Aumenta la tensión en las horas previas a la celebración del congreso y elección de la nueva secretaria general de Podemos. Un sector de la cúpula morada teme, según ha podido saber Vozpópuli, que los dos días de Asamblea Ciudadana de este sábado y el próximo domingo se conviertan en una escenificación pública del malestar entre las bases. En las últimas semanas, Podemos hizo de todo para impedir que un conocido influencer en las redes sociales, muy apreciado entre la militancia más radical, presentara una candidatura para la secretaría general.
Pablo Iglesias no hablará en el nuevo congreso de Podemos, la Asamblea Ciudadana que se celebrará en Alcorcón el sábado 12 de junio y el domingo 13, fecha en la que se anunciará el resultado. El cónclave morado, también conocido como Vistalegre IV por los primeros dos congresos que se celebraron en ese distrito de Madrid, puede convertirse en la demostración empírica de la desconexión que existe entre la actual cúpula y la base de los militantes.
Un sector relevante de la cúpula de Podemos, que ahora lideran Irene Montero e Ione Belarra, teme de hecho que los llamados “hooligans” del partido acudan al Auditorio Paco de Lucía de Alcorcón con el objetivo de abuchear o gritar a la nueva secretaría y su grupo dirigente. Este grupo muestra preocupación por que el nombramiento de Belarra quede aplastado por las imágenes en las televisiones de los ataques de las bases.
Sector radical
En Vistalegre II, durante el enfrentamiento entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, las bases demostraron toda la fuerza del exsecretario general. Se limitaron a gritar “unidad” cuando hablaba Errejón, después de la polémica en las redes sociales de los meses anteriores. Y aplaudieron a todas las figuras de referencia del izquierdismo radical con el que se reconocía Iglesias, pero Errejón no. Era la demostración de que las bases estaban con Iglesias, y esa estampa se quedó como demostración de fuerza del secretario general.
Ahora, ese radicalismo que aupó a Iglesias puede convertirse en un bumerán para Ione Belarra. El partido morado ha entrado en una difícil encrucijada después de la entrada en el Gobierno de Pedro Sánchez, la derrota en Madrid el 4-M y la salida definitiva del líder máximo. Belarra tiene por delante el reto de reactivar los círculos y resolver el problema territorial, pero el temor de sus partidarios es que arranque su periplo ya con los gritos de protesta.
Aforo del congreso
A lo largo de los últimos días, según explican fuentes internas, hubo algo parecido a un debate sobre el aforo en Alcorcón. Los más temerosos apostaron por reducir el aforo aprovechando la situación pandémica, para impedir a los sectores más radicales acudir en masa. Finalmente, sin embargo, los organizadores del Congreso ampliaron el número de participantes, lo que ahora ha generado tensiones. “Si no filtran, habrá follón”, asegura un miembro del partido morado.
Queda además por ver cuántos militantes puedan traer al congreso los pocos miembros que luchan contra la lista oficialista. Entre ellos se encuentra Fernando Barredo, un histórico miembro del partido muy crítico con Iglesias y ahora con Belarra. Barredo lleva años cuestionando el sistema de votaciones internas, hablando de pucherazos y presuntas irregularidades. Si Barredo logra llevar a muchos de sus seguidores podría complicarse el desarrollo del cónclave.
Un 'influencer' en el Congreso
Otra incógnita atañe a los más motivados, que normalmente se mueven en las redes sociales en los grupos de la guerrilla digital. Normalmente, ese segmento sigue al pie de la letra las consignas de la dirección. Pero en las semanas previas al congreso, uno de sus principales exponentes, el activista Rubén Sánchez, anunció su deseo de presentar una candidatura para la secretaria general.
Fuentes de Podemos revelan que la cúpula morada maniobró y presionó para que ese militante “con mucho impacto” finalmente desistiera. “Le acusaron de traidor”, especifican las fuentes conocedoras de esos ataques. Cuando lanzó su anuncio, logró más retuits y difusión que el mensaje de Ione Belarra.
Tras recibir esos ataques acabó borrando su perfil en las redes sociales. Pero no se descarta que algunos de sus seguidores interpreten ese hecho como un ataque ya inaceptable y decidan manifestar su enfado directamente en el Congreso. “Puede que exista un ambiente de descontento incluso entre la militancia ultra hooligan”, mantienen en el partido.
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