Podemos mira con recelo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y es que el jefe de Moncloa ha emprendido una estrategia de comunicación basada en acercarle a la gente, porque, según ha sabido Vozpópuli, las encuestas de popularidad no le van bien. Así, el jefe de gabinete de Sánchez, Óscar López, ha intensificado las salidas "a la calle" del líder socialista. Y claro, algunos morados critican en privado que Moncloa priorice sus recursos para reflotar la imagen del presidente.
La comunicación de Moncloa está bajo la batuta del propio López y del secretario de Estado, Francesc Vallès. Ambos llevan varios meses intentando explotar la burbuja monclovita en la que ha estado recluido el presidente del Gobierno, especialmente durante la pandemia. Por eso, a base de pequeños gestos, tratan de hacer de Sánchez un hombre accesible y cercano.
Sin ir más lejos, este jueves se dejó ver en un acto con pensionistas, a quienes escuchó en persona el lamento por el trato que algunos grandes bancos les están dando por no adaptarse a su falta de habilidad tecnológica. Pero ese es solo el último capítulo de una larga serie de gestos, como recibir al escritor Alejandro Palomas tras revelar que sufrió abusos sexuales o firmar la escayola de una mujer en Ávila, cuando visitó a los afectados por el incendio de Navalacruz y Sotalvo.
No más fotos del Falcon
La idea, en definitiva, es alejarse de la famosa foto del Falcon, con la que el exjefe de gabinete Iván Redondo quiso resignificar la presidencia del Gobierno mediante una simbología del poder parecida a la de los presidentes estadounidenses. Todo ello, en Podemos, causa cierta hilaridad. Primero porque hay quien considera impostado el esfuerzo del presidente. Y, segundo, porque creen tras ese giro está la necesidad de acortar distancias con su gran adversaria: Yolanda Díaz.
Lo cierto es que la vicepresidenta segunda, y líder del espacio morado en el Gobierno, tiene mejor valoración que Sánchez según el último sondeo del CIS. La también titular de Trabajo, pese a reconocer por activa y por pasiva que es una mujer tímida, se desenvuelve muy bien en la distancia corta. Tras su eterna sonrisa hay, además, un trato directo afable y cercano. A Díaz le gusta abrazar y que la abracen. Se nota en cada acto al que acude.
Díaz, no obstante, también construye su imagen y su liderazgo desde la Vicepresidencia, aunque sus recursos no son los del presidente. Pero, como contó a este diario el experto en comunicación política Jordi Rodríguez Virgili, "ella transmite autenticidad y cercanía y eso lo valora la gente". Así, a Sánchez solo le queda hacer bandera de los buenos datos de empleo y sacar pecho por la reforma laboral. El presidente lleva varios días colgándose las medallas de la lideresa in pectore morada.
Quién visita más
La competición comunicativa entre presidente y vicepresidenta lleva a sus equipos a planificar agendas similares. Es casi una suerte de quién visita más. Si Díaz visita la fábrica de Seat en Martorell para hablar de las bondades de la reforma laboral, el presidente se deja ver en las instalaciones de la empresa Inventia Kinetics para hacer lo propio con los fondos europeos.
La salida de Pablo Iglesias permitió a Yolanda Díaz dar brillo al lado morado del Gobierno a su manera, gracias a su propia luz. Y lo curioso es que los suyos dan pistas de que la vicepresidenta nunca ha sido menos Díaz de lo que es. "Nunca ha cambiado su comunicación política", explica una persona que no se separa de ella casi ni un segundo y que remacha: "Ella sigue siendo igual de trabajadora y dialogante". En plata: que la vicepresidencia no la ha hecho diferente. Aunque lo que sí ha cambiado, parece, es la imagen de su jefe.
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