros del Gobierno iniciaron una campaña contra Alberto Núñez Feijóo que también llamó la atención. Miquel Iceta, el bailongo, rompió con la máxima de los conspiradores, la que consiste en no decir ni una mala palabra ni ejecutar una buena acción, y se definió al gallego de “ignorante, sectario e incompetente”. Diana Morant (¿quién?) le tildó de mentiroso e Isabel Rodríguez 'ensalzó' su “insolvencia, inmadurez y cinismo”. Reyes Maroto le llamó “negacionista”.
Dentro del Consejo de Ministros, algunos compartían mesa hasta hace poco con figuras como la de Pablo Iglesias, quien seguramente sea uno de los ciudadanos españoles que más improperios ha dedicado a todas y cada una de las Instituciones del Estado. De momento, no hay constancia de que Batet le remitiera carta alguna en exigencia de respeto, pero a varios miembros del PP se ha apresurado a apercibirlos. “Hay que guardar las formas”, salvo que se llame usted Pedro. Entonces, quizás sea posible que se extralimite y llame “trepa” a Santiago Abascal desde la tribuna de la Cámara Baja.
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