Pablo Iglesias casi nunca da puntada sin hilo. Y, según fuentes moradas, su lamento por nombrar a Yolanda Díaz líder de Unidas Podemos sin un proceso de primarias ha soliviantado a la cúpula del partido, porque tensa aún más su relación con la vicepresidenta segunda.
Lo cierto es que, según ha sabido este diario, el 'dardo' de Iglesias es su respuesta a quienes le acusaron en redes de machismo por decidir el futuro de la titular de Trabajo sin consultárselo, tal y como cuenta que hizo en el libro Verdades a la cara, donde repasa su experiencia como 'número dos' de Pedro Sánchez en La Moncloa.
El entorno de Yolanda Díaz rechaza valorar las palabras de Iglesias, quien este lunes entró en detalles sobre el asunto para apuntar que fue víctima de una campaña de manipulación orquestada por "la progresía" que buscaría, según el el exlíder de Podemos, dividir aún más al partido y a la titular de Trabajo.
Y todo, cree Iglesias, para evitar que los morados formen parte de la futura plataforma con la que Díaz quiere dar la batalla electoral al PSOE. Podemos, no obstante, se puso de perfil y eludió valorar las declaraciones de su excomandante en jefe, porque cree que fomentaría interpretaciones que contribuirían a la discordia pese a que fue su exlíder quien lamentó la forma en que eligió a la vicepresidenta, lo que abre el debate sobre si Díaz es la candidata ideal para Podemos.
Fuentes cercanas al exvicepresidente segundo explican a este diario que "no hay mensaje en esta ocasión" para Yolanda Díaz y que se trata más bien de un "perdón" a los suyos por no consultarles sobre el liderazgo de Unidas Podemos que ejerce la titular de Trabajo. El problema es que ese arrepentimiento llega cuando las relaciones entre Iglesias y Díaz están más tocadas que nunca precisamente por el tipo de liderazgo que está ejerciendo la vicepresidenta segunda.
Unas bases con "pánico"
En verdad, los acólitos morados recelan de las formas de la vicepresidenta, acostumbrados al machete de Pablo Iglesias. En Podemos hay quien piensa que las formas de la vicepresidenta segunda no son las acertadas para forzar cambios. En plata: nada de sonrisas, mejor palabras gruesas. Por eso, en algunos sectores del partido no gustó nada que Díaz apoyara a Pedro Sánchez con el envío de armas a Ucrania.
Ese fue el primer sapo que los morados se tragaron en menos de un mes. Los otros dos, el cambio de postura sobre el Sáhara y el aumento del gasto en Defensa, han propiciado que algunos socios de la coalición insten a Podemos a replantearse su utilidad en el Ejecutivo.
En cierta manera, Díaz está dando motivos a la parroquia morada para que la miren con recelo. La vicepresidenta segunda se ha propuesto levantar una plataforma política con referentes de la sociedad civil y de diferentes partidos para trascender las siglas de Unidas Podemos. Y ese camino diluye, irremediablemente, el peso del aparato morado. Ese, precisamente, es el gran frente que tiene abierto con los de Ione Belarra.
Es más, Pablo Iglesias se lo ha recordado públicamente. El exvicepresidente ya advirtió a Díaz de que los partidos tienen que tener "un papel determinante" en su proyecto y, por eso, le pidió que "todos los espacios y liderazgos se sientan a gusto y respetados".
Una plataforma que no arranca
El problema es que, como adelantó Vozpópuli, Podemos acorraló a Díaz con el envío de armas a Ucrania por no cederle el control de su proyecto. El equipo de la vicepresidenta, no obstante, se niega a explicar el porqué de la "asfixia" a la que, según el entorno del ministro Alberto Garzón, de Izquierda Unida, se está sometiendo "por parte de las fuerzas políticas que forman el espacio de Unidas Podemos" a Yolanda Díaz. Eso sí, el aparato del partido, según algunos sectores, no va a tolerar que los territorios morados se entreguen por su cuenta a la vicepresidenta segunda. La dirección quiere manejar el proceso de integración con Díaz.
Por eso, el ataque a la titular de Trabajo desde Podemos respondió a una doble derivada. Por un lado, presionarla para arrancarle una cuota de poder que garantice la supervivencia de sus activos políticos (Ione Belarra e Irene Montero) y, por otro, diferenciarse de ella de cara al electorado más de izquierdas.
Y es que pese a que Díaz es la preferida para encabezar la reconversión de Unidas Podemos, las bases del partido no están alineadas con sus resultados. Ni les llenó de alegría la reforma laboral ni el apoyo al envío de armas. Con esa presión, los morados pretenden dejarle claro a su lideresa que lo votantes de Podemos deben ser atendidos si pretende contar con ellos.
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