España

Podemos marca la línea roja a Sánchez: enviar tropas a Ucrania será un "debate complejo"

El conflicto entre Rusia y su exrepública contraria a los morados, porque condenan a Putin y, a la vez, critican como él la expansión de la OTAN en el Este de Europa

Podemos marca una línea roja al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Según fuentes moradas de alto nivel, en caso de que España se vea involucrada en el conflicto entre Rusia y Ucrania y se vea en la tesitura de apoyar militarmente a la ex república soviética en el marco de la OTAN, el debate que se generará en el Consejo de Ministros será "complejo". No obstante, los morados prefieren aguardar a la espera de los acontecimientos y no terminan de aclarar si respaldarán una involucración mayor en la guerra.

En verdad, tanto la Unión Europea como la OTAN han dejado claro este jueves que el conflicto es un asunto que atañe a los dos países y, por eso, todo parece indicar que la Alianza Atlántica no entrará en la guerra. Aunque Bruselas, en boca del alto representante para la política exterior, Josep Borrell, no ha dudado en decir alto y claro que la agresión rusa a Ucrania también es un ataque contra la Unión en tanto en cuanto esta amenaza la seguridad europea.

Podemos condena sin ambages a Rusia y exige que retire las tropas. La contundencia de la embestida de Putin contra sus 'hermanos' y la gravedad de las imágenes que Ucrania está mostrando al mundo -cadáveres, heridos, edificios destruidos y personas huyendo de sus casas- eclipsó este jueves la agenda política. Tanto la secretaria general morada, Ione Belarra, como la lideresa del espacio de Unidas Podemos en el Ejecutivo, Yolanda Díaz, instaron a Moscú a frenar la invasión. Y esos, según el partido, son el 'no a la guerra' más contundente que puede vociferar.

La reacción morada

Por el momento, Podemos asegura su lealtad a las decisiones del presidente del Gobierno, coordinadas con Bruselas y la OTAN, respecto a la guerra. Pero esa lealtad no es un cheque en blanco. La escalada bélica incentivada por Rusia, y de la que Estados Unidos lleva avisando más de un mes, ya supuso un escarceo entre los morados y la ministra de Defensa, la socialista Margarita Robles. Y todo porque a finales de enero, Robles ofreció a Estados Unidos reforzar la defensa de la Alianza Atlántica en el Este de Europa con el envío de cazas y fragatas.

Ese gesto, encaminado a ganarse el favor de Estados Unidos, irritó a profundamente a los de Ione Belarra y les llevó a ponerla en la diana y a cacarear el 'no a la guerra' como elemento de presión ante lo que consideraron seguidismo estadounidense y atlantista por parte del lado socialista del Gobierno. El problema para Podemos es que España está alineada al 100% con la OTAN. No obstante, Madrid acogerá los días 29 y 30 de junio la cumbre internacional de países alineados con Washington en la alianza.

Ese es el motivo por el que el partido tiene que hacer un difícil equilibrio, especialmente ahora que forma parte de la sala de mandos de Moncloa. Ellos aceptan los compromisos internacionales que atan a España, entre ellos los que la vinculan a la alianza. Pero, en verdad, los morados comparten con el presidente ruso un deseo: ver a Europa sin un solo militar de Estados Unidos y con la OTAN de retirada del viejo continente. En su lugar, el ideal de Podemos es que la Unión Europea tenga su propia red de seguridad.

Podemos: "No a la OTAN"

Los morados, en línea con la tradición más izquierdista, rechaza casi cualquier intervencionismo estadounidense en los asuntos globales. Es más, entienden que la expansión de la Alianza Atlántica inquiete a Moscú: "Debemos recordar que, en el fondo de este conflicto, se encuentra la política de ampliación de la OTAN hacia Europa del Este, que no solo es percibida como una amenaza militar por Rusia, sino que ha impedido la creación de una arquitectura y estrategia propia de paz y seguridad europea", explica el partido en un manifiesto publicado en Internet, donde se posicionan sobre la disputa ucraniana.

Además, el partido culpabiliza también al Gobierno ucraniano de que los acuerdos de paz de Minsk que se sucedieron tras la anexión rusa de Crimea en 2014 no se hayan cumplido: "No han dejado de incumplirse con constantes rupturas de alto el fuego, sumadas a la negativa del Gobierno de Ucrania para reconocer el estatus especial de autonomía a las regiones del Donbás recogidas en dicho tratado".

"Ucrania es un país sumido en una grave crisis económica, con elevados índices de corrupción y una gran pluralidad tanto cultural como política, con lenguas y adhesiones nacionales diferentes. Ningún conflicto con identidades nacionales en disputa se puede resolver de esta manera. Es necesario volver a la mesa de negociaciones y a los acuerdos de Minsk", zanja Podemos.

Yolanda y los pies de plomo con la OTAN

En cualquier caso, Podemos se alinea con las tesis que están esgrimiendo todos los Gobiernos occidentales a la hora de valorar la aventura militar de Moscú. Aunque para ello tiren de las orejas también a Estados Unidos: "El uso de las amenazas o la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado supone una grave violación del derecho internacional y de la carta fundacional de Naciones Unidas. Una violación igualmente grave, y que rechazamos con la misma rotundidad, que las ocurridas cuando Donald Trump y algunos países europeos reconocieron a Jerusalén como capital de Israel, al Sáhara Occidental como parte de Marruecos o la independencia de Kosovo".

Los morados deben hilar fino estos días, porque por encima de ellos está el amago de su lideresa 'in pectore', Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda aspira, aunque no lo reconozca, a disputarle el asiento a Pedro Sánchez en unas elecciones. De manera que si la titular de Trabajo quiere trascender las posiciones tradicionales de la izquierda, ese espacio que ella misma considera «pequeño y marginal», debe superar la postura antiOTAN de los partidos que la sustentan.

Un ejemplo de esa contrariedad es la polémica desatada en Twitter por el ministro de Consumo, Alberto Garzón, quien en 2014, cuando las fuerzas del actual Gobierno ucraniano protestaron contra el presidente prorruso tras negar el pacto con la Unión Europea y acercarse a Moscú, dijo no había que llamar ni activistas ni indignados a "personas armadas con AK-47 y ataviadas con símbolos nazis".

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